Una marea humana copó el Monumento a la Bandera en el anochecer de otro 8M, en sintonía con el mismo clamor social que se replicó en el país. La proclama en Rosario de un innumerable arco de organizaciones sociales que trasciende el colectivo feminista se alineó detrás de la consigna "Basta de violencia machista. Paren de matarnos". Y con el peso de una manifestación tan popular, la movilización exigió que se declare el estado de Emergencia Nacional en violencia contra las mujeres y toda identidad de género por fuera del modelo hétero patriarcal. Por eso, la primera línea de la proclama responsabilizó al Estado "por acción u omisión del abandono de cada víctima de violencia machista". El mayor destinatario de este reclamo es el Poder Judicial. Ese fue el eje primordial de esta conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, atravesado por los efectos que la pandemia conllevó también en términos de violencia de género.

Fueron miles de mujeres las que –barbijos y gel o spray de alcohol mediante, y procurando distancia– concentraron en el Parque Nacional a la Bandera, y buena parte llegó de a pie, en una gruesa columna que partió a la tarde desde plaza San Martín. La marcha avanzó por el centro, detrás de un ancho cartel que exigía "Ni unx menos. Basta de femicidios y ajuste. El Estado y los gobiernos son responsables".

Y como ya es expresión del mayor fenómeno socio político del siglo, un mar de violetas, verdes y naranjas inundó la explanada del Monumento, y otra vez una multitud de todas las edades, pero mayormente jóvenes, y de todos los géneros, pero mayormente mujeres, dieron testimonio de la causa feminista. Gremios, organizaciones barriales de base, agrupaciones feministas, estudiantiles, de partidos políticos, y gente que sin identificarse en ningún colectivo, se sumó al colectivo grande bajo la bandera #Ni Una Menos.

Luego de un set musical de varias bandas, –y mientras desde el escenario se pedía cada tanto que nadie olvidara la necesidad de guardar distancia preventiva y de conservar el barbijo– la proclama consensuada por todos los grupos que participaron de la movilización se escuchó en la barranca del río. Y el núcleo central del pronunciamiento fue la violencia de género, cuya máxima expresión hasta ayer había sumado 66 femicidios en apenas dos meses y poco que lleva el 2021.

"Exigimos un abordaje integral con articulación entre el Estado nacional, provincial y municipal en situaciones de violencia de género. Fortalecimiento de las redes y organizaciones territoriales que trabajan en prevención y acompañamiento", fue una de las primeras consignas.

Ese reclamo mayor tenía su correlato en la mayoría de los carteles elevados sobre el gentío embanderado y maquillado con glitter violeta y verde: "Feliz será el día que se haga justicia por todas"; "Lo que no tuve para mí, que sea para ustedes"; "Me cuidan mis amigas, no la policía"; "Te cansás de oírlo, nosotras de vivirlo"; "Si un día no vuelvo, hagan mierda todo"; "No es no. Basta de violencia de género"; "Ser mujer negra es resistir y sobrevivir todo el tiempo"; "Los violadores existían mucho antes que las polleras"; y tantos más.

La proclama exigió "una inminente reforma judicial con mirada feminista y popular". En este sentido, la diputada peronista Lucila De Ponti marcaba que ningún juez en Santa Fe ha tomado la debida capacitación en perspectiva de género que establece la Ley Micaela. 

Asimismo, el documento abogó por el seguimiento de denuncias y causas judiciales de acuerdo con las normativas y protocolos vigentes en cuestiones de género. Y por "condiciones de accesibilidad al sistema judicial para poder denunciar" cuando una mujer, en determinadas circunstancias, percibe que ese derecho le está vedado o distante.

"Es un día en el que inventamos una herramienta para visibilizar lo que nos pasa y que la violencia deje de ser una consigna vacía y que el Estado se ocupe de verdad, con políticas públicas preventivas", planteó una joven con la leyenda "Reforma judicial feminista y popular" estampada en su musculosa.

Pidieron que se considere ya definitiva la categoría "transfemicidio" y "travesticidio" para los crímenes de odio sobre el colectivo travesti trans. Que las políticas LGBTI, Ley Micaela y Ley Brisa sean de "efectiva aplicación", y "basta de justicia corrupta e inhumana", exclamaron en la lectura de la proclama.

El extenso documento enumeró la inmensa lista de derechos vulnerados que perciben las mujeres en lo cotidiano. Que los registros civiles rectifiquen partidas de nacimiento y el ReNaPer emita DNI con identidades no binarias; que la Universidad forme profesionales con perspectiva de género; que se sancionen a quienes no cumplan con la Ley de Parto Respetado, y que la violencia obstétrica sea considerada como violencia de género.

La manifestación pidió también por la separación del Estado de la Iglesia y basta de que esta sea subsidiada. Por la reglamentación de la Ley ESI, y "real acceso a la Justicia para el reclamo de las cuotas alimentarias".

No solo plantearon que una mujer cobre igual salario por igual función que un varón, sino que además plantearon que el sueldo familiar debe igualar a una canasta de 95.000 pesos actualmente. Y en la lista de reclamos, se colaron situaciones puntuales como la de los y las trabajadores del call center Hey Latam y de ArreBeef, justicia para la adolescente violada en manada durante su cumpleaños de 15 en barrio Ludueña, entre otros casos. 

Antes de finalizar, el documento planteó en primera persona: "Los violentos nos persiguen con la impunidad de quien piensa que tiene el poder de decidir si vivimos o no. Nos seguimos abrazando, conteniendo, entre nosotres y con las familias. Hacemos del dolor y la bronca el motor de nuestras luchas por el fin de las violencias. Basta de naturalizar femicidios, travesticidios, lesbicidios, infanticidios y todas las violencias cotidianas. No son nombres, no son números, son vidas, nuestras vidas! Los violentos no están locos, ni son monstruos, son hijos sanos del patriarcado!" Y concluyeron con un grito de justicia por más de 40 nombres de mujeres víctimas de la violencia machista que la región acumuló en los últimos años.