Boca se salvó del papelón este miércoles por la noche ante Claypole, de la Primera C, y se impuso 2-1 para pasar a 16avos de la Copa Argentina, donde lo espera Defensores de Belgrano, de Segunda División. Hasta llegó a estar en desventaja el equipo de Miguel Angel Russo, que recién encontró el triunfo sobre el final, terminó realizando un cambio defensivo para asegurar el resultado y sufrió hasta el último segundo con una pelota que se fue al lado del palo.

Fueron 75 minutos de épica y, sobre todo, media hora inicial de amplio domino de Calypole. Sí, de Claypole, el equipo que ascendió la temporada pasada a la Primera C y que para este duelo ante el todopoderoso Boca salió a buscar sponsors por cualquier lado, llegando incluso a tener uno en la camiseta del arquero, otro en la de los defensores y así en cada línea.

Con las armas de los humildes -yendo al piso a buscar cada dividida, atacando con pelotas paradas y dando cátedra de jugadas preparadas- Claypole fue más durante esa media hora y Boca, una sombra. Era tan flojo lo de su rival que los habilidosos de Claypole se animaban a hacer de las suyas. En una de esas, el 9, Lucas Carballo, le amagó un par de veces y se le escapó a Nicolás Capaldo por la banda derecha, pero el improvisado lateral xeneize le fue muy fuerte y lo sacó de la cancha, privándolo de jugar quizá el partido más importante de su vida. Para colmo, según el libreto del árbitro, a tal patadón le correspondía tan sólo una advertencia.


Podría decirse que, exageración mediante, la primera llegada de Boca fue a los 17 minutos, con el propio Capaldo mandando un centro indescriptible a la tribuna. Lo que se presentaba como una buena oportunidad para los sub 20 Alan Varela, Cristian Medina, Exequiel Zeballos y Luis Vázquez resultaba todo lo contrario.

Claypole hacía méritos para la epopeya y tuvo su premio a los 29 luego de un córner, dos cabezazos en el área (uno al travesaño y otro salvado en la línea por Javier García) y el empujón final de Leonel Landaburu para desatar la locura de los suyos.


Se ve que Boca consideró que había sido suficiente y se dispuso a jugar. A lo que sabe, claro: alguna inspiración de Edwin Cardona y los ataques de habilidad mezclada con velocidad de Sebastián Villa. Esa combinación se dio a los 35 y llegó el empate. Pero como esta era una historia de fantasía, le faltaba un festejo inverosímil y el insólito bailecito de Villa se lo otorgó.

En el segundo tiempo, Claypole estaba exhausto, difícilmente pasaba mitad de cancha y, aún así, Boca no lo doblegaba. El Xeneize estaba en piloto automático, esperando que a alguno se le prenda la lamparita. Russo lo notó y empezó a mover el banco, pero el tiro casi le sale por la culata porque apenas lo hizo, Claypole aprovechó la siesta del parate y metió una contra con Juan Iglesias -el mejor de la cancha- que salvó García, quien hacía su re-debut en Boca luego de casi diez años: su último partido había sido en marzo de 2011 en un 0-2 ante Olimpo como local a las órdenes de Julio César Falcioni.


Finalmente y como no podía ser de otra manera, Boca salvó las ropas gracias a un error en área de Claypole, cuando el arquero Tiago Libares falló en el rechazo ante un disparo del ingresado Gonzalo Maroni y llegó el 2-1. Esta vez, al menos, no hubo bailecito, sino festejo respetuoso ante un rival que lo había dejado todo.