“La historia me conmueve y estos chicos son sobresalientes”, dice Mariana Wenger y lo ratifica a lo largo del diálogo, admirada como se la escucha sobre los protagonistas de su próxima película: Georgina Melatini y Pablo Martínez, surfistas con discapacidad, vueltos hoy referentes deportivos que despertaron la motivación de la directora.

“La película surge a partir de una amiga, también ex-Leona, Marisa Brida, con quien jugábamos hockey cuando éramos chicas. Ella es psicóloga y ahora coachea, a través del mindfulness, a gente del equipo argentino de surf adaptado, pero fundamentalmente a dos chicos que son encantadores. Me contó la historia de ellos y le dije: ‘¡qué bueno para un documental!’. Fue así que me propuso inmediatamente presentarme con ellos y ver la posibilidad de hacerlo. Ellos vieron material mío, les gustó, y quisieron que dirija la película. Así surgió Surfeando el Cielo”, explica Wenger a Rosario/12.

El año que pasó, Wenger estrenó dos animaciones: Infancias perdidas y Password, el primero –con dibujos de Alfredo Piermattei- completó una trilogía dedicada a Eduardo Galeano, elaborada a partir de textos suyos. La animación es parte fundante en la trayectoria de la realizadora, y aquí también espacio para ella, según revela, en una articulación que contendrá entrevistas y una deriva que el propio rodaje sabrá encontrar. Contar con el aval de Georgina Melatini y Pablo Martínez ya es el mejor de los comienzos. Según la directora, “empecé a contactarme con ellos y a indagar un poco en sus vidas; y así fue creciendo en mí esta cuestión del surf, sobre cómo atraviesan la discapacidad, y me entusiasmé con una película que tiene que ver con la resiliencia y con la valentía de entrar en el mar y surfear”.

Wenger parece estar pendiente de todas las imágenes y posibilidades que la película le abre, con la atención puesta en ser precisa y acorde con el temperamento extraordinario de los protagonistas. “Georgina tiene mielomeningocele, un tipo de espina bífida, como se le dice. Está casi todo el día en silla de ruedas, hasta que la llevan al mar y se sienta en su tabla. Ella es realmente impresionante, una guerrera, que ahora armó la primera escuela de surf adaptado del país en Mar Chiquita y fue noticia en muchos medios. En la escuela da clases, charlas, y hay lugar para chicos con todo tipo de patologías, sean neuronales o físicas. Ella los anima y tiene ayudantes. Y se nota que el mar les genera una potencia tremenda, los hace sentir empoderados, funciona muy bien con chicos que estén deprimidos por alguna discapacidad”, señala. Entre muchos méritos más, Georgina Melatini obtuvo la medalla de bronce en el Amp Surf ISA World para Surfing Championship, integrando la delegación argentina.

--¡Que personaje el mar! Allí tenés todo un mundo donde indagar también.

--Cuando empecé a ver en ellos su resiliencia, que es algo que me conmueve y me da ganas de trabajar, a la par de su relación con el mar, apareció también una poética. La película va a estar atravesada por la poesía, y la estética del relato va a tener que ver con el equivalente de los pájaros y la libertad junto al surfing. Al principio habrá una animación, como en todas mis películas. Ahora los chicos están en el mar, Pablo en Mar del Plata y Georgina en Santa Clara del Mar.

Sobre Pablo Martínez --no vidente desde los cinco años a raíz de una neuritis óptica--, Wenger comenta sobre su notable inteligencia y lo mucho que ama la lectura: “es una persona muy sensible, que ha aportado hasta textos de Galeano y de Nietzche para compartir en la película; él contribuye con todo lo que tiene en paralelo en cuanto a filosofía y literatura”. Y agrega: “la persona ciega, a pesar de ser independiente, siempre siente que se va a chocar con algo en la calle; por eso, la primera impresión que le dio el mar a Pablo –quien hace cinco años que practica surf- fue la sensación de poder estar en un lugar tan amplio donde no iba a chocar con nada, una sensación de libertad enorme, de expansión. Así fue cómo comenzó a nadar, entrenar, a ganar campeonatos argentinos y ser campeón sudamericano en 2018”.

Mariana Wenger, directora de Surfeando el Cielo.

Hay un nexo emocional, que moviliza a la realizadora, algo por lo demás presente en su obra: “Más allá de que en 2020 me la pasé trabajando y fue un año productivo, esta película es algo que tiene que ver, de alguna manera, con la pandemia. Si los otros pueden, ¿cómo uno no va a poder? Hay algo con mi historia personal, porque mi abuela escapó de los nazis con mi papá en un barco. Si mi abuela pudo, luego de pasar por todo eso y abandonar la familia, uno puede también y con lo que sea. Es una norma que tengo para la vida en general. La cuestión es que me entusiasmé muchísimo con la película”.

Surfeando el Cielo está en curso y llegan buenas noticias, como la distinción que el guion recibiera de la fundación internacional From The Heart, de Estados Unidos; además, ya cuenta con una serie de sponsors a los cuales la realizadora quiere especialmente agradecer y mencionar: CX, Intel, Gigabyte, Western Digital, Kingston, Adata, MSI, Sport 78 y Fluid. “Todos estamos trabajando a pulmón y la verdad que lo vale. Estoy muy conmovida y contenta, trabajando mucho junto a Alejandra Cuenca, la madre de Georgina, quien lleva adelante la producción en Santa Clara del Mar, y Marisa Brida, la psicóloga, de una tarea fantástica como productora en Buenos Aires. Nosotras tres junto a los dos protagonistas, dos remadores de la vida. O mejor todavía, dos surfeadores”.