Emicida: amarelo – Todo por el ayer                   7 puntos

Emicida: Amarelo – É tudo para ontem, Brasil, 2020

Dirección: Fred Ouro Preto

Duración: 89 minutos

Estreno en Netflix

En mayo de 2012, el músico paulista Emicida --no muy conocido por estas pampas; ya se sabe que la política imperial de “Latinoamérica desunida” hace que los países de la zona se comuniquen poco entre sí-- fue llevado a una comisaría bajo el cargo de desacato a la autoridad. ¿La razón? Unas horas antes, durante un concierto en la ciudad de Belo Horizonte, había incitado a los espectadores a levantar el dedo medio, en protesta por el desalojo policial de un barrio precario. Tres horas más tarde fue puesto en libertad, tras negarse a firmar el informe policial. Rapero y militante, a los 35 años Emicida (Leandro Roque de Oliveira) es uno de los referentes de la música contemporánea brasileña, caracterizándose por una fusión de ritmos afrobrasileños que es muy propia de la cultura de su país. Demostrando que no siempre representa el Mal, Netflix acaba de estrenar Emicida: AmarElo – Todo por el ayer, documental filmado en noviembre del año pasado, en y debajo del escenario del Teatro Municipal de esa ciudad.

“Exu mató un pájaro del pasado con la piedra que arrojó hoy”, cuenta la microleyenda con la que se abre el documental dirigido por quien eligió para sí el nombre de Fred Ouro Preto. Impensada fusión entre el zen y lo afro, la frase no alude a matar el pasado, sino muy por el contrario que pasado y presente coexisten en una misma continuidad. Emicida recoge la herencia del samba, a punto de postular que el rap brasileño es su sucesor. Conviene señalar que el músico no hace sólo hip hop, sino que fusiona ritmos y herencias como la señalada, además del funk, el “roqui” y el jazz, de modo semejante al que ponen en práctica sus pares estadounidenses Chris Scott, Kamasi Washington y Robert Glasper. La actuación del Teatro Municipal (uno al que raramente ingresaron músicos negros en la historia brasileña) lo muestra acompañado de base roquera, percusión afro a cargo de una chica superpoderosa, tres cantantes de apoyo y una sopladora fila de vientos. La platea se pone de pie y enloquece, sobre todo cuando Emicida saluda a los veteranos sobrevivientes del Movimiento Negro Unificado, presentes en la sala.

Cuando no está sobre el escenario, Emicida despliega su pensamiento vivo, en el que recoge la cultura y música negras de su país. Hay imágenes en blanco y negro de los primeros esclavos, el recuerdo del primer fugado de las plantaciones, la anotación de que quienes construyeron la supermoderna San Paulo fueron todos trabajadores negros, la historia del samba desde sus inicios y hasta de algunos de sus instrumentos característicos. Como el surdo (sordo), que los pioneros hacían con bolsas de arena y latas de manteca de 20 kilos. Emicida homenajea a Chico Buarque, Wilson Simonal, Caetano y Gilberto Gil (la influencia de estos últimos puede advertirse en más de un tema). Pero también a leyendas vivas, como el poco conocido baterista Wilson das Neves, que tocaba con el relax con el que muchos futbolistas brasileños mueven la pelota. Das Neves murió a los 84, antes de la finalización de este documental.

Como permite advertirlo la cita inicial, el sincretismo propuesto por Emicida no se limita a lo musical. En su discurso los dioses afro se cruzan desprejuiciadamente con Buda y Shiva, y los escritores modernistas con los comienzos del samba. Desde ya que este moreno claro es un artista político, y la política no se limita en él a lo declarativo. Homenajea a la distancia, como queda dicho, al militante Movimiento Negro Unificado, e incluye en su práctica la política de género, incorporando a dos cantantes trans al show. En tiempos de Bolsonaro, el arte y el mensaje de Emicida se vuelven cada vez más calientes: el documental se cierra con la imagen de Marielle Franco, la militante política, racial y sexual asesinada por sicarios (que algunos asocian a la familia del presidente brasileño) en marzo de 2018.