Hay una tendencia que se extiende en todas las áreas de la Educación Superior: se multiplican los Universidades y Centros de Formación universitaria y terciaria, se propagan nuevas carreras y especializaciones,  se crean diplomas y certificaciones para diversos “idóneos, especialistas o entendidos” en cada materia. En particular, hay un mayor bagaje teórico-conceptual en la comprensión y gestión de cada tema o materia. 

El campo de la planificación y gestión del transporte es uno de los que más se ha visto influenciado por esta tendencia. Además de las carreras específicas de grado, son innumerables las especializaciones, tecnicaturas y posgrados diversos, ampliando sustancialmente el abanico de actores “con chapa” para opinar, planificar y gestionar sobre transporte, tránsito, seguridad vial y planificación estratégica de la movilidad urbana y regional.

Es así que a este ámbito donde predominaban ingenieros civiles, arquitectos y alguno que otro geógrafo especializados en temas de planificación y movilidad, se suman nuevos actores que junto con la acreditación académica también incorporan y traen a la práctica -particularmente en la gestión pública- teorías que en los últimas décadas fueron construyendo nuevos paradigmas conceptuales.

Esta introducción viene a cuento por la forma en que se están planificando algunos nuevos centros de trasbordo intermodales tanto en el AMBA como en los centros urbanos provinciales. Si bien el concepto de movilidad sustentable pone de relieve al ciudadano/peatón por sobre los vehículos y al transporte público por sobre el automóvil, también se vislumbra una concepción desfasada en lo que hace al concepto de la “intermodalidad” entre transporte, llevando a la práctica concepciones concebidas para el transporte de cargas al transporte de pasajeros.

Esta distinción entre “personas” de carne y hueso y “paquetes o mercaderías” es clara y elemental, pero parecería no ser tan tenida en cuenta en muchos de los nuevos diseños y planificaciones. Los factores “costo” y “tiempo hasta lugar de destino” en el caso del transporte de mercaderías son mucho más que gravitantes, al  punto que cualquier operador logístico no tendría inconvenientes en planificar viajes con múltiples trasbordos en la medida que su producto llegue a tiempo y a bajo costo. Pero en el caso de los usuarios/ciudadanos gravitan otros factores que el costo y el tiempo, como la “accesibilidad”, la “comodidad” e inclusive el “entorno estético” del medio de transporte. La confusión en estos conceptos lleva luego a no poder cumplir con las metas de “sustitución” del uso del auto por el transporte público, o bien se generan paradojas como que los pocos casos de sustitución exitosa fueron dados por servicios de combis no regulados entre el segundo cordón y el centro porteño.

Vaya como paradigma de planificación insuficiente o inadecuada lo que ocurre actualmente en el enlace de Plaza Constitución entre el Roca y el subte, que la remodelación modernista de los techos y accesos no logra disimular: la mejora en los servicios eléctricos del ferrocarril a partir de la incorporación de nuevas formaciones trajo aparejado un incremento en la cantidad de usuarios. Estas formaciones “depositan” en la terminal durante las horas pico matutinas unas 50.000 personas por hora, de las cuales la mitad baja al subte, colapsando la terminal de la línea C. No se necesitan demasiados estudios para deducir que será un hecho que esta cantidad de pasajeros se verá incrementada con la habilitación del servicio desde La Plata, postergada para junio próximo.

Esta  descripción no contempla la extensión y electrificación del ferrocarril Belgrano Sur. desde su actual terminal atrás de la cancha de Huracán hasta Constitución. Esto supondrá la incorporación de no menos de 15.000 pasajeros por hora más en el horario crítico. Ni la construcción de la postergada línea F de subterráneos, ni la polémica extensión ferroviaria del “plan redes” que oportunamente abordamos en este suplemento podrá dar abasto para darle las condiciones de accesibilidad, comodidad y seguridad adecuadas para los pasajeros y usuarios que utilicen estos transportes públicos.