Aunque muchos medios hegemónicos de Occidente ignoraron el anuncio, a fines de 2020, un año global catastrófico, China anunció nada menos que, tras un trabajo paciente, organizado y ultradetallado por casa, familia y hasta individuos (en un país de más de 1400 millones de habitantes) había erradicado la indigencia.

El gobierno se propuso un 2021, a cien años de la fundación del Partido Comunista, sin pobres extremos. La crisis de la covid-19, que llevó el crecimiento del PIB chino de más de 6 por ciento anual promedio en los últimos años a 2 por ciento (aun así, el mayor de países líderes), hizo dudar del cometido. Pero lo cumplieron.

En noviembre pasado, la Universidad de Congreso nos publicó en digital el libro China: la superación de la pobreza, que escribimos y compilamos, siendo además directores periodísticos de la revista “DangDai”. Ahora acaba de salir en formato impreso y Página/12 ofrece un adelanto.

Viajamos varias veces a China, tanto a grandes ciudades como a zonas rurales y montañosas lejanas y remotas, donde se concentró la tarea de superación de la pobreza: Qinghai, Gansu, Sichuan, Xinjiang, Guangxi y Tíbet.

El libro es resultado de esas investigaciones y apuntes, al que se sumaron aportes de profesores de las universidades SISU de Shanghai, XISU de Xi’an, Suzhou, Jilin y de militantes de la juventud china del Partido, uno de los grupos que, junto al Estado, el PCCh, el Gobierno, las universidades, las empresas, organizaciones sociales y voluntarios, se involucraron en este trabajo.

Aquí reproducimos algunos párrafos del libro:

“Esta hazaña, que como reconocen organismos internacionales ha tenido éxitos incontrastables en las últimas décadas (el Banco Mundial afirma que 800 millones de personas salieron de pobres en cuatro décadas), tiene en verdad un largo recorrido.

Cuando se instaló el gobierno comunista liderado por Mao Zedong, el 1º de octubre de 1949, la enorme mayoría de la población era miserable y analfabeta. Si bien a la muerte de Mao, en 1976, todavía la mayoría de la sociedad china, la más numerosa del mundo, sufría carencias, la alfabetización había sido velozmente exitosa; en industria y ciencia y tecnología, China había producido avances palpables, y la reforma agraria lanzada en el otoño de 1950 ya había logrado, apenas dos años después, que 300 millones de personas que no tenían tierras, o tenían muy poca, obtuvieran su propio terreno. 

En 1953 el proceso estaba completado, excepto en regiones con minorías étnicas. A fines de esa década y a principios de la de 1960, el fracaso del programa llamado ‘Gran Salto Adelante’ y de comunas populares no logró desarrollar una mayor industrialización y producción agropecuaria y, al contrario, provocó grandes hambrunas, lo que detuvo de algún modo la lucha contra la pobreza. 

Pero respecto de lo que antes de 1949 había sido China por siglos, y en el contexto de un gobierno comunista, es decir, de igualdad idealmente total en la distribución del ingreso, el cambio era enorme y el país estaba listo para que si había un giro en la dirección económica y un nuevo impulso revolucionario al desarrollo de las fuerzas productivas, se diera con éxito. 

Eso es lo que hizo y sobre esas bases trabajó Deng Xiaoping a fines de la década de 1970, con innovación, apertura y reforma. (…) Sobre el concepto de pobreza, para Deng, socialismo no era un sinónimo, y para sus sucesores, capitalismo no supone erradicarla, más bien producirla”.

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“En su 13º plan quinquenal (2016-2020), el Gobierno incluyó el objetivo de erradicar la pobreza extrema para 2020. Cuando arrancó el período, la cantidad de pobres extremos era de más de 43 millones de personas que vivían en regiones de minorías étnicas, áreas fronterizas y lugares con infraestructura deficiente, condiciones ambientales frágiles y frecuentes desastres naturales”.

