El Festival Internacional de Cine de Mar del Plata es como un boxeador peso pesado al que se le pega por todos lados y no cae jamás. Las piñas suelen venir desde el lado de los tironeos políticos entre los múltiples actores involucrados en su realización y los ajustes presupuestarios, pero este año, vaya novedad, todo es distinto. La pandemia obligó a adaptar gran parte de los eventos culturales de los últimos meses, cuando no directamente a cancelarlos. Pero como bien señaló su presidente, Fernando Juan Lima, durante la presentación realizada la semana pasada, “nunca se pensó en discontinuar el festival”. Es así que desde hoy sábado y hasta el domingo 29 se llevará adelante la 35° edición del único evento de este tipo de Latinoamérica rotulado como Clase A. Una edición íntegramente virtual cuyo contenido (un centenar de películas, entre cortos, medios y largos, provenientes de todo el mundo, además mesas redondas y charlas públicas con, entre otros, Walter Hill y Miranda July) estará disponible de manera gratuita en toda la Argentina. Será, como coinciden sus organizadores, un festival “online, gratuito y federal”.

¿Cómo acceder al contenido? Muy sencillo. Simplemente hay que registrarse en el sitio https://www.mardelplatafilmfest.com y pedir un “ticket virtual” para la función seleccionada. Desde aquí se aconseja elegir con tiempo, ya que hay una capacidad limitada de visionados para cada película, que estará en la plataforma durante tres días consecutivos. De esta manera, habrá un primer lote de títulos disponibles desde hoy y hasta el lunes, otro desde el domingo hasta el martes, y así sucesivamente. “Creo que pensamos como catorce versiones diferentes”, dice entre risas –mitad en broma, mitad en serio– la directora artística, Cecilia Barrionuevo, cuando se la consulta sobre la estructura organizativa, y explica: “La expectativa siempre fue hacer algo presencial, hasta que llegó un punto en que nos dimos cuenta que era muy riesgoso no asegurarnos una parte online. No queríamos perder continuidad porque el festival ha ido ganando un lugar tanto a nivel nacional como internacional, y se ha convertido en plataforma muy importante para las películas y el público”.

Dentro de todas las pálidas de un 2020 para el olvido, Mar del Plata al menos puede agradecer que, por su ubicación en el calendario, hubo varios antecedentes previos de festivales que migraron a la virtualidad, desde algunos grandes como Visions du Réel o Toronto, hasta otros más cercanos como el de Valdivia, que por su afinidad artística asoma como referente ineludible. Otra vez Barrionuevo: “Estuvimos estudiando y hablando con directores y programadores para ver cómo habían sido sus experiencias. La idea era entender cuáles eran las mejores plataformas, los mejores sistemas, la mejor dinámica de organización. De todas maneras, intentamos no perder el espíritu ni la línea artística. Un festival tiene una determinada impronta y no podemos convertirnos en otra cosa. Sí debo decir que hemos tenido cierta atención con algunas películas que, por ser más extremas en términos formales, eran un poco más difíciles de ver en una pantalla chica, lo que no hubiera sido beneficioso para ellas”.

 

La argentinidad al palo

 

Ya sea a través de una computadora o en una sala, con cientos de desconocidos alrededor y a metros del mar, o en la soledad del hogar y asfixiado por el cemento, el Festival mantendrá un norte artístico por el cual

conviven nombres de grandes realizadores con otros ilustres desconocidos que pronto dejarán de serlo

. Si bien se redujo la cantidad de películas en cada sección, la estructura de programación difiere de los años anteriores, puesto que

el foco de atención mayoritaria estará en sus seis competencias (Internacional, Latinoamericana y Argentina de Largos y Cortos, Estados Alterados)

, a las que se sumarán las habituales secciones paralelas (Hora Cero, Autores, Mar de chicas y chicos) y

homenajes, en este caso a María Luisa Bemberg y Fernando “Pino” Solanas

, quien falleció hace dos semanas por Covid-19 en París, donde se desempeñaba como embajador ante la Unesco. Será justamente La hora de los hornos, clásico del cine político latinoamericano filmado en 1968 junto a Octavio Getino, la encargada de oficiar de apertura. “Queremos homenajearlo por todo lo que hizo por nuestra identidad, nuestro cine y nuestra diversidad cultural, y queremos hacerlo con hechos. Nos parece una buena señal para una edición de resistencia volver a esa obra seminal”, dijo Juan Lima en la presentación.

Adiós a la memoria, de Nicolás Prividera. 

