Existe un proverbio francés que dice que "el agua va siempre al río", y bien lo sabe Pauline Fondevila, frontwoman del grupo rosarino Perro Fantasma. A ella, la separación de Daft Punk le pareció una decisión lógica. "Podés fantasear con que seguirán creativos y activos", vaticina. "Me fue más traumática la muerte de Rosario Bléfari u otras noticias definitorias que sucedieron durante la pandemia."

Es que, al igual que el tándem, Pauline también es originaria de Francia; pero se estableció en la urbe santafesina en 2007. Ahí, amén de llevar adelante una reconocida carrera como escritora y artista visual, fundó junto a su pareja, el bajista Federico Colombo, uno de los secretos ocultos mejor guardados de la escena musical argentina.

Mientras el coronavirus mermaba cualquier plan a corto plazo, la banda puso en circulación en abril de 2020 su segundo álbum, Corazón y alma. Tan fabuloso y visionario terminó siendo que las canciones devinieron en un sustento para contar esta época, al mejor estilo de la serie gala El colapso, grabada antes de la nueva normalidad. "Hay un tema del disco llamado La hora del corchazo, que en principio no fue escrito con la intención que luego muchos le dieron", reconoce Pauline. "Como nuestros temas tienen una cosa apocalíptica, resuenan un poco más."

A pesar de que no fue concebido con esa intención, el segundo disco de Perro Fantasma es un trabajo que, desde el pasado, habla del futuro. "Es la puesta en escena de una comunidad despistada", describe la cantante y tecladista del grupo. Corazón y alma se debate entre dualidades, de lo que dan fe, por más que le adjudique ese rasgo a la casualidad, los títulos de varios temas.

Ritmos de la noche

Se trata asimismo de un álbum que se contextualiza en una luz propia parida en medio de la oscuridad. "Está la idea de la luz de la noche", revela. "Uno se tiene que fabricar su propia luz. En el día, está dada por el sol. Pero en la nocturnidad, está creada por vos. Es una luz que tenés que fabricar e inventar. Incluso, eso lo plasma la paleta de colores de la tapa, de la que me encargué. A diferencia del primer disco, que era en blanco y negro, éste es naranja."

Pero no es el único contraste con respecto a su debut discográfico, Perro Fantasma, de 2017. Mientras el primero suda un indie crepuscular, que flirtea con el post y tiene sabor lo fi, lo nuevo del cuarteto rosarino es un caleidoscopio de colores, texturas y capas de sonido, con los sintetizadores amenizando un happening pop de alta fidelidad.

"No sé si es muy diferente, por más que el primero sea fresco y radical", despeja la artista, cuyo proyecto musical lo completan Carla Colombo (teclados y sintetizadores) y Germán Bertino (guitarra). "Pero sí afirmamos más influencias de los ochenta, y también hay recursos del hip hop. Capaz por ser europea, mi manera de entenderlo es diferente porque no tengo esa cosa del rock nacional."

Si bien asegura que conecta con Virus y Sumo, después no tanto con el resto. "Fede, que compone conmigo, tiene una cultura punk al igual que la mía", desliza. "No me crié con Spinetta, así que puedo decir cosas mucho más radicales. Y a veces erradas también, porque no tengo ese pasado. Y a veces justas. Ese papel de estar dentro y fuera también."

Foto: Cecilia Salas

Santa Fe Ending

Pauline compuso ocho de las nueve canciones de Corazón y alma en español. La otra, El túnel, está cantada en su idioma materno. "Con el tiempo me di cuenta de que prefiero que se entienda lo que digo", justifica. "Me parece mejor así. El español además suena bien porque tiene un sistema de rimas. Cuando componés en un idioma que no es el tuyo, la escritura te permite ir más rápido hacia ciertas cosas. Aunque es muy difícil para la gente que me escucha dejar de lado mi acento y tonada, creo que hablo bien castellano. Igual no estoy incómoda con eso, porque me parece que suma. Y es así: soy extranjera."

Sobre su conexión con Rosario, y la vanguardia artística como parte de esta dialéctica, la artista francesa explica: "Hay una canción del primer disco llamada Santa Fe Ending, que es una mirada bastante particular sobre la provincia. Me dijeron que es como Mañana en el Abasto porque era una mirada del extranjero sobre Santa Fe, donde hablo acerca de cosas que los propios santafesinos no cuentan. Al menos de esa forma", evoca.

"No sé dónde está la buena música. El europeo o el extranjero que viene para acá ahora, a diferencia de Luca, ya no sé si puede traer cosas de primera mano. Lo tenés por Internet, y hay mucha gente que sabe de música francesa más que yo", compara. Y reconoce que puede ponerles distancia a ciertas temáticas: "No me molesta ir hacia estereotipos como La Pampa, que a lo mejor el propio argentino no se atreve tanto."

En el segundo álbum del grupo rosarino, el ADN musical de su vocalista está en evidencia: "Escucho todavía mucha música en francés, especialmente de los setentas y ochentas", asiente quien antes de probarse frente al micrófono lo hizo detrás de la batería. "No tenemos mucho rock, pero sí buen pop. A fines de los setentas y comienzos de los ochentas hubo muchos grupos buenos que cantaron en francés".

Aunque supo hacerse un nombre dentro de la literatura y del arte en la otrora “Chicago argentina”, la banda progresivamente ocupó un lugar notorio en el quehacer de Pauline. "Además de que le meto mucho desde el dibujo y los textos, descubrí que también me gusta el escenario, cantar ante el público. Ocupar la figura del cantante es algo que me entusiasma", afirma.

Mientras advierte que están preparando temas para el tercer disco y que han ido encontrando su lugar en la escena argentina, la cantante usa también su rol en la música para arengar esta oleada feminista. "Me siento completamente parte, y lo lindo es que es internacionalista. El enemigo, que es el patriarcado, está en todos lados."