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La ciudad está invadida –por suerte- de grafitis, algunos más ingeniosos y creativos que otros. Me he detenido muchas veces frente a esas frases para leerlas con detenimiento: el frente de la panadería (Hasta la) Victoria; Si TN dice que está lloviendo es porque nos están meando. Esta semana, mientras hacía mi breve caminata en pandemia, llegué hasta la plaza Libertad, un espacio que me gusta mucho más que cuando lo inauguraron. Sobre calle Sarmiento, a mitad de cuadra, sobresale una mole de cemento cuya inscripción revela que ha sido el Frigorífico Rosario S.A. No hay ventanas al frente. El color gris claro domina la estructura. En el centro de la escena y a cierta altura que no imaginó cómo se hizo, se observa un trazo negro de una cruz que continúa con el símbolo de una flecha que apunta hacia abajo, hacia la vereda. ¿Esa marca la habrá hecho un obrero despedido de la carne? ¿O será una intervención artística? Aquí la foto explicada.

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Las numeraciones pasan desapercibidas. Están colocadas generalmente en la fachada de casas que se salvaron de la picota. Son pequeñas placas, de fondo azul y letras blancas. Y un número de dos o tres cifras. No, no contienen mensajes satánicos ni masónicos. Indican el número del domicilio de las primeras casonas del Rosario de ayer, como esta de calle San Luis, entre San Martín y Maipú.

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Zona sur. Frente del Centro Cultural Oveja Negra. La sexta se planta. La patria florece,  frase demasiado hermosa para el fascismo nuestro de cada día.