“La gente ya no cree en las instituciones”, desenfunda el fiscal Peter Stone (Philip Winchester) en el primer episodio de Chicago Justice, reciente estreno de Universal Channel (va los jueves a las 21). Quizá sea cierto, pero el productor Dick Wolf, viejo zorro detrás de toda la franquicia Law & Order, conoce el paño como pocos y sabe sacarle jugo. La serie cuadra de manera absoluta dentro del drama legal y no tiene intenciones de renovar el género. Despliega un caso por episodio con un componente en común: la responsabilidad cívica de cada entuerto legal. Gran parte del encanto es el clasicismo que denota esta entrega original de la NBC, la última en sumarse a las ficciones sobre los organismos públicos de esa ciudad (ya existen otras tres sobre bomberos, médicos y policías). De hecho, habrá varios cruces entre personajes y tramas de las “hermanas mayores”, lo cual permite que haya cierta familiaridad y solidez en este monobloque narrativo sobre Chicago. La propuesta no se aleja de fórmulas probadas, pero su mirada es contemporánea. ¿Un ejemplo? El primer juicio fue sobre un policía acusado de mano dura y asesinato contra un negro. 

La mira aquí está puesta en un equipo de fiscales e investigadores que buscarán hacer justicia en casos importantes y de gran atención mediática. Como en una versión pasteurizada de The Wire, trocando Baltimore por Chicago, esta franquicia también intenta mostrar los grises de cada historia, cómo afecta cada situación a los personajes y sobre el funcionamiento de las instituciones involucradas. Llamativamente, su mejor ritmo y tono se da cuando no sigue a sus criaturas en la Corte y los estrados, sino en bares, oficinas o en las calles de la llamada ciudad del viento.