Con cuatro premios por su cuarta temporada, The Crown se consagró en la noche del domingo como la gran ganadora de los Globos de Oro en lo referido al formato Series (ver la lista completa de ganadores aquí). La ostentosa producción de Netflix se llevó los galardones como mejor drama y en todas las categorías de actuación (Josh O’Connor por su composición del príncipe Carlos; Emma Corrin por la de Lady Di; Gillian Anderson como Margaret Thatcher) con el añadido de que Olivia Colman y Helena Bonham Carter –también nominadas- se fueron con las manos vacías por haber perdido frente a compañeras de elenco.

¿Qué tuvieron estos diez episodios de la entrega sobre los Windsor y las vicisitudes sociopolíticas de la Gran Bretaña para tamaño reconocimiento? De hecho, sus fuertes no cambiaron un ápice: diálogos chispeantes, el regodeo preciosista de su diseño junto con el repaso de eventos íntimos de personajes públicos. Es que en esta ocasión al personaje de Isabel II se le sumaron los de la “Reina de Corazones” y los de la “Dama de Hierro”. Para Anderson, esta significa su segunda estatuilla (la primera había sido por The X-Files) gracias a una interpretación que reposó en los guiños, vestuario, peinado y singular tono de voz de la ex Primera Ministra inglesa. Lo de Corrin por Diana Spencer era igual de lógico y merecido. A los electores de esta entidad les encanta premiar caras frescas, Olivia Colman ya lo había recibido el año pasado por el papel de la reina; el argumento final está en el halo de su personaje. El más sorpresivo de los reconocimientos fue el de Josh O’Connor quien barrió a varios pesos pesados: Jason Bateman (quien ya lleva tres nominaciones por Ozark), Bob Odenkirk (con cuatro nominaciones por Better Call Saul), Matthew Rhys (una gran composición del personaje principal de Perry Mason) y Al Pacino (quien se posicionaba fuerte para su quinto Globo por Hunters). No hubo caso, era la noche de The Crown en una transmisión semivirtual, marcada por la pandemia y con los premiados recibiendo la noticia a cientos o miles de kilómetros de las sedes.

El primer premio de la noche en materia “televisiva” (nota sobre los ganadores en la categoría Cine aquí) había sido para John Boyega como mejor actor de reparto en miniserie. La particular antología de Steve McQueen -Small Axe- expone las paradojas y cambios de esta era en el plano audiovisual. El actor obtuvo su galardón por Red, White & Blue, uno de los episodios de esta ambiciosa producción de cinco largometrajes de temática racial, donde interpretó a un Sérpico de la policía británica. Este galardón por otra parte, fue uno de los que evidenció el intento de la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood de maquillar sus problemas internos. La HPFA está acusada de corrupción y de una mirada sesgada por parte de sus 87 miembros. Varias estatuillas, y el pedido de disculpas en cámara por “la falta de diversidad” en las nominaciones, explicitaron el mea culpa. Un movimiento de reflejos algo lento frente a la deteriorada credibilidad de la entidad.

Con respecto a la transmisión, cabe apuntar que la ceremonia padeció la nueva normalidad. El mayor error fue el de tratar de imponer la vieja rutina al formato de zoom. A los nominados se los notó incómodos en sus hogares, a algunos no se los escuchó y la audiencia lo sufrió. Otro desatino fue el de colocar a las presentadoras en distintas sedes: Tina Fey desde NY y Amy Poehler en Beverly Hills. Eso sí, la dupla estuvo muy filosa en su monólogo de apertura. “La Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood está compuesta por aproximadamente 90 periodistas internacionales, no negros, que asisten a eventos de promoción de películas cada año en busca de una vida mejor. Decimos que son aproximadamente 90 porque un par de ellos podrían ser fantasmas y se rumorea que el miembro alemán es solo una salchicha a la que alguien le dibujó una carita”, soltó Fey.

Muchos creían que sería la noche en la que Hugh Grant volvería a ganar este galardón a 26 años del que obtuviera por Cuatro bodas y un funeral. Pero su asesino millonario de The Undoing sucumbió frene a los gemelos encarnados por Mark Ruffalo en I Know This Much Is True. En una tónica similar a su discurso en los Emmy también hubo alusiones políticas.

Caso especial el Schitt’s Creek. La comedia canadiense acerca de una familia millonaria en bancarrota venía de marcar un mojón en la última edición de los Emmy (se llevó todos los galardones por los que competía). Nunca había sido considerada en los Globos de Oro pero sus cinco nominaciones por su última temporada presagiaban otra gran noche. Finalmente fueron dos (mejor comedia y actriz). El premio para Catherine O’Hara era cantado. Eugene y Dan Levy, no pudieron consagrarse en sus ternas actorales pero festejaron como creadores de esta serie. “Esperemos que el año próximo, la ceremonia refleje la diversidad que existe en lo que se está haciendo, que es mucho más de lo que vemos”, apuntó el menor de los Levy al agradecer el premio.

En materia de comedia, Jason Sudeikis obtuvo un merecido galardón por Ted Lasso. La serie de Apple TV +, apegada a la fórmula del “sapo de otro pozo” y un humor dócil, fue una de las grandes sorpresas de la última temporada. Aquí interpreta un entrenador de fútbol americano contratado para dirigir un equipo de la premier league inglesa. El personaje -al igual que la entrega- es querible y noble. Bien podría decirse que los mostachos de su personaje se impusieron a las tupidas cejas de Eugene Levy.

Los hacedores de Gambito de Dama también pudieron festejar (mejor miniserie y mejor actriz en ese formato). Una de las miniseries más vista en toda la historia de Netflix logró poner de moda al ajedrez y propulsar la figura de Anya Taylor-Joy. ¿Habrá sido por el encanto del más mental de los deportes, los ojos enormes de la intérprete o el modo en que Scott Frank narró la vida de esta atormentada y glamurosa prodigio? Noche inolvidable para la actriz, más allá de las críticas a la entidad, de una velada sedante, donde se impuso a Nicole Kidman y Cate Blanchett. Fue, básicamente, su noche consagratoria, de la despedida de Schitt’s Creek y del probable disgusto para Oliver Dowden. ¿Quién? El funcionario británico encargado de exigirle a Netflix que aclarara que The Crown era ficticia.