“Ya no tendremos muertes en abortos clandestinos. Habrá menos lesiones en la la salud de las mujeres. Habrá menos perforaciones de útero. Habrá menos humillaciones, menos sufrimientos y esa reparación que hace hoy el Estado nos enorgullece profundamente”, enumeraba la Secretaria Legal y Técnica de la Presidencia, Vilma Ibarra, en el Museo del Bicentenario. Caía la tarde y un auditorio que reunía a integrantes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, activistas de otros espacios del movimiento de mujeres y de derechos humanos, diputadas, diputados, funcionarios nacionales, venía de emocionarse, minutos antes, con otro tramo del discurso, que puso calor a un espacio frío, poco receptivo a la mística de la militancia verde. Lo que estaba por suceder, la promulgación de la Ley 27.610, de interrupción voluntaria del embarazo (IVE), iba a abrir la puerta a otro mundo, había dicho Ibarra. En la clandestinidad “han dejado su vida más de 3 mil mujeres desde que recuperamos la democracia. Allí las mujeres han visto afectada su salud. Allí, en esa clandestinidad se han sentido humilladas. Y hoy venimos a reparar esto”, había detallado la funcionaria, visiblemente conmovida, y estallaron los aplausos. Instantes después, cuando faltaban cinco minutos para las 7 de la tarde, Ibarra alcanzaba al presidente Alberto Fernández los textos de las leyes del Plan de Mil Días (Ley 27.611) y de IVE que el Congreso sancionó en diciembre; el presidente firmó ambas. La promulgación era un hecho. La norma se publicará este viernes en el Boletín Oficial, comenzará a regir el 24 de enero. No hace falta que cada provincia adhiera a ella para que entre en vigencia en todo el país. “Tenemos una mejor sociedad, más igualitaria. Hoy empezamos a escribir otra historia, que es la de buscar más derechos”, dijo Fernández, escoltado en la mesa también por el jefe de gabinete, Santiago Cafiero, la ministra de las Mujeres, Elizabeth Gómez Alcorta y el ministro de Salud, Ginés González García.
"Hoy todas las mujeres saben que, embarazadas, van a tener un Estado detrás de las que le va a dar salud y garantía de ingresos suficientes para que ella y su hijo o hija puedan desarrollarse como corresponde”, describió el presidente, en referencia a la ley de Mil Días. Pero el acto, añadió, también daría fuerza de ley a otro texto, que marca “también la posibilidad de que la mujer que no quiera seguir adelante con su embarazo pueda ponerle fin y el Estado esté allí para garantizar la salud que la clandestinidad hoy no le garantiza. Por lo tanto, lo que estamos ampliando es simplemente la capacidad de decidir, que no es poco”.
El atardecer verde
En menos de una hora, el Museo del Bicentenario condensó parte de una historia de décadas, llena de muchos más nombres de los que pueda referir una crónica. Las referentes históricas de la Campaña, junto con las jóvenes, habían ido llegado pasadas las 5 de la tarde. Entre las sillas dispuestas --protocolo pandémico mediante-- a prudente distancia entre sí, y mucho más que eso del sector destinado a periodistas, deambulaban de un sector al otro, conversando con activistas, con funcionarias, con legisladoras y legisladores, a muchas de las cuales conocen de antes, de años, de décadas de activismo y luchas compartidas. Martha Rosenberg, de pañuelo verde en mano y bandera enorme desplegada en el respaldo de la silla (igual que en la de Celeste Mac Dougal), se fotografiaba con Alejandra Flechner, de Actrices Argentinas, mientras Marta Alanis, Nelly Minyersky, Julia Martino, la actual ministra bonaerense de las Mujeres, Estela Díaz, de a ratos, recorrían el salón y conversaban con quienes iban llegando. Nina Brugo (chalina verde al cuello y pañuelo verde en muñeca, saco naranja --“por la separación de la Iglesia y el Estado”--, broche violeta --“por el feminismo”--) recorría el salón saludando y enmendando errores: donde observaba falta de pañuelo verde, volvía a su silla, a la cartera, y entregaba uno nuevo. “Porque sin pañuelo no va”, decía, y seguía.
Rosenberg, habitualmente de pocas palabras, atesoraba en la cartera una carta breve. En algún momento había pensado, explicó a esta cronista cuando el acto llegaba a su fin, que quizá podría encontrar oportunidad de leerla, algo que no sucedió. “A esta ley --hija nuestra-- que le debemos al empuje de una multitud de compañeras de todo el así y de todos estos años, nosotros le hemos puesto nombre: la llamamos Ley Dora”, cerraba el texto, en referencia a Dora Coledesky, la activista feminista, abogada y militante política que en la década del 80 fue una de las fundadoras de la histórica Comisión por el Derecho al Aborto. “Estoy acostumbrada a hablar y escribir en tono de batalla y no en tono de alabanza. Entonces, me faltan palabras para decir mi nueva relación con este hecho histórico, que celebro porque hoy ya no es un deseo o un anhelo, sino el resultado obtenido con muchos años de luchas colectivas en las que he participado, insistido, desesperado, peleado, demandado y en el último tiempo hasta profetizado junto con mis compañeras de la Campaña”, escribió. El futuro, auguró, es el territorio: “conseguir que la ley se encarne en las prácticas concretas y de acceso universal, que es el objetivo emergente de este momento histórico”, que terminará, “respetando la interseccionalidad”, con “la transformación social de fondo: la demolición del patriarcado”.
