Durante la audiencia general celebrada en el patio de san Dámaso, el papa afirmó que "para salir de la pandemia, tenemos que encontrar la cura no solamente para el coronavirus, sino también para los grandes virus humanos y socioeconómicos". 

Jorge Bergoglio señaló que este “pequeño virus (por la pandemia) sigue causando heridas profundas y desenmascara nuestras vulnerabilidades físicas, sociales y espirituales”, en alusión a las desigualdades existentes.

Además, el papa subrayó que aquellas injusticias “no son naturales ni inevitables”, sino que son obra del hombre y que “provienen de un modelo de crecimiento desprendido de los valores más profundos”. Por ello, instó a "regenerar la sociedad y no volver a la llamada 'normalidad', porque esta normalidad estaba enferma de injusticias, desigualdades y degradación ambiental".

Más adelante, Bergoglio indicó que "para salir de la pandemia, tenemos que encontrar la cura no solamente para el coronavirus, sino también para los grandes virus humanos y socioeconómicos. Y ciertamente no podemos esperar que el modelo económico que está en la base de un desarrollo injusto e insostenible resuelva nuestros problemas".

Pidió, además, no confiar en los "falsos profetas que siguen prometiendo el efecto cascada que no llega nunca". Exhortó, entonces, "a trabajar con urgencia para generar buenas políticas, diseñar sistemas de organización social en la que se premie la participación, el cuidado y la generosidad, en vez de la indiferencia, la explotación y los intereses particulares".

En el mismo escenario, el papa planteó una "cura integral, capaz de erradicar eficazmente el coronavirus y también los muchos males que afligen al mundo".

"Una sociedad solidaria y justa es una sociedad más saludable. Una sociedad participativa, donde los 'últimos' son considerados como los 'primeros' - fortalece la comunión. Una sociedad donde se respeta la diversidad es mucho más resistente a cualquier tipo de virus", concluyó.

Antes de la audiencia, Francisco se acercó, sin mascarilla, a los cerca de 500 fieles que pueden entrar en el patio interior del Palacio Apostólico, para dialogar con algunos de ellos, bendecir objetos personales y firmar libros y fotografías.