La producción editorial registró una caída del 30 por ciento en 2020 y acumula un descenso de 60 puntos porcentuales respecto de 2016, según los datos del informe anual de la Cámara Argentina del Libro (CAL). La cantidad de ejemplares pasó de 12 millones (2019) a 8 millones. Los números bajan cada vez más desde hace cinco años. Nada sube, excepto la incertidumbre. Los lanzamientos del sector editorial comercial muestran una caída en las novedades en papel de un 25 por ciento en relación con 2019 y la tirada de la primera edición decrece un 35 por ciento. La tirada promedio fue de 2.700 ejemplares en 2016 mientras que el año pasado alcanzó los 1.600 ejemplares. La mayoría de las novedades del año pasado tuvieron una tirada promedio de 1.000 ejemplares, menos de un ejemplar por cada librería del país.

“La caída de ejemplares alrededor de un 30 por ciento menos no parecería significativa si solo se mira ese porcentaje; el tema es que el sector acumula caídas muy fuertes”, dice Diana Segovia, gerenta de la Cámara Argentina del Libro, a Página/12. El homo tecnológico en gestación será también un homo lector. La prolongación del ASPO en AMBA, el aumento del comercio electrónico y la lectura en línea aceleraron el proceso de digitalización, incorporando el formato digital a los catálogos de las empresas: el 35 por ciento de los libros electrónicos publicados en 2020 tenían previamente una versión en papel. Solo el 5 por ciento fueron “nativos digitales”, ediciones concebidas exclusivamente en formato ebook. “La digitalización de catálogos es uno de los claros fenómenos del 2020, no la edición de nativos digitales sino los libros en papel que pasaron a digital”, aclara Segovia. “No se trata de nuevos libros sino de libros en papel que las editoriales pusieron a disposición en digital”, agrega la gerenta de la Cámara Argentina del Libro.

El informe de la CAL –una suerte de balance que presenta año tras año- incluye los resultados de una encuesta realizada en marzo de 2021 entre sus socios, la mayoría editoriales PyMES. El 83 por ciento de los entrevistados manifestó que en 2020 sufrieron caídas tanto en la cantidad de unidades vendidas como en la facturación. Un 20 por ciento declaró que esta caída en su facturación fue incluso de más de 50 puntos respecto de 2019. Pero hay mucha diversidad y algunos han facturado un poco más que el año pasado. “Aquellos que han crecido son sobre todo empresas pequeñas que a través del uso de las redes sociales y de las librerías virtuales incrementaron sus ventas, editoriales que no siempre son visibles en las librerías y que frente al cierre aprovecharon esta oportunidad”, explica Segovia.

La pandemia que cambió al mundo impactó en la reducción de los planes de edición: 8 de cada 10 consultados modificaron su plan editorial y reforzaron los canales de venta digital y por redes sociales. La mitad de los entrevistados afirmó que realizó tiradas más pequeñas y que crearon catálogos en líneas. Las editoriales reconocieron que accedieron a distintos beneficios del Estado: el 65 por ciento fue beneficiario del ATP (Programa de Asistencia a la Producción y el Trabajo), que funcionó hasta octubre del año pasado, y un 30 por ciento a créditos a tasas bonificadas.

La palabra más repetida por los editores consultados es incertidumbre. En los próximos meses, según lo que expresaron en la encuesta, creen que el sector se encontrará peor. “El panorama sombrío lo da un poco la incertidumbre de la nueva ola, las bajísimas ventas del primer trimestre y el hecho de que no parecería que se pudiera reeditar los apoyos recibidos. El sector perdió el ATP en noviembre, las ventas no se recuperaron, los gastos continúan y el papel lleva cuatro aumentos en seis meses”, concluye la gerenta de la CAL.