Cuarenteñevskys; aisladitovich de mi corazónovich; contentuskis y alborozadovichs con la nueva ley (“Interrupcionóvich Voluntarioshka del Embarazovsky”, más conocida por su nom de guerre: “Abortóv Legalsky” —que jamás debió ser un delito, perdonen la intromisión de mi opinión personal—); angustroikes porque ya van muchos días de convivencia con quien no se quiere, con quien se quiere pero no tanto, o con la soledad; jubilenkos y jubilenkas que ojalá recuperen lo que les afanarienko en el plan cuatrienal del equípovich mas siniestroff de los últimos cincuenta añovich; adolesuvskys que ya no saben qué hacer para calmar a sus patrenkos y matrenkas; infantenkos preparados para sumergir en detergente lo que les traigan los Reyes Maguinskys… Payaltsvo ("disculpen") que les hable en “rusoliche”: todavía no me tocó darme la vacuna, pero parece que ya me está haciendo efecto… ¿o será la sidrita con la que brindé? ¿O los ocho manjares con los que la acompañé? Vaya uno a saber… En todo caso:

¡Feliz año nuevo! o, como se dice en ruso:

¡Schastia v Nóvom Godú! (Gracias, Gugl).

Pido disculpas, queridas lectoros, por las complicaciones que les pudiera haber traído la lectura del párrafo anterior, pero piensen que tuvieron suerte: un par de copas más, y hubiera escrito directamente en alfabeto cirílico, que no sé si ustedes dominan, pero puedo asegurarles que yo no.

Lo que pasa es que la gente a veces hace cosas muy locas, como:

*escribir en idiomas que no sabe

*usar palabras aun ignorando lo que quieren decir

*repetir lo que ignoran otros para reafirmar el concepto

*hablar de un tema como si fueran especialistas doctorados, pero utilizando la info de una revista que su peluquero/a conserva desde los '70 en la sala de espera

*no jerarquizar bien los hechos y equiparar una palabra poco afortunada con un terremoto

*confundir a la COVID con una gripecinha

*preocuparse por la vida después de la muerte o antes del nacimiento (donde no sabemos si hay vida o no), pero descuidar lo que nos pasa después de nacer y antes de morirnos (donde hay vida seguro)

*salir sin barbijo (o similar) a arriesgar su propia vida y la de sus semejantes en nombre de causas trascendentes o fútiles (la COVID no hace diferencias: es un virus, no un filósofo)

*tomar sidra antes de escribir una columna

*comer de más

*seguir comiendo de más

...y tantas otras absurdancias.

Por supuesto que no todas las cosas locas recién enumeradas tienen las mismas consecuencias ni el mismo peso singular o colectivo, pero ahí están, son las que surgieron de manera “aleatóriavich” en esta noche.

Si todo esto le parece una locura, piense, lector, cómo le habría caído si hace justo un año, el 31 de diciembre de 2019, le decían que durante el año siguiente iba a estar varios meses encerrade en su casa, no necesariamente de luna de miel prolongada; que iba a salir a la calle cual Eternauta; que un abrazo o una cerveza compartida se transformarían en una emboscada viral; y que, al final de ese año, iba a estar con la esperanza puesta en una vacuna, rusa o china o inglesa o cordobesa, usted elige.

Raro, este fin de año.

Aliviante, porque se vienen las vacunas; porque la IVE recién legalizada es, como dijo nuestro presidente, “un tema de salud pública” y no un delito ni un oprobio; porque nos hablan de crecimiento, producción y trabajo, y no de luces al final del túnel ni de segundos semestres.

Preocupante, porque queda muuucho por hacer, por reparar, por construir, y porque parece que como sociedad nos resulta muy difícil cuidarnos, y que más allá de los validísimos motivos singulares o colectivos, COVID sigue mandando en la calle.

Brindo con usted, con ustad y con ustod; no puedo dejar de divertirme con la cantidad de mitos, ritos y leyendas que surgen a partir de la “vacuna rusa”, la Sputnik V. Y fijesé: "Sputnik" quiere decir “compañero (de viaje)”, así que "Sputnik V" quiere decir "compañero de viaje que hace la V".

Quizás podamos relajarnos un poco, y cantar, al ritmo de Sandro:

Rusa, rusa, la vacuna rusa,/ miente quien la acusa/ no hay que ser ilusa/ usá tu cucuzza/ ponete la rusa/ no seas gil.

O como cantaría Leonardo Favio:

Cuando llegue el COVID/ tendrán miles de excusas /

O quizás, simplemente,/ compren vacunas rusas.

¡Salud!

Recomiendo acompañar esta nota con el video “Por fin” (interpretado por el Coro de Cosacos Vacunadores de Balvanera), del dúo RS Positivo (Rudy-Sanz), ubicable en el canal de YouTube de los autores.