La reunión del Consejo Directivo de la CGT tuvo dos momentos bien diferenciados tanto en las decisiones que se tomaron como en el grado de tensión que implicó cada uno. Si bien se confirmó el acto del 1º de mayo y el lanzamiento de una serie de seminarios sobre la problemática económica y social que vive el país con el gobierno macrista, las diferencias internas no pudieron evitarse y se tradujeron en fuertes cruces (Héctor Daer y Facundo Moyano), quejas de Omar Maturano y hasta una propuesta de Carlos Acuña de no ir más a una reunión con el Gobierno. La sangre no llegó al río y Juan Carlos Schmid terminó afirmando que “no hay ruptura en la CGT”.

La primera etapa del encuentro, que contó con un inusitado número de participantes (casi treinta), transitó en el análisis de las recomendaciones que realizó el gobierno nacional a través del Ministerio de Trabajo y que se conocieron el mismo día del paro nacional. El Gobierno afirmó que con ellas se busca transparentar la vida sindical y más que sonrisas disparó críticas de los dirigentes sindicales que sienten que “les están mojando la oreja”. Hay sectores internos de la CGT que consideran que no hay que tomarlas en serio y otros prefieren ser cautos. 

La no existencia de una posición unificada hizo más comprensible la frase del secretario de Prensa de la central obrera, Jorge Sola (Sindicatos de Seguros), cuando afirmó que “en principio ni siquiera son unas resoluciones que podemos apelar en el ámbito legal porque no causan agravio. Entendemos que, como se hizo el mismo día del paro, tienen el perfil de los fuegos artificiales que se hicieron para contrarrestar el gran paro que hubo”.

Eso dijo Sola a la prensa que esperaba la finalización de la reunión. Pero en el Consejo Directivo hubo más críticas que la simple caracterización de fuegos de artificio. Por caso, Acuña, que no deja de quejarse de la acusación de mafiosos que le hizo el gobierno el día del paro, arengó a sus compañeros a “no ir más” a reuniones con los funcionarios macristas. Es probable que el dirigente del Sindicato de Obreros y Empleados de Estaciones de Servicio repita sus quejas en el acto del 1º de mayo que decidieron realizar en el estadio de Obras Sanitarias. 

También acordaron realizar un ciclo de debates con respecto a la situación laboral, social y económica que vive el país desde la llegada de Mauricio Macri a la presidencia. El primero se realizará el dos de mayo en el salón Felipe Vallese de la CGT. Ese día disertará el titular del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), Agustín Salvia, para tratar el tema de la pobreza. Algunos dirigentes propusieron llevar este seminario y otros más que se van a hacer a universidades, provincias e incluso recurrir a herramientas como las redes sociales para difundir la posición de la central obrera frente al modelo económico del Gobierno. Si bien nadie se opuso, para algunos dirigentes lo de las redes sociales les suena a chino o coreano y no parecieran estar muy convencidos de la efectividad. 

El segundo momento de la reunión llegó cuando estaba terminando. Habían transcurrido casi tres horas cuando Facundo Moyano pidió la palabra. Comenzó reconociendo que había criticado algunas decisiones de la conducción obrera y que pedía disculpas pero también exigía lo mismo para con él ya que había habido dirigentes que lo criticaron pero no por sus definiciones políticas sino por su vida personal. Se refería a las fotos que se habían publicado de él con la conductora Susana Giménez.  

“Yo no tengo por qué pedirte disculpas porque hablaste mal de la CGT”, le retrucó Daer dando un respingo de su asiento. El dirigente de la Sanidad le recriminó que lo haya criticado por la foto de fin de año en la Residencia de Olivos y le recordó que no había estado en el recinto el miércoles pasado cuando se cayó la sesión de Diputados para exigir el llamado a paritarias docentes. Se puso de pie, tomó los papeles y le dijo: “No sé para qué te hablo. Yo tengo un sindicato que representa a 250 mil afiliados”. Eso despertó a Maturano, un hombre cercano al moyanismo, que le retrucó “vos tendrás un gremio grande pero los que paramos el país somos nosotros”, dijo y para sorpresa de los presentes el ferroviario se fue.

Algunos de los dirigentes creyeron ver que la discusión podía habilitar una ruptura. El titular de Aeronavegantes, Juan Pablo Brey, buscó bajar los decibles y habló de tomar conciencia del liderazgo que representa la central obrera y les recordó que son momentos difíciles los que vive el mundo sindical “ante la ofensiva del Gobierno”. Por si acaso, insistió y pidió a todos los presentes que recapaciten para que “no se rompa la mesa”. 

Algunos de los presentes juran que Pablo Moyano no abrió la boca y eso que estuvo sentado al lado del triunvirato. Pero lo cierto es que las diferencias internas persisten tanto en la forma de encarar la disputa con el Gobierno, los pasos a seguir y cómo se los implementa como por el modo en que está organizada hoy la conducción de la CGT. El moyanismo considera que es preciso recuperar un secretariado general de una sola persona y no lo disimula. Por otra parte, se cuela en el Consejo Directivo el año electoral y las diferentes miradas que hay sobre las líneas que confluyen dentro del peronismo terminan por generar divisiones. A todo eso hay que sumarle, como reconocieron voceros de la CGT, la complicada relación con el Gobierno que se nutre de estas divisiones.