Esa elección va en sintonía con la relevancia del cine argentino en el catálogo 2020, aportando más de cincuenta producciones distribuidas por todas las secciones. “Se cuidó mucho que tuviera mucha presencia en todas las competencias. Ha sido muy difícil y doloroso hacer la selección porque quedó afuera material que hubiéramos querido incluir, sobre todo en una temporada con tantos festivales cancelados y problemas de exhibición”, cuenta Barrionuevo. El corpus local está encabezado por las cuatro películas de la Selección oficial, que al igual que la Latinoamericana y la Argentina tendrá diez títulos. Desde la Berlinale –el último evento audiovisual realizado de manera íntegramente presencial– llegará Las mil y una, segundo largo de Clarisa Navas luego de Hoy partido a las 3, que aquí vuelve a indagar en la pubertad y la adolescencia vista desde los ojos de personajes femeninos; mientras que Nosotros nunca moriremos, de Eduardo Crespo, presentada previamente en San Sebastián, retrata las complejidades de los duelos de la madre y el hermano menor de un joven que aparece muerto en un campo. Adiós a la memoria, una nueva fusión de lo privado y lo colectivo de Nicolás Prividera después de M y Tierra de los padres, e Isabella, en la que Matías Piñeiro continúa releyendo la obra de Shakespeare, completan el cuarteto.

La Competencia Argentina tendrá cuota de género perfecta, con igual cantidad de películas dirigidas por hombres y mujeres. Apenas estas líneas vean la luz estará online Un cuerpo estalló en mil pedazos, primer largometraje del experimentado montajista cordobés Martín Sappia en el que intenta rastrear las huellas de Jorge Bonino, uno de los animadores de la escena cultural de la provincia mediterránea de los años 60. También desde Córdoba proviene Esquirlas, de la periodista Natalia Garayalde, que aborda lo ocurrido durante (y después) de la explosión del Fábrica Militar de Río Tercero de noviembre de 1995 mediante un conjunto de videos hogareños filmados por la propia directora cuando tenía 12 años. ¿Más cine cordobés? Las motitos, de Inés María Barrionuevo y María Gabriela Vidal, centrada en una adolescente que queda embarazada y las dudas posteriores sobre si abortar o no y, en caso afirmativo, cómo hacerlo. Una madre es la figura ausente de Mamá, mamá, mamá, en la que la realizadora Sol Berruezo Pichon-Rivière sigue a una niña que encuentra en los juegos una forma de evadir el duelo a raíz de esa pérdida.

Sobre explosiones, tragedias y medios versa 1982, el documental de Lucas Gallo sobre el dispositivo mediático montado en torno a la Guerra de Malvinas, en particular desde los noticieros y programas especiales emitidos en aquella época en ATC. Las islas australes aparecen en Historia de lo oculto, aunque con un sentido distinto, radicalmente opuesto al real: allí funciona uno de los principales centros turísticos de la Argentina distópica imaginada por el realizador Cristian Ponce para su ópera prima. Imaginación les sobra a los protagonistas de El tiempo perdido, de María Álvarez, quienes desde años organizan reuniones con el único objetivo de discutir y analizar la obra de Marcel Proust; mientras que en La sangre en el ojo la directora Toia Bonino retoma el hilo de su largometraje debut, Orione, para este documental centrado en los deseos de venganza de un adolescente cuyo hermano murió en un operativo policial.

Entre las diez elegidas están también el thriller político Un crimen común, debut en solitario de Francisco Márquez luego de la codirección de la multipremiada La larga noche de Francisco Sanctis, y Las ranas, confirmación de Edgardo Castro como uno de realizadores que mejor fusionan (o se mueve al límite de) la ficción y lo documental.
Con la Competencia Latinoamericana albergando una representante local (La escuela del bosque, de Gonzalo Castro) y otras dos coproducciones (Chico ventana también quisiera tener un submarino, de Alex Piperno, y Como el cielo después de llover, de Mercedes Gaviria), el resto del cine nacional se verá en el marco de la Selección Oficial, aunque fuera de competencia, y los homenajes.

El primer apartado englobará a El país de las últimas cosas, de Alejandro Chomski; En la frontera, de José Celestino Campusano; Inmortal, de Fernando Spiner; Las siamesas, de Paula Hernández; Retiros (in)voluntarios, de Sandra Gugliotta; Vicenta, de Darío Doria, y Edición Ilimitada, de Edgardo Cozarinsky, Santiago Loza, Virginia Cosin y Romina Paula. Además de a Rosario Bléfari con el mediometraje El arte musical, de Nahuel Ugazio, y los largos Los dueños, de Ezequiel Radusky y Agustín Toscano, y Silvia Prieto, de Martín Rejtman, habrá un homenaje a Pino Solanas con la mencionada Las hora de los hornos, Tangos. El exilio de Gardel (1985), Sur (1988) y El viaje (1990). 

