“Un presidente a la vez” es la frase más escuchada por estas horas en el Gobierno para referirse al cambio de mando en los Estados Unidos. Hasta este miércoles, ninguno de los ministros de áreas sensibles hablaba de la gestión Joe Biden. Pero con el demócrata en el sillón de Donald Trump, el Ejecutivo, la Cancillería, Economía y la embajada en ese país empezaron a afinar el lápiz para listar los nudos económicos locales que deberían destrabarse si el cambio de signo político se plasma, efectivamente, en una visión diferente del mundo y la región. 

En esa nómina, en primer lugar aparece lograr el aval político para cerrar la renegociación con el FMI que dejó Cambiemos; seguido de un replanteamiento de las exportaciones argentinas de biodiesel cerradas por Trump; más trabajar en conjunto en lo que creen que será un viraje de Estados Unidos respecto a las relaciones comerciales y políticas con los países. Un factor que, entienden en el Gobierno, ya empezó a influir en la consideración de países de la región que comulgaban poco con la línea argentina.

Según contaron a Página I12 fuentes oficiales, el canciller Felipe Solá tiene señalado con resaltador la idea del gobierno de Alberto Fernández de un Estados Unidos que vuelva al multilateralismo. Entienden que la defensa histórica de sus intereses no estará en discusión, pero que, por diálogos ya mantenidos, puede haber un regreso del país del norte a escenarios globales de debate económico, más que la lógica más bien bilateral que impuso Trump.

“Al irse Trump, vemos que se relaja la tensión que había en las reuniones con algunos países, que estaban muy atados al mandato de un Estados Unidos duro con los latinos”, contó una fuente oficial a este diario. Citaron, por caso, lo mejores climas que se vieron en la reunión que Fernández mantuvo con el colombiano Iván Duke en la asunción del nuevo presidente de Bolivia. En la misma línea ponen el asado que el mandatario compartió con el uruguayo Luis Lacalle Pou en Colonia; y hasta la videoconferencia con Jair Bolsonaro o las reuniones que hubo y habrá con el presidente chileno, Sebastián Piñera. Todos mandatarios que no leen la economía y la política con el prisma de Fernández, pero que se acomodan a una nueva lógica estadounidense.

El Fondo

El ministro de Economía, Martín Guzmán, fue el más cauto con aventurarse en definiciones sobre post trumpismo. “Hay que ir paso a paso”, les dijo a los propios. Sin embargo, en Hacienda confían, ante algunas señales previas, que Estados Unidos puede ser un padrino político del convenio con el Fondo. La designación de Janet Yellen en el Tesoro y el pendiente nombramiento de un secretario de Relaciones Internacionales afín a sus ideas, puede ser una condición positiva pero no definitoria. 

De hecho, hay una línea en el Gobierno que señala otro punto casi más relevante que la silla del Tesoro. Que Biden es el segundo presidente católico de la historia estadounidense, y que tiene un nexo fluido con el Papa Francisco. Se entusiasman con que eso opere como algo similar a lo que pasó con la negociación con los bonistas privados: allí, el Papa fue el interlocutor que acercó las partes entre el Ejecutivo y la alemana Angela Merkel y la propia titular del FMI, Kristalina Georgieva.

“Si tuviera que elegir, el primer pelotón de temas que tenemos es la negociación con el FMI. Fue una cuestión central la deuda en el diseño de la política exterior de Alberto Fernández”, dijo el embajador argentino en los Estados Unidos, Jorge Arguello, en declaraciones al canal IP Noticias. Ese frente se atacará desde aristas diferentes, con política nacional, internacional y asociativismo estratégico con líderes. 

El combustible verde

El tercer punto que Argentina tiene en la agenda inmediata es casi tan importante como arreglar la deuda. Desde el inicio de la gestión Trump y con la excusa de proteger a los productores locales, Estados Unidos le cerró a Argentina el acceso a su mercado de biodiesel. Ese cerrojo, del mercado más grande que tenía el combustible verde local, no sólo le imposibilitó al país recibir unos 1300 millones de dólares anuales, sino que casi le clausuró una industria que ya venía penando por la caída de la plaza europea.

“Esperamos que haya un cambio en eso, que se pueda negociar, no nos parecen válidos los argumentos que tenían”, contaron desde el Gobierno. Naturalmente, Argentina tiene un problema de restricción externa crónico y vive esperando dólares, que bien podrían ingresar por esa vía. En ese frente y lobby, el Gobierno incluso trabaja con las empresas del sector privado para reactivar un sector clave. “Es un tema central para nosotros”, aclara.

En este escenario, lo que sí creen el Gobierno es que se viene un Estados Unidos más centrado en Main Street, en la economía real, que en los sectores financieros y especulativos graficados con Wall Street. Ver para creer.