Mientras las dos sondas Voyager navegan por el espacio, esperando ser rescatadas por alguna civilización extraterrestre, en su interior cada una contiene un disco de oro (para que dure mil millones de años) que reúne imágenes y sonidos de la Tierra. Además de canciones aborígenes, tañido de trenes y caballos, saludos en 55 idiomas y música de Bach, Beethoven y Chuck Berry, el presidente del comité encargado de reunir el material, Carl Sagan, quiso añadir Here Come the Sun, clásico de los Beatles. Pero la disquera EMI se opuso.

Sin embargo, el sello personal del famoso astrónomo y científico radica en la inclusión de la grabación de ondas cerebrales y latidos del corazón de su esposa Ann Druyan (directora creativa del proyecto Voyager Golden Record), al día siguiente de proponerle casamiento. Ese gesto cautivó tanto a Robbie Chater, integrante de The Avalanches, que inspiró We Will Always Love You, cuyos 25 tracks están atravesados por la idea de la música como expresión universal.

Así lo advirtió el dúo a través del video del primer corte de su nuevo disco, titulado igual que el álbum y publicado en febrero pasado, al que le secundaron otras puestas afines para sus siguientes singles. La excepción de esos cinco temas es Running Red Lights, que muestra una versión más terrenal, tanto estética como musicalmente, del laboratorio sonoro que completa Tony Di Blasi.

Tragos con delay

Si había pasado década y media para que saliera su segundo álbum, ahora el grupo que puso a Australia en el mapa de la cultura pop en el siglo XXI demoró cuatro años para este tercero. Eso se tradujo en un sonido aún más orgánico y simple, lo que no es un rasgo menor si consideramos que su debut, Since I Left You, fue articulado a partir de 900 trozos de canciones de música disco, soft rock, sunshine pop y new wave. La leyenda, de hecho, dice que fueron 3500.

A pesar de que su núcleo se sigue sosteniendo principalmente en samples, el tercer disco de The Avalanches, lanzado el 11 de diciembre, combina ese material prestado con instrumentación original de los miembros de la banda (ambos son músicos) y un montón de voces invitadas. En principio, el concepto y la dinámica laboral no parecen distintas a las del trabajo anterior, Wildflower (2016), salvo por un detalle: el proceso de producción comenzó luego de que Chater se desintoxicara del alcohol.

Después de haber tratado su adicción anteriormente, el músico sufrió una recaída en 2016, lo que decantó en que su compañero siguiera solo el tour que tenían programado. A contracorriente de las expectativas de su mánager, unos meses más tarde finalizaron juntos esa serie de presentaciones. Y aunque en sus discos se comportan como un proyecto de hip hop y de música electrónica, esa propuesta digital se transforma en una banda con instrumentos convencionales sobre el escenario.

Momo sampler

Antes de entrar en la clínica de rehabilitación, Chater, a manera de liberación, vendió y regaló casi todos sus 7000 vinilos porque, según manifestó, "deseaba un nuevo comienzo y permitir que llegara nueva música". Pese al valor sentimental de esa discoteca, debido a que muchos de esos discos habían sido usados en Since I Left You y Wildflower, el artista los repartió entre una tienda benéfica y las bateas de su disquería, Licorice Pie Records.

Pero conservó 200 discos, de los que destacan los que le dejó su padre cuando murió: una pequeña colección de música folk que terminó siendo usada hasta más no poder en We Will Always Love You. Si bien conserva la naturaleza cálida y vibrante de sus antecesores, el nuevo disco es más contemplativo y suave. Se inspira tanto en la música dance como en el gospel y el soul con conciencia social.

Con ese gesto y este tercer álbum, Chater finalmente hizo las paces con Since I Left You, uno de los discos más influyentes para la música electrónica. Luego Discovery (2001), de Daft Punk, apeló por un método de producción similar: el reciclaje de canciones de otras épocas para darles una nueva vida.

Al armar su debut, el laboratorio sonoro oceánico pretendía jugar a conseguir vinilos raros y construir tracks gracias a la bendita contingencia. Nunca se les pasó por la cabeza lidiar con los permisos para usar los samples (entre ellos Holiday, de Madonna, autorizado por la propia cantante). Pero el proyecto se les fue de las manos apenas pusieron a circular entre sus allegados los primeros frankensteins: Electricity y Radio. Les fue tan bien con lo que mostraron que su disco debut salió a la venta el 27 de noviembre de 2000.

Entre lo universal y lo divino

Si hay un rasgo que atraviesa esta terna de álbumes, ahora que se cumplieron dos décadas del primero, es que son una odisea. Además de tener a la universalidad de la música como disparador, We Will Always Love You ocupa sus 72 minutos con momentos inspirados igualmente en "la muerte, el más allá, las estrellas, los seres celestiales y todo lo que está ahí afuera", explicó Charter.

De manera que el sampleo de artistas que fallecieron cobra más peso que nunca y sigue siendo la base de The Avalanches, esta vez a manera de exploración nostálgica y romántica de cómo la música sobrevive a sus creadores. Aunque también intervienen músicos en actividad, quienes prestaron sus voces e instrumentos y hasta interactúan con las historias de los miembros de The Avalanches, lo que aseguró que el disco tuviera una propuesta diferente con respecto a lo que hicieron antes.

"Si lucho contra la aflicción es porque me encontré con mis contradicciones", canta Sananda Maitreya en Reflecting Life (construida en torno a un sample del tema Glow Worns, de Vashti Bunyan), a partir del intercambio de mails en los que Chater le reveló su viaje a través de la adicción y la enfermedad, y las ideas que el álbum explora. Aparte del artista antiguamente conocido como Terence Trent D'Arby, esta dupla de collagistas musicales (admiradores de Brian Wilson) trajo por primera vez a otros vocalistas invitados, porque llevaba menos tiempo que encontrar los samples indicados.

Así, mientras en el tema que le da título al disco participa Blood Orange, en The Divine Chord colaboran Andrew Vanwyngarden (MGMT) y Johnny Marr (The Smiths). Y si Take Care in Your Dreaming reúne a Denzel Curry, Sampa the Great y Tricky, otro trío terrible, conformado por Jamie XX, Neneh Cherry y Clypso (amparados por un sample de Carlinhos Brown), se puso al servicio de Wherever You Go.

Hay dos canciones que funcionan como manifiesto del disco: Music is the Light, con Kelly Moran y el japonés Cornelius, e Interstellar Love, que mecha un pasaje del clásico Eye in the Sky de Alan Parsons Project, al tiempo que Leon Bridges canta: "Nuestro amor pertenece a las estrellas", en clara alusión a la relación entre Ann Druyan y Carl Sagan.

A pesar de que Mick Jones, Rivers Cuomo, Perry Farrell, Karen O y Kurt Vile, que completan el asombroso elenco de convidados, aceptaron inmediatamente sumarse al disco, Druyan canceló su grabación. No obstante, se congració al permitirles usar la imagen que aparece, pasada por un espectógrafo, en la tapa del disco.

En We Will Always Love You, donde los interludios ayudan a forjar una experiencia auditiva coherente, cada track se comporta como un encuentro con algún personaje nuevo o un pasadizo escénico. Se siente como una fiesta repleta en la que se es consciente de que todos la pasan muy bien. Por más que no se puedan identificar sus caras.