Cientos de personas marcharon por segundo día consecutivo en la ciudad estadounidense de Louisville en reclamo por la impunidad policial tras la muerte de la afroamericana Breonna Taylor. Las movilizaciones empezaron el miércoles tras conocerse el fallo judicial que dejó en libertad a los policías acusados de matar a Taylor. La enfermera de 26 años había perdido la vida en marzo durante un tiroteo cuando la policía irrumpió en su departamento aparentemente por error. Durante la movilización hubo enfrentamientos con las fuerzas de seguridad que dejaron más de un centenar de detenidos. En la jornada anterior dos policías habían recibido disparos de arma de fuego. El alcalde Greg Fischer extendió el toque de queda en la ciudad.

Contra la violencia policial

La marcha del jueves comenzó de manera pacífica. Pero una hora antes del toque de queda pautado para las 21 horas, varios grupos se desprendieron de la columna principal y se enfrentaron a la policía. Las fuerzas de seguridad locales usaron granadas aturdidoras para dispersar la protesta. Algunas personas se refugiaron en una iglesia cercana. Con una boina negra en la cabeza, el pastor Tim, de 63 años, dijo que estaba avergonzado de presenciar la violencia contra los afroamericanos. El religioso contó que fue arrestado hace 20 años durante protestas en las que se denunció la muerte de James Taylor, otro hombre negro muerto a manos de la policía. "Aquí estamos 20 años después obligados a hacer lo mismo", indicó Tim. Las personas alojadas en la iglesia permanecieron allí durante horas ya que temían ser detenidas por la policia. Mientras las autoridades religiosas hablaban con el jefe del operativo, algunos abogados se acercaron para brindar asistencia jurídica.

Por su parte, Ben Crump, abogado de la familia Taylor, manifestó que seguirán reclamando justicia. "Hasta que podamos darle a la gente negra los derechos básicos prometidos por nuestros fundadores - vida, libertad y la búsqueda de la felicidad - y acabemos con el alboroto del diablo del racismo, no conoceremos la paz", manifestó Crump en un artículo publicado en The Washington Post. La muerte de Taylor se convirtió en un grito de guerra para el movimiento "Black Lives Matter". Grace Pennix, una manifestante de 19 años, también afroamericana, dijo que no podía evitar ponerse en los zapatos de Taylor. "A menudo paso por la puerta de mi casa y pienso que la policía podría entrar, dispararme y matarme como lo hicieron con Breonna", dijo Pennix. Durante el toque de queda decenas de policías llegaron hasta la plaza principal mientras helicópteros sobrevolaban la zona. En total hubo 127 personas arrestas en Louisville, la ciudad más grande de Kentucky con una población de 600 mil habitantes, informó el Jefe de la Policía local Robert Schroeder.

"Desprecio de la vida humana"

Según indicaron las pesquisas judiciales, los agentes que entraron en marzo en el departamento de Taylor habían confundido a su novio con otra persona. A su vez, el hombre pensó que los agentes eran ladrones y realizó un disparo de advertencia. La secuencia desencadenó en un tiroteo en el que Taylor recibió seis impactos de bala. Un gran jurado imputó al exagente Brett Hankison por imprudencia temeraria en primer grado por este caso. En tanto que los otros dos policías que también habían participado del hecho, Mattingly y Miles Cosgrove, no fueron acusados. Hankison fue despedido tras la muerte de Taylor. La policía afirmó que el agente había violado los protocolos de procedimiento y que sus acciones mostraron "desprecio por la vida humana". Schroeder manifestó que Hankinson había realizado diez disparos sin motivo y a ciegas en el interior del apartamento de Taylor.

La jornada del jueves se había saldado con varias decenas de detenidos. El jefe de la Policía informó que los agentes heridos por impactos de bala se estaban recuperando con normalidad. Uno de ellos, Aubrey Gregory, que había recibido un disparo en la cadera, ya fue dado de alta. Su compañero, Robinson Desroches, herido en el abdomen, tuvo que someterse a una intervención quirúrgica. Schroeder comunicó que a la persona detenida por los disparos se le imputaron dos cargos por intento de asesinato en primer grado y otros 14 por poner en peligro la vida de varios policías. A su vez, el alcalde volvió manifestar su rechazo a la violencia durante las protestas. "Lo que vimos el jueves con los dos oficiales recibiendo disparos es completamente inaceptable", dijo Fisher. El toque de queda estaba previsto hasta la noche del viernes. Sin embargo el alcalde informó que lo extendería hasta el domingo. Se espera que haya nuevas marchas y movilizaciones. 

El viernes, además de la manifestación en Kentucky, hubo protestas en Washington, Nueva York, Atlanta, Denver, Columbus y Filadelfia. Por su parte el presidente Donald Trump, que hizo del lema "ley y orden" uno de los motores de su campaña, escribió el jueves en Twitter que rezaba por los policías hospitalizados. "El gobierno federal lo respalda y está listo para ayudar. Le habló al gobernador Beshear. Estamos preparados para trabajar juntos, ¡inmediatamente a pedido!", escribió el mandatario.