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“Entre 1980 y 2012, el ingreso neto per cápita entre la población rural aumentó en un promedio anual de 6,9%, mientras que el hogar del quintil superior aumentó sus ingresos a una tasa anual de 7,5%. Esto no ha significado que los más ricos mejoraran a costa del empeoramiento de los más pobres, pero sí ha instaurado una brecha. La pobreza extrema está en vías de extinción, pero la cantidad de chinos que cada día se suma al podio de los millonarios sigue aumentando, lo mismo que el hiperconsumo en los sectores más adinerados”.

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Al analizar el libro del presidente Xi Jinping Librarse de la pobreza, se destaca “el énfasis en la afirmación local, en la gente y su territorio; el espíritu de los paisanos del lugar. Llega a hablar de ‘hematopoyesis’, recurriendo a un nombre científico para hablar de algo espiritual, anímico o moral: la creación de la sangre”. 

De su experiencia en la gobernación de Fujian, el actual presidente escribe: ‘Si la gente se pone a mirar solo la pobreza’, dice, ‘sin una perspectiva histórica, sin una visión de desarrollo, es fácil perder la confianza en sí mismos y la autoestima’.

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“El Comité Central de la Liga de la Juventud Comunista de China comenzó a apoyar la lucha contra la pobreza de Lingqiu (provincia de Shanxi) en 1998, como parte de una planificación estatal consistente en asignar ciertas regiones en estado de pobreza a cada ministerio del Gobierno central o departamento del PCCh, el cual comparte la responsabilidad de eliminar la pobreza de dichas regiones con autoridades locales. 

A lo largo de 20 años, la Liga ha enviado a Lingqiu 17 equipos de trabajo -más de 80 funcionarios del CC- que se han dedicado incesante e ininterrumpidamente a sacar de la pobreza a toda la población comarcal”.

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“Nyingchi (en Tíbet) ha sido reconstruida desde los cimientos. Aunque aún está en plena construcción, ya su capacidad habitacional excede las necesidades de la población. La mayoría de sus habitantes vivía en las montañas, en construcciones extremadamente humildes o en carpas, y ahora vive en amplios departamentos edificados con buenos materiales y las mejores técnicas. 

Nyingchi parece una demostración cabal de que la decisión del Gobierno de garantizar el derecho a una vivienda es indeclinable. Las viviendas no se regalan, pero están a disposición de las familias en condiciones tales que nadie se quede sin casa”.

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“Hay un abordaje integral y multidisciplinario del plan (de erradicación de la pobreza), que luego de la meta esperada para 2020 espera dar otro salto en la calidad de vida de la población en 2049, centenario de la instalación de la República Popular por Mao.

El plan articula temas de salud, educación, empleo, vivienda, infraestructura, finanzas y desarrollo industrial, y en los planes de capacitación, enseñanza de idioma mandarín a minorías étnicas y obras de infraestructura para movilizar la producción y sacarla de la mera subsistencia están comprometidos todo el Estado, organizaciones sociales y empresas, como Heng Da y Tai Pu, de suministros eléctricos y agroquímicos, respectivamente, que trabajan en la provincia sureña de Guizhou, entre muchas otras”.

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La provincia de Guizhou “ha establecido lazos con el Justicialismo de Argentina para compartir experiencias en la materia. Y durante la pandemia de 2020 realizaron en forma conjunta seminarios virtuales al respecto entre líderes comunistas y peronistas.

América Latina, uno de cuyos desafíos más urgentes es justamente el combate a la pobreza y la indigencia, vive una época de fragmentación política, con democracias en crisis y, peor aún, un retroceso en su frustrante proceso de integración y coordinación de acciones. (…) Es de esperar que en las relaciones bilaterales de cada país con China surjan acciones concretas que emulen aquí –o tomen algunas aristas cuanto menos– lo que se hizo tan exitosamente al otro lado del mundo.”