Una sensación de normalidad recorría las calles de la Ciudad de Buenos Aires este viernes, a pesar de la entrada en vigencia de las nuevas medidas que el presidente Alberto Fernández decretó ante el aumento de contagios en la zona del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA)

En las últimas 24 horas la Ciudad registró 2.843 casos positivos y 25 fallecimientos por covid-19, y la ocupación de camas de terapia intensiva llegó al 56,6%. "Vamos a ser estrictos porque no estamos con tiempo para dudar" señaló el Presidente luego de su reunión con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y precisó que "está claro que es el relajamiento social lo que favorece los contactos y por eso las restricciones que hemos puesto a la gastronomía".

En la esquina de la avenida Corrientes y Medrano unas veinte personas esperan para cruzar. “Los contagios no suceden en los restaurantes, la gente se cuida, las restricciones tienen que estar en otro lado”, señaló uno de los encargados de la mítica pizzería ubicada en esa intersección del barrio de Almagro. Entrado el mediodía el local tenía unas quince mesas ocupadas bajo techo, otras seis sobre la vereda y algunos comensales sentados a las barras, en uno de los extremos del local. Algunas de las mesas, marcadas con una cruz blanca sobre la madera, se encontraban deshabilitadas. “Ahí se pueden sentar sólo uno en cada punta”, explicó el encargado, mientras señalaba hacia las tres mesadas altas, aunque minutos después en una de esas barras había cuatro personas almorzando. “Hoy no cambió nada, seguimos con los protocolos de siempre pero cerramos más temprano”, precisó el empleado, que advirtió que “nunca volvimos a trabajar como antes de la pandemia”. El DNU, vigente desde este viernes hasta el 30 de abril, indica que los locales gastronómicos pueden abrir al público entre las 6 de la mañana y las 7 de la tarde, y que “sólo podrán atender a sus clientes y clientas en espacios habilitados al aire libre”.

Sobre avenida Corrientes, con su concurrencia habitual en un día de semana, locales de ropa, calzado, librerías y dietéticas estaban abiertos y habitados. Para Paola, que trabaja hace cerca de dos años en el local de Balvanera de la cadena argentina Café Martínez, “las restricciones afectan directamente a los trabajadores porque dependemos en gran parte de las propinas”. Cerca del mediodía el local tenía nueve mesas ocupadas de un total de quince aproximadamente. “Hoy vinieron nada más que nuestros clientes de siempre, que vienen cuatro veces por semana”, señaló la empleada.

Ante la vigencia del nuevo DNU, un conjunto de empresarios del sector gastronómico agrupados bajo el pseudónimo “Sillas al Revés” anunciaron que no acatarán las nuevas medidas, que describieron como “un nuevo atropello al sector”. A través de un comunicado difundido en redes sociales, los empresarios indicaron que la medida implicará que “se pierdan cerca de 200.000 puestos de trabajo” y aseguraron que “somos un espacio seguro para trabajar”. Sin embargo, al interior de los bares de la Ciudad la medida todavía no tuvo repercusiones. “Acá el fuerte es la tarde, cuando los chicos salen de la escuela. Cuando no haya clases seguro habrá menos gente pero la semana pasada todavía teníamos fila de espera para ingresar”, relató Carolina, encargada de la caja en una cafetería y heladería en Yatay y Corrientes, frente al edificio del colegio “Casa de Jesús”, y agregó que “hay mucha gente que se enoja cuando le pedimos que se ponga el barbijo. Es increíble pero pareciera que les da más bronca eso que contagiarse”. Dentro del local, que contaba con unas 40 mesas, la mitad estaban ocupadas.

Sandra Cartasso


La anarquía de los gimnasios

Con el argumento de no figurar en el decreto como actividad específica, este viernes los gimnasios decidieron mirar hacia un costado. “No estamos incluidos en el decreto por ahora. Estamos esperando los nuevos anuncios”, señaló a este diario Roxana, empleada administrativa en una de las principales cadenas de gimnasios de la Ciudad. Roxana explicó que si bien todavía siente “mucha incertidumbre” respecto de cómo van a seguir dentro del gimnasio, este jueves no obtuvo ni una nueva asociación al club. “Yo no le voy a decir a nadie que no se asocie pero la verdad es que si no estás haciendo ejercicio, 15 días más no te perjudican en nada”, opinó la trabajadora y especuló que una opción “podría ser que vuelvan las clases en las plazas como hicimos antes de poder abrir el salón”.

En calzas de colores, shorts y zapatillas deportivas, una fila de cinco personas aguardaba para ingresar en el edificio, que tiene piscina techada, salón para clases y sala de musculación. Mientras unos entran, Pablo, un hombre de unos 35 años, sale de su jornada de natación. “Está todo como siempre, la gente en el gimnasio y las clases adentro”, señaló el hombre y agregó: “yo para la pileta saco con mucha anticipación porque se permiten sólo cinco personas a la vez, una por andarivel, pero para lo demás reservás con la aplicación y listo”.

La situación se repite en distintas sedes de cadenas deportivas, y también en gimnasios más pequeños, de barrio. “Nos consideramos dentro de lo que es locales comerciales, por eso ahora cerramos a las siete de la tarde en lugar de las once de la noche”, explicó la encargada de Fiter, un gimnasio ubicado en el barrio de Balvanera, y aclaró que respetan “el 30 por ciento de aforo en el salón de máquinas y en las clases”. Si bien el decreto afirma que “todas las actividades deportivas, recreativas, sociales, culturales y religiosas que se realizan en ámbitos cerrados” deberán suspenderse hasta el 30 de abril, en la Ciudad de Buenos Aires las reglas no parecen claras. “Por ahora está todo funcionando, salón, musculación, pileta, todo normal”, indicó uno de los recepcionistas de la sede de Megatlón en la calle Humahuaca. Otros predios cerrados del AMBA, como canchas de fútbol y muros de escalada, en cambio, ya anunciaron su cierre hasta nuevo aviso.

Informe: Lorena Bermejo