ADOLESCENTES - 8 PUNTOS

Adolescents, Francia, 2019

Dirección y guion: Sébastien Lifshitz

Duración: 135 minutos

Intérpretes: Anaïs y Emma.

Estreno en My French Film Festival 

Por la cualidad de su registro, el aspecto más o menos casual y estilo narrativo “suelto”, sin los plot points de los que suelen echar mano los guionistas profesionales, Boyhood (Richard Linklater, 2014) sólo delataba su condición de ficción por la presencia de actores conocidos en el elenco. Adolescentes, décimo largometraje del realizador parisino Sébastien Lifshitz, es una suerte de compañera espiritual de la película de Linklater. No sigue a sus protagonistas a lo largo de doce años sino “sólo” cinco, durante lo que podría considerarse el corazón de la adolescencia. Al contrario de Boyhood, Adolescentes sólo delata su condición de documental porque en los créditos finales, quienes figuran como protagonistas son “Anaïs” y “Emma”. Al ser más concentrado el arco temporal que en la película de Linklater, las mutaciones de ambas son más leves, más imperceptibles, tanto en términos físicos como de vivencias. Al finalizar (es tal la sensación de continuidad del film, que hablar de final suena como la Novena Sinfonía en mi bemol) Anaïs y Emma serán un poco otras, un poco las mismas. Como la edad que retrata, Adolescentes es una película en tránsito.

La película es tan sencilla y directa como el título. Anaïs y Emma son compañeras del secundario, y amigas. Como el sistema educativo francés está secuenciado de modo distinto al argentino, cuando el film comienza ambas tienen 15 y cursan el último año de la primaria. El momento justo de la transición. Tienen físicos, caracteres, inserción social y destinos tan opuestos como sólo un guionista experto parecería capaz de concebir, cuestión de que le cierre el balance. O un buen director de casting, por más documentalista que sea (ver entrevista). Emma es morocha, delgada y tímida. Anaïs es pelirroja, rellenita y expansiva. Emma es hija de padres profesionales, los de Anaïs son de clase media, tirando a baja. Viven en una ciudad de provincia llamada Brive. Emma discute con su madre porque Geografía no le gusta nada. Anaïs se aburre en clase, habla con las compañeras en voz alta, protesta por lo inconducente del estudio. Ninguna de las dos sabe qué hacer después del cole. Desde lejos les ponen puntaje a los chicos, como a ellas en las pruebas, de acuerdo a lo “churros” que son. Es la edad en que unos y otras todavía están lejos. Eso va a ir cambiando.

Lifshitz empezó a rodar en 2015, en paralelo con el ataque a la redacción de Charlie Hebdo. Por ese azar que suele signar a los documentales, Adolescentes es entre otras cosas un registro sobre el modo en que el más brutal choque de culturas, el terrorismo, la conversión del estado en estado policial, son procesados por un grupo de chicos que asoman a la vida civil. Aparece el miedo a salir a la calle, pero también la lucidez de no confundir islamismo con extremismo. Una chica sigue las secuelas del atentado en su celu, y Lifshitz filma en el mismo plano la pantalla del dispositivo y la reacción del grupo de amigos ante ese horror desconocido. La puesta en escena de Adolescentes es flexible y precisa, oscilando entre discretos planos a distancia y primeros planos escrutadores.

Al momento de elegir especialización, Emma y Anaïs se bifurcan: la primera está entre la actuación y el cine, la segunda empieza a descubrir que le gusta atender a niños y ancianos enfermos. Empieza a atender también a su madre, cuando ésta ya no está en condiciones de desenvolverse sola: la relación se invierte. Emma sigue "echándole flit” a la suya, que como muchas parece querer manejar a la hija por control remoto. Emma, que frunce su boca de un modo que un actor profesional no podría, rumia entre dientes “no soy con otros igual que con ustedes”: autopercepción esencial del adolescente. Pronto llegará el momento de soltarse en la disco (escena de inimitable vividez), y de probar qué se siente cuando se está a solas con un chico. Se siente un poco raro. Ya habrá ocasión de hacerse amiga del deseo propio. Pero eso queda para otra película: en ésta es tiempo de adolecer.