¿Más inéditos de Marcel Proust (1871-1922), un siglo después de En busca del tiempo perdido? La confirmación de que hay más relatos eclipsa la perplejidad inicial de lo que parece imposible para empezar a celebrar lo que suscitará esa nueva galaxia textual proustiana a 150 años de su nacimiento (el próximo 10 de julio). La editorial Gallimard anunció que publicará el 18 de marzo Les 75 feuillets et autres manuscrits inédits (Las 75 hojas y otros manuscritos inéditos), textos que aparecen mencionados por el editor Bernard de Fallois en la edición francesa de 1954 de Contre Sainte-Beuve y que no se encontraban en la Biblioteca Nacional de Francia con el resto de los manuscritos del escritor francés. El libro está anotado por Nathalie Mauriac, bisnieta de Robert Proust, hermano del autor. Jean-Yves Tadié, biógrafo y especialista en Proust, escribió el prólogo.

Después de más de medio siglo de búsquedas, la reaparición de estos textos en 2018, tras la muerte de Bernard de Fallois, especialista en Proust y editor de George Simenon (1903-1989), “es una gran noticia”, destaca Gallimard. Las 75 hojas... formaban parte de una herencia familiar legada a De Fallois, quien decidió no publicar esas páginas cuando las descubrió, en 1954. El editor francés decidió donar ese legado a la Biblioteca Nacional de su país. Escritos en 1908, son una “pieza esencial del rompecabezas” de la obra de Proust, según anticipa la editorial francesa que los publicará en marzo. En 2019 se publicó una serie de textos inéditos del escritor francés El remitente misterioso y otros relatos inéditos, recientemente editado en España por la editorial Lumen, con traducción y prólogo de Alan Pauls. Se trata de ocho cuentos inéditos, que abordan el tema de la homosexualidad, que el propio autor descartó tras la publicación de su primer libro, Los placeres y los días, en 1896.

En el prólogo de El remitente misterioso, Pauls propone pensar En busca del tiempo perdido “no como (…) un agujero negro absoluto, capaz de magnetizar y tragarse todo lo que entrara en su órbita, sino como (…) una máquina de expulsar, formidable fuerza centrífuga de la que nos llega, muy cada tanto, alguna astilla perdida, excepcional”. ¿Por qué Proust archivó estos relatos sin siquiera comentarlos con nadie? El profesor de la Universidad de Estrasburgo Luc Fraisse, editor francés del libro, despeja la cuestión sin rodeos y Pauls la suscribe: “la mayoría de estos textos, dice, ponen en escena el deseo homosexual, un problema que ronda En busca del tiempo perdido. Pero Sodoma y Gomorra, el volumen que lo vuelve escandalosamente explícito, se publica de manera póstuma, lo que señala hasta qué punto Proust necesitaba alejarse, estar más allá, del otro lado de su novela, para decir sin rodeos lo que tenía que decir sobre el problema, y del modo en que pensaba que debía decirlo”. Fraisse advierte que el lector descubrirá, en esos cuentos, a un Proust de 22 años, “un hombre joven asombrosamente preocupado por la muerte, por los últimos instantes de la vida”.

En 2016, el sello argentino Ediciones Godot publicó la primera traducción al español de Marcel antes de Proust. Textos recobrados de Le Mensuel, realizada por Matías Battistón, que reúne los once artículos publicados por Proust en esa modesta revista francesa entre 1890 y 1891, recuperados por el bibliófilo y cineasta francés Jérôme Prieur en 2012. “Cada nuevo lector, es cierto, inventa a Proust, pero hace falta decir que a través de los años, las épocas, las generaciones, las circunstancias, e incluso los países, las culturas, los años luz, es él el que nos inventa a nosotros, el que nos observa”, celebra un entusiasta Prieur en la introducción. “Después de un siglo, nos hemos ubicado bajo su mirada. ¿Acaso lo había comprendido todo, este diablo de hombre, recostado en su telaraña? ¿Lo había visto todo, registrado todo, descifrado todo? ¿Supo antes que yo eso que ni sé formular sobre el tiempo, el amor, los celos, el sufrimiento, el deseo, la tragedia de cada vida, la comedia humana y su ronda de máscaras? Proust lo había experimentado todo, y hemos tardado tanto en entenderlo nosotros, en creerle...”.

Los manuscritos inéditos como fenómeno y novedad editorial escamotean la pregunta legítima por la voluntad de los autores. Muchos se publican a pesar de que han sido descartados previamente. Tal vez el mercado editorial necesita exprimir hasta la última “astilla perdida” de Proust o cualquier otro autor. Más allá de esta cuestión, como observa Pauls en el prólogo de El remitente misterioso, con todos los grandes escritores siempre sucede lo mismo: “apenas creemos haber llegado a algún lado, fijado una cuestión, estabilizado un tema, definido una identidad, un horizonte, la escritura ya está en otra parte; otra dimensión aparece y contagia la que conocíamos, otra cosa empieza a contarse dentro de la que creíamos estar leyendo”.