Entre los múltiples proyectos artísticos que se gestan a distancia, la lectura de poesía es uno de los platos fuertes más probados del menú virtual. Y allí es donde encuentra lugar el ciclo Maratón de poesías, que ofrece como primera entrega Las lilas, el silencio y la noche, un homenaje a Alejandra Pizarnik que sube la apuesta para sumar al texto una narrativa audiovisual a cargo de sus protagonistas.

Bajo la dirección e intervención artística de Damián Lomba, Mariela Asensio y Tomás Frezza, las actrices Cristina Banegas, Marilú Marini, Mirta Busnelli, Mónica Raiola, Florencia Raggi, Valentina Bassi, Heidi Fauth y Laura Grandinetti son las encargadas de ponerle voz y cuerpo al universo de la destacada y prolífica poetisa y traductora, a través de imágenes filmadas por ellas mismas en el marco de su aislamiento.

Extracción de la piedra de locura (1968) es el poema elegido que las ocho intérpretes recitan, y la producción final puede verse los domingos de septiembre, a las 21, mientras que el cierre tendrá lugar el lunes 28 de septiembre al mediodía, a través de Zoom, con un encuentro donde las actrices, el equipo creativo y una invitada especial dialogarán con los espectadores sobre la experiencia compartida. Las entradas pueden adquirirse por Alternativa Teatral y parte de lo recaudado será donado a Artistas Solidarios.

“Mi oficio (también en el sueño lo ejerzo) es conjurar y exorcizar. ¿A qué hora empezó la desgracia? No quiero saber. No quiero más que un silencio para mí y las que fui, un silencio como la pequeña choza que encuentran en el bosque los niños perdidos. Y qué sé yo qué ha de ser mí si nada rima con nada”, escribió Pizarnik en uno de los fragmentos que recrea Valentina Bassi. 

“Me entusiasmó este proyecto porque me gusta Pizarnik, y me gustó que fuera algo audiovisual y que tuviéramos que filmarnos con nuestro celular. La idea era que cada una expresara su singularidad y eso se puede ver en el resultado final”, cuenta la actriz. “Hoy es muy limitado lo que los actores podemos hacer, y entonces se abrió un camino de hacer cosas diferentes que creo se puede seguir recorriendo y profundizando”, agrega.

Por su parte, Busnelli llegó a la propuesta motivada por lo novedoso del contenido y del formato. “Me gustó la idea de que fuera una cosa distinta que nunca había hecho y también las actrices que habían sido elegidas. Yo no leía mucha poesía y la poesía elegida es exigente. En general, este género hace una apuesta grande porque habla desde un mundo interior, que en el caso de Pizarnik es además algo oscuro. Me produjo mucho placer hacer esto”, afirma.

Desde París, ciudad donde vive desde hace más de cuatro décadas, y lugar significativo también en la carrera de la escritora, Marilú Marini comparte sus impresiones respecto de este trabajo colectivo. “Me alegró sobremanera participar de esto porque Alejandra es una poeta que me conmueve mucho y que pertenece a algo que me es cercano. Porque entiendo que en esa gran desesperación que ella siente, hay una gran latencia de vida de encontrarse y de encontrar a otro, como si quisiera encontrar un alma con la cual poder compartir y vivir esa angustia y al mismo tiempo esa pasión de vida que la devoraba. Cuando la leo, siento que me está hablando”, confiesa la reconocida actriz.

Ninguna había trabajado antes con la obra de Pizarnik pero la habían leído, y ahora que volvieron a conectar con esa poética potente y descarnada ofrecen una mirada más allá de la literalidad de sus palabras. “Hay en su escritura una especie de regodeo en su mundo, sus pensamientos y su dolor. Ella habla de sí misma, se corrige, se juzga, se degrada y se humilla. Hace una serie de movimientos mediante sus palabras con lo que es su infierno, y parece ser una tortura que no tiene paz, ni tregua”, desmenuza Busnelli. “Su vida ha sido muy intensa y probablemente muy dolorosa. Ella fue como una cirujana que buscaba las facetas y los ángulos desde donde poder nombrar su dolor”.

“Yo la había leído hace muchos años, en mi adolescencia, y me había encantado. Este fue un reencuentro para mí. Ella me parece súper sensorial, emotiva y abstracta. Me conmueven sus palabras y sus frases, y me parece ideal para hacer este tipo de trabajos. Hay algo que nos pasa a todos este año, y es que nos preguntamos qué va a pasar. Y esta poesía de Pizarnik me resonó por todos lados y se me resignificó con lo que estamos viviendo ahora”, interpreta por su lado Bassi.

En esa línea, Marini también advierte un cruce entre los versos de Alejandra Pizarnik y la realidad pandémica donde lo predominante, en un caso y en otro, parece ser el desconcierto. “Todas las que estamos en este proyecto estuvimos atravesadas por este texto, porque tenemos una necesidad de estar en ese momento de interrogación, de angustia, de búsqueda y de exaltación maravillosa que se puede leer ahí”, sostiene.

Este año encuentra a los artistas con sus actividades paralizadas desde el minuto cero de la pandemia y con una reactivación parcial que no alcanza para paliar el estado de emergencia. “Es un tiempo complicado, pero creo que también muy interesante para vivir porque estamos en un momento de mucha intimidad con nosotros mismos y con nuestros pensamientos y posibilidades. Y así el imaginario se abre más. Estoy segura de que esto nos va a dejar muchas cosas buenas”, piensa Marini, quien ya sabe que podrá retomar sus actividades teatrales en enero.

En Buenos Aires, por el momento, no hay certezas. “Nuestra actividad se cortó muy de golpe y este tipo de trabajos como el que hago acá es un encuentro con lo creativo que me hace bien, porque la actuación además de ser mi sustento es mi forma de vivir”, asegura Bassi. “Las actrices y actores estamos en un nivel de desamparo tremendo. Y en este confinamiento vivimos la paradoja de que justamente en este momento, en el cual el arte nos salva, es donde más frágiles estamos los artistas y menos trabajo tenemos”.

Es una situación muy difícil. La mayoría del gremio está sin trabajo. Es muy duro. La aparición de protocolos tranquiliza a medias, porque sabemos que en el teatro es probable que no se puedan cumplir del todo. Y el gobierno ha ayudado con algunos subsidios, pero no alcanza. La ficción siempre ocupó un lugar y sería justo que en estos momentos se creen políticas que ordenen un poco el cupo de programas de ficción en la televisión. Por eso confío en que haya un cambio con respecto a esta situación porque es algo necesario que nos haría bien a todos, a los espectadores y a los artistas”, subraya Busnelli, quien ya tiene en carpeta otros proyectos virtuales. “Hacer algo que nos gusta en este tiempo de pandemia nos saca de la locura y ahuyenta nuestros demonios”.