Nosotros nunca moriremos, de Eduardo Crespo.

El homenaje a María Luisa Bemberg a 25 años de su muerte tiene un gusto especial. De la responsable de Camila se verán su primera y su última película, Momentos (1981) y De eso no se habla (1993). Además, se realizará un panel con Graciela Borges, Lita Stantic, María Laura Rosa, Annamaria Muchnik y Vanessa Ragone para la presentación del libro sobre su trabajo El asombro y la audacia, uno de los dos que editará este año el festival (el otro es ¿Qué será del cine? Postales del futuro). La puesta en valor de la directora es, en parte, consecuencia directa de una coyuntura que dialoga perfectamente con las temáticas de una filmografía adelantada a su tiempo. Habla Barrionuevo: “Desde que asumí el puesto de directora artística, Mar del Plata empezó a tomar otro perfil en relación a la equidad en el cine y el alineamiento con ciertos movimientos, temas muy vinculados a la impronta que ha dejado María Luisa. No solo con sus luchas concretas y personajes, también a través de los discursos de sus películas y los personajes. Ella dejó una marca enorme, muy concreta, que hace que su imagen tome otro significado”.

El resto de la programación incluye los subsecciones habituales del apartado Panorama, aunque todas en formato más reducido. A Hora cero, que hasta hace un par de ediciones tenía más de una veintena de títulos volcados al cine de género, vienen recortándola desde hace años, y ahora tendrá un espacio casi simbólico, de resistencia, de apenas tres películas, misma cantidad que Autores, en la que se destaca The Woman Who Ran, del vitalicio marplatense Hong Sang-soo. Y habrá charlas, varias más que en épocas presenciales, quizás la única buena nueva que trajo la pandemia. ¿Los oradores? La portuguesa Rita Azevedo Gomes, el director ítalo-americano Roberto Minervini, el catalán Albert Serra, el venezolano Andrés Duque, la actriz y directora estadounidense Miranda July y Walter Hill, director de clásicos de culto como The Driver (1978) o The Warriors (1979), entre otros hitos de la televisión de aire de un pasado en el que Mar del Plata no estaba tan lejos como ahora.

Competencia Internacional

-Adiós a la memoria, de Nicolás Prividera (Argentina)
-El año del descubrimiento, de Luis López Carrasco (España/Suiza)
-Isabella, de Matías Piñeiro (Argentina)
-Las mil y una, de Clarisa Navas (Argentina/Alemania)
-Moving On, de Dan-bi Yoon (Corea del Sur)
-Red Post On Escher Street, de Sion Sono (Japón)
-Seize printemps, de Suzanne Lindon (Francia)
-Sophie Jones, de Jessie Barr (Estados Unidos)
-Nosotros nunca moriremos, de Eduardo Crespo (Argentina)
-Shiva Baby, de Emma Seligman (Estados Unidos)

Competencia Latinoamericana

-Al morir la matinée, de Maximiliano Contenti (Uruguay)
-Chico ventana también quisiera tener un submarino, de Alex Piperno (Argentina/Brasil/Países Bajos/Filipinas)
-Como el cielo después de llover, de Mercedes Gaviria (Argentina/Colombia)
-Fauna, de Nicolás Pereda (México/Canadá)
-La escuela del bosque, de Gonzalo Castro (Argentina)
-Los conductos, de Camilo Restrepo (Francia/Colombia/Brasil)
-Mascarados, de Marcela Borela y Henrique Borela (Brasil)
-Panquiaco, de Ana Elena Tejera (Panamá)
-Piola, de Luis Alejandro Pérez (Chile)
-Selva trágica, de Yulene Olaizola (México/Francia/Colombia)

Competencia Argentina

-1982, de Lucas Gallo (Argentina/Brasil)
-El tiempo perdido, de María Álvarez (Argentina)
-Esquirlas, de Natalia Garayalde (Argentina)
-Historia de lo oculto, de Cristian Ponce (Argentina)
-La sangre en el ojo, de Toia Bonino (Argentina)
-Las motitos, de Inés María Barrionuevo y María Gabriela Vidal (Argentina)
-Las ranas, de Edgardo Castro - Argentina - 2020 - 77’
-Mamá, mamá, mamá, de Sol Berruezo Pichon-Rivière (Argentina)