La tucumana Soledad Deza, activista de Mujeres por Mujeres y abogada de “Belén” --la joven que fue encarcelada por haber padecido un aborto espontáneo-- y Malena Galmarini recorrían los pequeños pasillos estrechos entre sillas, convertidos en laberintos por donde transitaba también la historia reciente de la ley de IVE. Allí estaban también Mayra Mendoza y Daniel Lipovetzky, que actualmente fungen de intendenta de Quilmes y diputado bonaerense, pero en 2018 tuvieron roles clave en las articulaciones en la Cámara de Diputados para que el aborto, por primera vez, lograra la media sanción en Argentina. Cerca, se hallaban diputadas que estuvieron en la Cámara entonces y en 2020, como Mónica Macha (quien el año pasado, además, presidió la comisión que fue cabecera del plenario que emitió dictamen para llegar al recinto, Mujeres y Diversidad), Cecilia Moreau (presidenta de la comisión de Legislación General, y que, con el proyecto encaminado hacia el recinto, cerró el debate en comisiones dando testimonio de lo que significó recurrir a la clandestinidad cuando tenía 16 años).
La Historia que trazó el futuro
El pañuelo verde coloreaba hasta las muñecas de camarógrafas y camarógrafos encargados de la transmisión oficial, que comenzó --como el acto-- a las 6.39, cuando los funcionarios nacionales se sentaron a la mesa. “Estamos haciendo historia”, dijo la ministra Gómez Alcorta, ante la mirada de algunas activistas y referentes del movimiento de mujeres que hoy revisten en esa cartera, como Alba Rueda y la cordobesa Cecilia Merchán. “Estamos acá porque se conjugó una larga historia de luchas de los feminismos, de miles de mujeres, del movimiento de mujeres y de la diversidad y también la decisión política de un gobierno, de su Presidente y Vicepresidenta por seguir ampliando derechos”, añadió, antes de augurar que la ley generará más que un cambio de estatus de una situación sanitaria: “también implicará una enorme transformación cultural, material y subjetiva, vinculada a la autonomía de los cuerpos y los deseos de las mujeres que tienen implicancias en nuestras vidas diarias”.
Poco después, Ibarra se definió como “coordinadora de un equipo” y recorrió no sólo los cambios vitales que la ley de IVE abrirá para las argentinas, sino también lo que el trayecto para alcanzarla significó para las políticas (y los políticos) involucradas en el proceso, a quienes agradeció por el “clima de diálogo democrático”. “Hemos hecho una red de un profundo trabajo , sobre todo de un compromiso de trabajo conjunto. Hemos tendido puentes, hemos hablado, hemos confiado en nosotras y hemos salido adelante para sancionar estas leyes”, describió la funcionaria en referencia a legisladoras y legisladores, pero también a las y los responsables de ministerios nacionales como Gómez Alcorta, González García, Wado de Pedro, ministro del Interior, Daniel Arroyo, de Desarrollo, y también a la responsable de la Anses, Fernanda Raverta, “que trabajaron muchísimo en la sanción y redacción de la ley de Mil Días”.
Ibarra reservó otro tramo de sus agradecimientos para trazar una línea histórica fuertemente vinculada a la ampliación de derechos y que conecta 2020 con 2010: recordó al equipo jurídico con el que trabajó hace diez años y en 2020. “A mi equipo jurídico sólo le puedo decir gracias. Allí estuvo la pluma también de la ley de matrimonio igualitario, de identidad de género y ahora estas leyes”, señaló. Esas leyes, dijo la funcionaria, "viven en un mundo y en un país que todavía guarda desigualdades muy fuertes para las mujeres, donde la pobre tiene más rostro femenino, la brecha salarial tiene más rostro femenino, la discriminación tiene más rostro femenino, donde a las mujeres nos cuesta más y nos resulta más difícil cada paso desde cada día, esperamos dejar a las nuevas generaciones un país un poquito más igualitario”.
Auguró: “Esas jóvenes que vemos en las calles, esas jóvenes que vemos peleando por sus derechos van a seguir garantizando la igualdad. Hoy dejamos un país que las va a tratar con más dignidad, con más respeto, que les va a garantizar la salud y ellas se van a encargar de seguir peleando por la justicia que nos merecemos las mujeres y las diversidades”.