Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner volvieron a mostrarse juntos en un lugar cargado de simbolismo para ambos: la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Allí dieron seis reconocimientos a referentes del movimiento de derechos humanos y anunciaron la entrega de los archivos que se encontraron en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) sobre los organismos a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. “Con el mismo discurso de Néstor, aquel día que llegamos a hacernos cargo de la ESMA, con el mismo discurso de Cristina de todos los de presidenta, y con mi discurso, que es el discurso de ustedes, los que queremos un país que de una vez por todas tenga memoria, no olvide, busque justicia y busque la verdad”, dijo el Presidente cuando caía la tarde en el Patio de Armas del espacio de memoria.

El acto no duró mucho pero condensó muchas emociones entre quienes estaban sentados, escuchándolos al Presidente y a su vice. La liturgia comenzó con la entrega de los premios y siguió con dos discursos breves de CFK y de Alberto. A un costado, los miraban desde una pantalla gigante distintos referentes del movimiento de derechos humanos, como Estela de Carlotto, Taty Almeida y Hebe de Bonafini, que debieron quedarse en casa para protegerse del coronavirus.

Cristina recordó el primer día en que llegó a la ESMA, cuando Néstor Kirchner era presidente y Alberto Fernández, su jefe de gabinete. Fue en marzo de 2004. “En ese momento las Abuelas, los familiares de los detenidos desaparecidos todavía seguían reclamando justicia, memoria y verdad, y ese hombre, integrante de esa generación diezmada, se propuso que iba a haber memoria, verdad y justicia”, dijo CFK.

Después de especulaciones, la presencia de Cristina Fernández junto al Presidente fue un mensaje de unidad. El miércoles, la vicepresidenta había publicado una carta de balance del primer año de gestión en el que diferenciaba al Poder Ejecutivo y al Poder Legislativo que se pusieron la agenda al hombro del Poder Judicial, al que acusó por extorsionar al Gobierno. “A usted, Presidente, que tiene una tarea muy dura porque a la pandemia de la economía macrista le sobrevino la otra pandemia, inédita que todavía no sabemos cómo va a terminar, hay que trabajar contrarreloj”, le dijo Cristina mientras Alberto asentía. “Hay que reconstruir una Argentina que con sus dificultades y sus problemas, dé trabajo, para pagar la luz, el transporte, y nos ayude a organizar la vida. De eso se trata la política, no desorganizar la vida de la gente y la sociedad”, insistió.

Fernández asintió en todo momento, detrás de su barbijo. “Durante cuatro años, o cinco, esto no se hizo, porque algunos piensan que el reencuentro de los argentinos pasa por olvidar el pasado, y están los que creemos que no, que el verdadero reencuentro es no olvidar, reclamar la verdad y simplemente pedir justicia, por eso justicia, por eso hoy estamos aquí”, completó el Presidente

Los archivos de la SIDE

En primera fila estaba sentada la interventora en la AFI, Cristina Caamaño, que trajo los documentos hallados en la ex SIDE para ser entregados a trece organismos de derechos humanos. La mayor parte de estos documentos se encontraron en la sede central de la AFI en la calle 25 de Mayo y eran parte de las fichas que confeccionaba el área de Antecedentes de la entonces Secretaría.

“Lo que hoy entregó el Presidente es solamente una pequeña parte de las 250 mil fichas de la ex Dirección de Antecedentes y un volumen enorme de información que encontramos”, le dijo Caamaño a Página/12 después de finalizar el acto. “La ex SIDE tuvo un rol importante durante la última dictadura cívico-militar. Esperamos poder aportar al proceso de memoria, verdad y justicia”, añadió.

“Recibir la visita de Alberto y de Cristina nos llena de energía para seguir construyendo un país en que los derechos humanos vuelvan a ser política de Estado. Su presencia acá en el predio de la ex ESMA es un gesto, una reafirmación del compromiso que tiene nuestro gobierno con las políticas de memoria, verdad y justicia”, dijo, por su parte, el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla, que recibió las cajas con documentación y un listón celeste y blanco.

Entre los funcionarios estaban el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, la ministra de Justicia, Marcela Losardo, y su número dos, Juan Martín Mena. También se encontraba Alejandra Naftal, la directora del Museo Espacio ESMA.

“Fue un acto excelente”, celebró Graciela Lois, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, mientras caminaba entre los compañeros que golpeaban puños o se saludaban con los codos. También estaba el presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Horacio Verbitsky, entre los asistentes.

Premiades

A cada lado de Alberto y de Cristina se acomodaron quienes iban a recibir el Premio Azucena Villaflor, que, como recordó el Presidente, empezó a entregarse durante el gobierno de Néstor Kirchner, continuó durante el de Cristina y se discontinuó durante el de Mauricio Macri, quien sólo visitó la exESMA en una oportunidad. 

“Todas valiosas mujeres”, las llamó el mandatario.

De un lado estaban Angela “Lita” Boitano, presidenta de Familiares, y Eva Basterra, la hija de Víctor Basterra, fallecido el 8 de noviembre pasado. Basterra fue el último detenido-desaparecido en salir con vida de la ESMA y quien sacó fotos escondidas que fueron una prueba clave para ponerles caras a los nombres y apellidos de los genocidas. Del otro lado, estaban Rosa Bru, la mamá de Miguel, desaparecido en 1993, e Iris Avellaneda, exdetenida-desaparecida, referente de la Liga Argentina por los Derechos Humanos (LADH) y mamá de Floreal Avellaneda, un niño de quince años ferozmente torturado y cuyo cuerpo apareció en las costas uruguayas.

Las otras dos premiadas fueron Rosa Roisinblit, la vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, que cumplió hace poco 101 años. A ella le entregó el premio el Presidente. A Vera Jarach, mamá de Franca y referente de la Fundación Memoria Histórica y Social, se lo dio Cristina, que le dedicó unas caricias a la pantalla, que le terminaron arrancando unas carcajadas a Vera.

Un sueño

Lita Boitano le pidió al Presidente decir unas palabras cuando todavía estaban dentro del edificio de Cuatro Columnas, antes de comenzar el acto. Alberto recordó su promesa y le cedió el cierre del acto a la presidenta de Familiares, a la mamá de Miguel y de Adriana Boitano. Se levantó de la silla todavía con la dificultad que le dejó una operación de cadera a principios de la pandemia. Alberto le ofreció ayuda. Lita se enderezó un poco más y dijo que, a sus 89 años, todavía aguantaba un ratito de pie, “Soy la más chica (de las Madres y Abuelas)”, se jactó y le arrancó un aplauso a Cristina.

“Yo lo había soñado anoche. Sabía del Presidente y dije: ‘¿No estará Cristina también?”, confesó Lita y se lamentó por sus compañeras que ya no están para verlo. “Sí están --se corrigió-- y están con Néstor allá arriba con los más de 5 mil compañeros que pasaron por este campo”.

Lita recordó la alegría del día del triunfo en el búnker y la falta de abrazos en tiempos de covid, pero habló del empeño del movimiento de derechos humanos. “Podemos dar esta fuerza para que este Gobierno tenga la fuerza para hacer todo lo que soñamos un año atrás, sabiendo que iba a ser difícil, no por la pandemia, sino por la pandemia que dejó Macri”, terminó entre aplausos, sonrisas y vivas a distancia.