Cuando a mediados de febrero se despidieron del escenario, Pilar Gamboa, una de las cuatro integrantes del grupo Piel de Lava, cargaba una panza imponente y se preparaba para parir a su primer hijo. La idea era frenar después de hacer Petróleo por casi dos años, de pasar del under al comercial, de que más de 50 mil personas vieran el hitazo teatral en el que cuatro actrices (Elisa Carricajo, Laura Paredes y Valeria Correa, además de Gamboa) componían a cuatro trabajadores petroleros recluidos en un pozo en la Patagonia argentina. Darle aire a esos cuatro chongos, como les llaman ellas, para luego volver al ruedo. Pero pandemia, claro.

Ahora, a días del reestreno en versión streaming (sábados 12 y 19/12, únicas funciones desde el Metropolitan Sura y con entradas en venta acá), las Piel de Lava hablan con El NO sobre esta obra que deja al desnudo un modo de ser varón y un modo del vínculo humano con el trabajo. Y, con el sonido de un bebé nacido pandemmial de fondo, reflexionaron sobre este 2020 que se suponía de un modo y arrasó todo lo conocido.

¿Grabar Petróleo fue lo primero que hicieron juntas este año?

Elisa Carricajo: Habíamos hecho un video homenaje a Rosario Bléfari y algo para el festival de cine, pero no fue mucho de trabajar juntas. Es un momento de adaptabilidad permanente. Estábamos muy reticentes a que las funciones fueran no presenciales, hasta que apareció la necesidad de retomar ese material que había quedado tan vivo.

¿Pudieron sacarse el modo pandemia de encima?

Valeria Correa: Cuando estamos actuando podemos abrazarnos, hacer un pogo, tocarnos, y es como “Ah, qué bueno”, como que la ficción habilita eso. El otro día, en el ensayo, aproveché mucho a tirarme a estos cuerpos, porque no sé cuándo podré volver a esta situación.

¿Y el streaming qué le aporta a la obra?

Pilar Gamboa: Genera climas mucho más internos de cada personaje. La obra a veces genera risas u otras cosas, y acá no están; las pausas ésas son silencios que se habitan. Creo que se puso un poco más sórdida. Se van a reír, claro, pero apareció la oportunidad de actuar la cercanía de estos machos y ver qué pasa cuando la pelota está sólo dentro. También es otra forma de acercarnos a público de otros lados que no pudo verla.

¿Creen que algo del streaming perdurará o no?

Carricajo: Probablemente convivan un tiempo. En cuanto vuelva lo presencial, creo que eso se impone. Hay algo de estar ahí, de ese contacto energético con otros cuerpos, que es diferente. Hay que dar la batalla de lo presencial porque pasan cosas ahí que no pasan en otros espacios.

La transición hacia la nueva normalidad teatral

El streaming, que durante el año se impuso como el modo de sortear la quietud y la falta de presencialidad, pero también de protocolos, fue para muchos una rueda de auxilio. Pero ante la crisis y la inminencia de lo presencial, muchos espacios independientes, del under, dudan de sus posibilidades de sostenerse. “Es la gran pregunta, porque es una transición. Qué lugar ocupamos en la reconstrucción es otra de las preguntas, pero es difícil pararse en lugares claros porque todo va mutando muy rápido: no se sabe cuándo qué”, dice Correa.

Para Paredes, esa incertidumbre también favoreció a las autoridades en su falta de políticas concretas o de previsión: “Esa incertidumbre y esa idea de que por ahí el mes que viene cambiaba el panorama, hizo que pasara el tiempo sin muchas respuestas. No sé qué seguirá”.

¿Se imaginan haciendo teatro al aire libre, por ejemplo?

Paredes: No lo sé, aunque se crearon dinámicas en el uso del espacio público que estuvieron buenas y ojalá perduren...

Gamboa: Siempre soy más trágica. Ahora aprendí que un momento pueden ser dos años. Lo aprendí para no deprimirme: pensaba que era una eternidad, pero aprendí que es un instante. La apropiación doméstica de los espacios públicos me parece genial. Es algo bueno que la pandemia nos va a dejar.

Cuando las Piel de Lava hablan de sí mismas se convierten en un colectivo. Les cuesta separar las individualidades del grupo. Es un gesto poético, pero también político. “Lo clave es mostrar que la grupalidad y la autogestión son posibles”, apunta Correa. En el mundo de los arrestos individuales, ellas postulan un trabajo creativo colectivo, un hacer de a muchas, un sostenerse juntas a través del tiempo.

Una obra mutante, como la vida

También hablan de los cuatro trabajadores petroleros que componen como si no fuesen ellas. La mutación es absoluta, la disociación completa. En 2018, la obra se inscribió en una coyuntura feminista -que perdura, claro-, pero ante la pandemia quizá salga a flote otro elemento, el fracking, lo insostenible del modo productivo socio-ambiental, que emerge de la propia trama. “Eso pasa con las obras, en general. Chupan, absorben mientras están vivas. Porque no hablan de una sola cosa: lo más orgánico y vital es que sumen temas sin descartar lo anterior”, reflexiona Correa.

¿Cómo se conjuga lo político con lo artístico?

Paredes: La honestidad siempre estuvo en los procesos. No es un objetivo del grupo dejar un mensaje. Nuestra intuición era que lo que está en el cuerpo y la cabeza luego aparece. Cuando empezamos a improvisar Petróleo, nos sale hacer cuatro trabajadores, no cuatro ingenieros o empresarios. Pero no surge de una declaración de querer hablar de un tema. A veces, con la mejor intención, el teatro político puede obturar. Es mejor despistar al espectador, no querer llevarlo.

Carricajo: Habría que definir qué es lo político. Nunca pensamos en eso. La grupalidad es caótica en sí misma, y cada una quiere decir otra cosa. Por eso la grupalidad se vuelve política incluso en lo temático: porque no es el origen y, a la vez, complejiza.

En Petróleo hay un foco en la masculinidad tóxica, de la que se ha hablado mucho desde entonces, ¿creen que está saldado ese tema?

Correa: No, ni a palos. Aunque con la muerte de Maradona se habilitó ver a un montón de chabones anónimos llorando, y fue bueno. El Diego lloraba mucho…

Justo hay un debate en los feminismos por la figura de Maradona...

Paredes: Todo es válido. Cuando veo chicas más jóvenes con esa desafección por el personaje me parece bien. Y cuando veo escritos generacionales con los que me conecto porque viví eso, también me parece bien. La construcción de un ídolo popular tiene muchas cosas en juego, y es alguien que sin recursos fue la persona más importante del país, hay cosas más de clase y a veces son difíciles de abordar y capaz emociona eso. Cuando leo posiciones más radicales o críticas me sirven también. No las veo violentas, o que no me permitan vivir mi emoción.

Correa: Me sirven esas lecturas porque me ponen en contradicción y aprendo, no me quedo en mi posición. No me es cómodo que haya una idea policial del sentimiento y el pensamiento: lo moral no me gusta, me hace ruido cuando es una postura contra otra feminista. Pero es la forma de ir aprendiendo.

Gamboa: Cuestionar el feminismo de quien se emocionó por Maradona me parece que no aporta. Pero todos tenemos eso de la yuta y hay que revisarlo, estaba en los vecinos al principio de la pandemia, que cuestionaban al que bajó a comprar leche y no necesitaba. Todos tenemos esa yuta dentro y tenemos que hacer ese aprendizaje, todos.

Carricajo: Menos mal que hubo debate y que alguien se quejó de eso. Agradecí eso también. El tema se reduce a no cuestionar la emoción del otro.