Una de las personas que más ha promovido el fútbol de mujeres en el país es la directora técnica y jugadora Mónica Santino. Este año, su proyecto de empoderar a las chicas de la Villa 31 a través de la pelota cumple 10 años. A pulmón, por pura convicción y placer, Santino logró una revolución en la Villa 31 con la asociación civil “La Nuestra”: que las mujeres puedan disputar el uso de la cancha –frente al monopolio masculino–, que logren disponer de su tiempo libre para practicar un deporte y jugar y que mientras muchas de ellas participan de los entrenamientos, dos veces por semana, y de torneo los sábados, haya compañeros varones cuidando a los chicos más pequeños. “Cuando digo jugar, no estoy hablando ni de táctica, ni de estrategia, ni de rendimiento futbolístico, sino específicamente del juego y el derecho a tener el cuerpo que se te dé la gana tener y de disfrutar con eso”, dice en diálogo con PáginaI12.

Cada vez son más y más pequeñas las pibas que entrenan. Hay un grupo de 6 a 9 años, otro de 10 a 14 y el tercero, de 15 en adelante. También van chicas de veintipico y algunas treintañeras. Espacio de juego y reflexión es la propuesta. Después de los entrenamientos, hay encuentro para conversar sobre los problemas de cada una, para hablar de derechos sexuales y reproductivos, de la violencia machista, de prevención del embarazo adolescente.

Los logros del proyecto son enormes. Entre los deportivos, la posibilidad que han tenido varias jugadoras de sumarse al seleccionado argentino del fútbol callejero para participar de la copa de los sin techo, en Rio de Janeiro (2010), París (2011) y Distrito Federal en México (2012) y en un Festival de Fútbol de Mujeres en Berlín (2015). Cecilia Carbajal, quien fue colaboradora de Santino algunos años, resume el impacto de La Nuestra en la 31: “Hoy vuelvo al barrio y me emocionan tres cosas. La primera es que cada vez se discute menos el espacio de las mujeres. La segunda es que empiezan a jugar y entrenar cada vez más pequeñas. Aquellas niñas que en 2012 empezaron a venir con timidez, hoy son jugadoras con otro bagaje. Y las nenas de hoy, casi que juegan sin la mirada del prejuicio que las más grandes cargamos. Y por último, y no por eso menos importante, es que varias de las chicas ya piensan en estudiar profesorado de educación física, o son entrenadoras de otros equipos de nenas”.