La planta de cannabis toma significantes muy diferentes según las épocas, las instituciones y las personas. Hasta hace apenas una semana formaba parte de la lista de drogas peligrosas de la ONU, donde compartía terna junto con la heroína y la cocaína. El ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires hizo viral hace diez días en sus redes un video que narra la detención de "Cara de Cannabis", un “delincuente” que cultivaba plantas en su casa. Sin embargo, pacientes en tratamiento con quimioterapia, epilepsia y esclerósis múltiple usan la marihuana para reducir las náuseas y tratar el dolor crónico. Lo cierto es que el cannabis tiene múltiples usos y, sobre todo, un potencial desarrollo como cadena productiva por su demanda, generación de empleo e ingresos fiscales. Así lo plantearon especialistas en el tema durante el seminario "La cadena de valor del cannabis" que organizó la Escuela de Economía y Negocios de la Universidad de San Martín.

Uno de los expositores fue el doctor en Economía de la UBA Andrés López, quien a pedido del Ministerio de Desarrollo Productivo, analizó el mercado internacional, los diferentes jugadores del sector, el rol estatal y privado y sus potencialidades: "El interés de promover la cadena cannábica no tiene solo que ver con la creación de empleo  y los ingresos por ventas al mercado interno y externo; también por la capacidad de innovación a a lo largo de la cadena en genética, fabricación de equipos y, en el caso del outdoor, un gran impacto sobre economías regionales". De acuerdo al informe elaborado por el economista, existe un mercado de cannabis no recreacional que se estima en 450 millones de dólares por año. Durante el 2020 en Estados Unidos las actividades vinculadas al cannabis generaron 200 mil empleos.

Flor de mercado

La planta del cannabis tiene tres grandes usos: al presente, el mercado más importante son el medicinal que se usa en medicamentos con receta y como suplementos nutricionales. Además existe el  uso recreativo que está prohibido en Argentina pero crecientemente legalizado en varios países; y por último el cáñamo industrial utilizado en diversos rubros como el textil, papel, alimentos, productos de higiene, etcétera. 

La cadena de valor comienza con la producción de semillas, desarrollo de variedades y la elaboración de plantines. El cultivo se puede hacer en indoor, greenhouse (invernaderos) y el outdoor a campo, con sus distintos tipos de ventajas y desventajas y de costos de inversión; luego hay una fase de cosecha y secado, elaboración y comercialización del producto. Transversalmente participan en la producción desarrolladores de genética, proveedores de equipos especializados, prestadores de servicios técnicos, productores de fitosanitarios y protección para cultivos que implican oportunidades de desarrollo productivo alternativos al encadenamiento troncal de la actividad. 

Hoy en día, el negocio aún es incipiente: los países que concentran el comercio del cannabis son Canadá y Estados Unidos. Colombia y Uruguay, que son los más avanzados en materia de legalización en el continente latinoamericano,  exportan menos de 15 millones de dólares por año en conjunto. "Esto tiene que ver con que la legalización del cultivo no desarrolla automáticamente la cadena, sino que se tardan años en poner en marcha todo el aparato productivo", aplaca López. 

El mercado cannábico está integrado por al menos nueve empresas transnacionales, principalmente de Estados Unidos y Canadá, cuatro de las cuales cuentan con presencia en América Latina y una tiene una represeantación en Argentina. "Las inversiones que realizan no generan ingresos extraordinarios y las exportaciones no son significativas, pero la estrategia es posicionarse en los lugares donde ven posibles condiciones de negocios (lugares habilitados para el cultivo con costos bajos de producción contra estación)", asegura López y agrega: "La industria cannábica ofrece una oportunidad para países como la Argentina, todo indica que tanto el mercado interno como el internacional van a seguir creciendo. Pero hay que apurarse porque varios países compiten por posicionarse en el mercado cannábico global y el tiempo es ahora para que no se nos pase el tren".

Principal barrera: la regulación

"La principal restricción al crecimiento de la industria hoy en día es el legal", explica Natalia Del Cogliano, Directora Nacional de articulación de asuntos productivos con las provincial. A la fecha, hay más de 50 países con algún tipo de legislación para el cannabis medicinal y el cáñamo industrial. En 2017, Argentina aprobó el uso medicinal del cannabis y en 2020 habilitó por decreto el cultivo para fines medicinales, así como la venta del aceite en farmacias.

Los especialistas aseguran que el decreto no genera demasiado cambio y no implica un incentivo en términos de desarrollo productivo en la industria para el sector privado. Es por este motivo que desde el ministerio de Desarrollo Productivo están elaborando una ley para crear un marco regulatorio que coordine y genere visiones y estrategias para la producción: "Hace falta regular la cadena productiva, a las agencias del estado que tienen que dialogar entre ellas para generar un marco integral de desarrollo de la industria del cannabis industrial y fisioterapéutico", adelante Del Cogliano.