Desde Washington, DC. Estados Unidos ya vacuna a un ritmo promedio de tres millones de dosis por día. Hasta ahora, una de cada cinco personas ya tiene el esquema completo y por lo menos un tercio de la población ya recibió una dosis. La cantidad de muertes por coronavirus sigue bajando, según las cifras reportadas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por las siglas en inglés), pero los números de casos siguen en ascenso. En las últimas dos semanas, hubo un 13 por ciento más que en la quincena anterior. Ahora, el Gobierno de Joe Biden se pregunta si tiene que hacer cambios en el enfoque de la campaña de vacunación.

Al asumir, Biden prometió 100 millones de dosis administradas en 100 días. Superó el objetivo mucho antes de que se cumpliera ese tiempo y decidió duplicarlo: serán, dijo, 200 millones antes del 1 de mayo. El ritmo de la campaña estadounidense es ahora uno de los mejores del mundo y está cuarto, detrás de Israel, Reino Unido y Chile.

El próximo 19 de abril, aseguró también el presidente, todas las personas adultas estarán habilitadas para recibir la vacuna contra el coronavirus. El gobierno federal es el primero en adjudicarse lo que considera un principio de éxito. “Esto solo es posible por nuestra respuesta integral y los pasos agresivos que hemos tomado para obtener más suministros, más gente que vacuna y más lugares para que los estadounidenses reciban la vacuna”, dijo la Casa Blanca el viernes pasado. Pero en la gestión de Biden saben que todavía no pueden cantar victoria.

A pesar de todo, los casos siguen creciendo en Estados Unidos. Ya son más de 31 millones, según monitorea el diario The New York Times. Una de las subas que preocupa particularmente al Gobierno es la del estado de Michigan, en el norte del país. Allí, la cantidad de casos aumentó un 74 por ciento en los últimos 14 días en relación con las dos semanas previas. Son más de 7.000 casos diarios solo en ese estado. Las causas detrás del incremento varían desde los efectos del “spring break”, el receso escolar de primavera, hasta los contagios causados en las reuniones sociales.

La gobernadora de Michigan, la demócrata Gretchen Whitmer, se rehúsa a cerrar nuevamente el estado, mientras los demás distritos de Estados Unidos ya planifican las reaperturas para el verano boreal. Lo hizo el año pasado y no solo encontró resistencia de parte del Partido Republicano en la oposición. Hubo también un plan de seis hombres para secuestrarla; fueron descubiertos por el FBI y hoy enfrentan un juicio.

Michigan apuesta ahora a la vacuna y reclamó a la Casa Blanca que le envíe más dosis. En Estados Unidos, es el Gobierno federal el que centraliza las acciones de la campaña y asigna a los estados una cantidad de dosis en función de la población adulta que tienen, entre otras cuestiones. Para evitar cuellos de botella en el suministro, la gestión de Biden recurrió a la ley de Producción para la Defensa apenas asumió. Pero ahora la iniciativa no se choca solo con la falta de dosis, sino con la correcta administración de parte de los estados, que en varios casos están rezagados en sus pedidos.

Según The Washington Post, 13 estados tuvieron más de 100.000 dosis asignadas la semana pasada y no las solicitaron al Gobierno. El diario de la capital estadounidense también reportó que hay funcionarios de la administración que se preguntan si es necesario cambiar el enfoque de la campaña de vacunación, sobre todo en los casos en los que la demanda de parte de la gente es menor a la esperada. Pero la Casa Blanca no está convencida: ahora es Michigan el que tiene el brote, pero es imposible prever dónde se dará el próximo.

La campaña de vacunación enfrenta también otro obstáculo para mantener su ritmo y alcanzar el objetivo que se fijó Biden. Actualmente, Estados Unidos distribuye tres vacunas. La mayoría de las ya suministradas corresponde a las desarrolladas por Pfizer-BioNTech y Moderna, ambas con un esquema de dos dosis. La campaña incluye la de Johnson & Johnson, de solo una dosis. Pero la producción de esta tercera vacuna todavía no alcanza a la de las otras dos.

Gran parte de la producción de Johnson & Johnson depende de una planta ubicada en la ciudad de Baltimore. Allí, el mes pasado, se contaminó un lote de 15 millones de dosis. Esto retrasó las entregas comprometidas y la fabricación de nuevas dosis, que no podrán ser repartidas hasta que la Administración de Alimentos y Medicamentos lo apruebe. Son más de 62 millones de dosis que todavía no pueden ser distribuidas.

La campaña de vacunación es la base de la estrategia de Biden para poner fin a la pandemia y entrar en la fase de recuperación, pero tal vez no sea suficiente. Los CDC prestan una especial atención a la propagación de las nuevas variantes en el país. La que se identificó en el Reino Unido, conocida como B.1.1.7, ya es la dominante entre los nuevos casos. También circulan por varios estados las variantes identificadas en Sudáfrica y en Brasil.

Por ahora, los estudios muestran que las vacunas funcionan contra la variante del Reino Unido. La efectividad cae un poco en los otros dos casos, especialmente en la variante sudafricana, pero no llega a preocupar.

Los CDC también investigan los casos de personas infectadas con el virus a pesar de haber sido vacunadas. Son pocos, apenas una fracción de las 66 millones que ya recibieron el esquema completo. “No hay nada que constituya una señal de alarma. Obviamente estamos monitoreando esto muy, muy cuidadosamente, pero no veo nada que cambie nuestra idea de la vacuna y de su eficacia”, sostuvo Anthony Fauci, el experto que lidera las acciones de la Casa Blanca contra el coronavirus.

Para el especialista, estos casos están relacionados más bien con la habilidad de cada sistema inmune para generar una respuesta individual. Esto, consideró él, “no es para nada incompatible con una eficacia del 90 por ciento”. La Casa Blanca insiste en que lo más importante es que bajen los casos, algo que solo se podrá alcanzar con las vacunas.

Hasta que no se logre generar una masa crítica de personas vacunadas, enfatizaron desde el equipo que maneja la respuesta oficial contra la pandemia, las indicaciones generales no van a cambiar: usar tapabocas, mantener distancia, lavarse las manos y evitar las reuniones en lugares cerrados.