En la abundante y diversa literatura infantil y juvenil, las biografías se consagran como un género literario en expansión. Con personajes históricos más o menos conocidos, en el último tiempo, y gracias a los libros, algunos nombres llegan a instalarse con buena fama en las bibliotecas y rutinas de los más pequeños.

Y siguiendo esa tradición, pero con valor agregado, Catapulta incluye en su catálogo la colección Biografías para Armar, recomendada para lectores desde los 11 años, donde reconstruye las vidas de Audrey Hepburn, Jacques Cousteau, José de San Martín, Nikola Tesla, Antoine de Saint-Exupéry y Frida Kahlo. Con las especiales ilustraciones de Pablo Bernasconi, y el texto del historiador Daniel Balmaceda, cada título viene acompañado por un rompecabezas de 300 piezas.

“Lo principal fue encontrar personalidades que ofrecieran valores, y que dieran a los lectores caminos de conocimiento no tan habituales, como ocurre con los casos de Tesla, Cousteau o de Saint-Exupéry, que han generado aportes y de quienes sólo conocemos una parte muy superficial de sus vidas”, comenta Balmaceda. “El objetivo fue hacer un trabajo que combinara la rigurosidad académica que aporta Daniel y la parte artística que podía sumar yo. Me pareció muy atinado el proyecto”, agrega Bernasconi, quien además de dibujante es escritor, y acaba de publicar también en Catapulta la colección Burundi, una serie de cuentos divertidos protagonizados por animales.

En el lanzamiento más reciente, ambos se meten de lleno en la vida y obra de la pintora mexicana, pero siempre con el objetivo de “contar algo original y diferente”, y con la intención de “desmitificar la biografía como un libro pesado y aburrido”. Por eso también, desde el principio, apareció la idea de acompañar cada material con un juego de mesa. “Hay un encuentro y un fortalecimiento de las relaciones a través de esta propuesta lúdica que hacemos de armar un rompecabezas, que tiene que ver con el concepto de la construcción de los personajes. Uno a medida que va leyendo va construyendo el personaje y añadiendo piezas”, afirma el ilustrador.

“Hay una idea de que estos libros son infantiles pero, por lo que uno recoge de la experiencia de los lectores, me parece que no es así. Porque esta colección se lee en familia. Y que padres, madres, hijos, abuelos y nietos lean juntos, y alrededor de la mesa jueguen a armar un rompecabezas que termina siendo una obra de arte, me parece algo genial”, completa el historiador.

-Decidieron trabajar con personajes no tan conocidos por el público infantil, pero en el último título abordaron la figura de Frida Kahlo que entre los más pequeños ya es muy popular, pero con una vida difícil de contar. ¿Cómo fue el proceso de trabajo con este personaje?

Pablo Bernasconi: -En general, investigo mucho el universo visual de los personajes, cómo se vestían, qué objetos los rodeaban, qué les gustaba hacer, y esos elementos cotidianos cobran vida en mis retratos. Trabajo con metáforas, y lo que hago es dirigir los universos icónicos para que transporten ese sentido y lo multipliquen, y eso lo consigo a través de esos objetos. Por eso, en el caso de los retratos que realicé de Frida, ahí aparece la transformación del padecimiento que ella tuvo después de su accidente y lo que hizo que su arte creciera muchísimo en originalidad. Ella pudo convertir el dolor en belleza y quise mostrar eso. Me pasó con ella algo que no me pasó con los otros personajes, porque todo el mundo la vio en alguna imagen. Es como hablar del Che Guevara. Y lo que quise hacer es quitarme eso de la cabeza. Por eso, lo más difícil fue correrme del lugar común y deconstruirla para aportar algo nuevo.

Daniel Balmaceda: -Frida es un personaje con una personalidad compleja para la narrativa. Hay mucho escrito sobre ella, por lo tanto tratar de encontrar una línea argumental donde no quedara simplemente como una artista, sin la vida que le tocó llevar con muchos sinsabores, era un desafío. Y creo que el valor del texto es, de hecho, mostrar cómo la adversidad, a veces, se puede sobrellevar a través del arte. Y mi trabajo está compensado con el de Pablo, porque sus ilustraciones son para enmarcar, son exquisitas, y su arte está en un punto muy alto en el título sobre Frida.

-¿Qué hace que su nombre tenga hoy tanta masividad sobre todo en las generaciones más jóvenes?

D.B.: -Frida es un icono visual que despierta una atracción que no tiene que ver con la belleza sino con un conjunto estético que no pasa inadvertido. A partir de allí, uno tira del hilo y se encuentra con una vida cargada de momentos buenos y de otros malos, que a veces son muy complicados.

P.B.: - Creo que ella es furor porque llegó en un momento en el que la mujer necesitaba un emblema de resiliencia. Y además es un personaje contemporáneo, que es muy atractivo por la extravagancia de los elementos que la rodean. Cuando hicimos la selección de los personajes, yo no estaba seguro de incluirla porque me parecía que íbamos a estar aprovechando una inercia comercial vinculada a su imagen y esa idea no me cerraba. Esa parte fue bastante discutida, pero finalmente accedí porque entiendo que todavía hay muchas cosas para decir de Frida Kahlo. Lo que con más fuerza rescato de ella es la capacidad de transformación que tenía a nivel intelectual y espiritual, y que se manifestaba a nivel físico. Porque es la prueba de que con el arte se pueden transformar la realidad y los deseos.

-¿Implica un condicionamiento retratar a un personaje histórico?

P.B.: - No. Por el contrario, la información de esos personajes me ayuda a construir a partir de eso. Y soy riguroso con lo que cuento. Para mí es muy importante que lo que estoy contando con mis dibujos sea verosímil. Y lo que más cuesta de los retratos, a veces, es que logren una personalidad distintiva. En el caso de Frida, por ejemplo, conté con mucho material riquísimo, pero hay otros artistas que me cuestan más.

-Quienes escriben historias de vida adaptadas para el público infantil, tienen el desafío de no subestimar a los lectores, pero al mismo tiempo de cuidar el lenguaje y buscar el modo de contar ciertas situaciones que pueden ser difíciles de procesar a ciertas edades. ¿Cómo se encaró ese desafío en la escritura?

D.B.: - Siempre uno se encuentra con momentos en los que se pueden decir las cosas de una manera sencilla o un poco más compleja, y en el caso de estos libros opté por subir la vara, porque prefiero que este tipo de experiencias sean un desafío. Pero siempre dentro del terreno en el que sea una lectura cómoda para los chicos, donde su universo de palabras e ideas sean la base de la escritura, y donde también tengan la posibilidad de adquirir nuevos conocimientos.