El documental del que todo el mundo habla no defrauda en su promera de base: acompaña por años la vida de la cantante con registros de todo tipo. Desde el año 1998 con el debut de su tema "My Lonliness", su rápido y vertiginoso ascenso para ser la prometedora sucesora de Madonna, la cámara está ahí, hilando un relato. Enseguida viene el nacimiento de su primer hijo, su primera crisis por depresión posparto, en el 2006. Al poco tiempo, la construcción de la figura de Britney como "mala madre", cuando la vieron manejando una camioneta con su hijo bebe en sus piernas. En 2007, el año de las peleas con su ex por la tenencia de sus hijos, la rapada pública de la cabeza, las fiestas con las que no quedaba bien salir de fiesta. Más tarde, el año en el que deja de ser la lolita rubia para convertirse en un sujeto que por todos lados grita que la dejen en paz. El año de las fotos de la Britney llena de furia y caos. Terminando con el famoso incidente de ella rompiendo con un paraguas el auto de un paparazzi que la acosaba sin tregua. Esa escena que causó indignación masiva en los medios yanquis, recuerda a la indiganción de la gente "de bien", que se ofende mas por las pintadas feministas en las catedrales o en los patrulleros que por el asesinato y descuartizamiento de las pibas. Y para nosotrxs latinoamericanxs con nuestra historia política y social, un paraguazo en una camioneta parece un chiste. Pero el chiste es que hicieron de eso la degradación total de una persona, su escarmiento público.

A partir del 2008 y en adelante Brtiney Spears deja de ser un sujeto político autónomo. Es incapaz legal en todos sus aspectos. No es lo que se puede nombrar como una discapacidad, ni se puede pensar como intervención médica. Lo que llama la atención es su atravesamiento íntegramente judicial. No hay un sujeto que sufre, hay una persona incapaz civilmente. A pesar de que Britney, a través del intento de ponerse un abogado (intento rechazado por el juez), se opuso a dicha custodia.

En el 2019 luego de que desaparece de las redes por completo, un rumor de una posible internación psiquiátrica despierta la alerta de los fans más leales y conforman el movimiento #freebritney, quienes se presentaron en la última audiencia del caso de Spears el año pasado, para pedir por la liberación de su situación legal.

Ella no maneja sus finanzas, no decide su trabajo, no decide lo que come, no decide a quiénes ve, no decide sobre sus hijos. No decide ni lo que la aburre ni tampoco sus placeres. No decide nada. Una verdadera situación de alienación. Una situación de encerrona trágica, como diría Ulloa, situación que enloquecería a cualquiera.

Pero las preguntas y los análisis sobrepasan la historia de una estrella pop manejada por la industria. ¿Alguna vez Britney decidió algo en su vida? ¿No habrá sido ese año de pelada y furia su año más singular, de mayor decisión? ¿No habrá sido esa su única manera de huir de su lugar de objeto? ¿No habrá sido esa huida su única posibilidad de resistir al arrasamiento subjetivo? ¿Acaso no fué una fuga trunca, un intento imposible, pero intento al fin, de gritarle al mundo " no quiero ser mas esa que ustedes quieren que sea"?

Estar en problemas es ser un problema. Lo singular que brota, nace buscando vida, desordenado y ruidoso es leído como algo a ordenar o reprimir. Lo que sintomatiza hay que hacerlo desaparecer. La salud no entendida como potencia de sí, sino como un guión de normalidad. Lo que es leído como locura y desborde fue su posibilidad de existir por fuera de la lógica de ser un objeto vendible, mirable, hablado en el capitalismo patriarcal. Pero no pudo. Y advino el castigo de quien decide rebelarse a las formas de vida hegemónicas.

Pelada, enojada, furiosa, de fiesta y jolgorio, mala madre, loca, bien loca y rebelde ¡Así no Britney! Salida de los parámetros de normalidad, belleza y feminidad, ponía en peligro la maquinaria de hacer dinero en la que se había convertido.

Pero lo más imperdonable, en mi opinión, fue su demostración de enojo, su posibilidad de contestar y de volver cuestionable una situación, que a los ojos del mundo parecía de total normalidad, pero que ocultaba una y otra vez su posición de sumisión a los mandatos no solo de éxito, si no también de género.

Una feminidad que sale del guión de la buena feminidad siempre será objeto de diagnóstico o juicio. Una feminidad que detenta enojo o furia es una feminidad corrida de su lugar en las relaciones de poder de la historia moderna occidental. No se espera en lo que se codifica como feminidad que ese cuerpo detente furia. No es lo mismo para quien es codificado como varón. El varón cis en la historia de la occidentalidad fue aquel que por definición detentó potencia viril, furia, guerras, derecho de lo público, la fuerza física, el poder de poseer y colonizar. Una feminidad que demuestra furia está en problemas. Una feminidad que desobedece está en problemas. Una feminidad que derrapa, que no cumple y que no está al servicio de lxs otrxs está en problemas. Entonces claro, pareciera que no hay más que medicación, encierro o silencio, si es que nada se quiere cambiar.

En este sentido, elijo pensar que Free Britney no es solamente un hashtag, ni un logo, ni un pedido de fanáticxs para que vuelva la estrella a los escenarios. Es un movimiento que interpela una multiplicidad de sentidos cristalizados, que están ahí, coagulando lecturas, análisis y experiencias vitales. Sobre qué es la salud, la normalidad, la feminidad, lo público, las crianzas, las niñeces. Interpela la idea de lo que es considerado "un peligro" y quien tiene derecho a estarlo o generarlo. ¿Quien tiene derecho a mostrarse con hartazgo, sin control, desbordadx, enloquecidx, frenéticx? ¿O incluso quien tiene derecho a mostrarse por ejemplo rapadx? Como si eso significara una deserción a algo. ¿Las posibilidades de volverse un poco locx son las mimas para una feminidad que para una masculinidsd cis?

Así el acto político de la insumisión en una feminidad es leído como locura y con vergüenza.

¡Britney libre! ¡Claro que sí! Libre de enfermar, de gritar, de enojarse, de atravesar crisis, de coger, de salir de enfieste, de equivocarse, de ser la madre que puede ser, de llevar la vida que mejor le parezca, de volverse loca si quiere, de llorar, de reír, de odiar a quien quiera odiar, y libre de amar.