“Todas las decisiones que tomamos en la ciudad las tomamos en base a los datos y en base a la evidencia”, repite una y otra vez Horacio Rodríguez Larreta. Pero no muestra los datos, ni las evidencias, que avalarían su otro mantra: “La escuela no contagia”.

En realidad, los datos y las evidencias apuntan más a refutarlo, como dejan en claro la mayoría de los estudios internacionales. Pero si no está dispuesto a tomar en cuenta lo que hacen los demás países, incluidos los que para otros temas considera un ejemplo, haría bien en tomar nota de lo que muestran los números que surgen de la experiencia argentina.

El análisis de lo ocurrido en las últimas semanas, desde que el Gobierno nacional limitó la circulación nocturna, los horarios comerciales y las clases presenciales, ofrece significativas novedades. El senador correntino Martín Barrionuevo, uno de los más reconocidos difusores de datos sobre la pandemia, acaba de publicar dos gráficos sobre el cambio de tendencia que se verifica a partir de las medidas oficiales.

El primero muestra el efecto que tuvieron en CABA sobre la población de niños, adolescentes y jóvenes. Las mediciones dejan al descubierto que los contagios entre los chicos de 0 a 11 años no dejaron de crecer, incluso a alta velocidad, mientras bajan las infecciones en las franjas de 12 a 19, de 20 a 24 y de 25 a 29.

Los especialistas consideran que la explicación de semejante diferencia debe buscarse en la forma que aplicó, o mejor dicho no aplicó, el Gobierno porteño las medidas de cuidado resueltas por Alberto Fernández.

En el caso de los más chicos, todo siguió igual y por lo tanto continuaron subiendo los contagios al ritmo que venían.

En el caso de adolescentes y jóvenes, siguió igual el componente de circulación en lo referente a la educación, pero el efecto se vio compensado por el resultado que dio la restricción de la circulación nocturna, protagonizada fundamentalmente por estas franjas etarias.

Todo indica que si el Gobierno de la Ciudad hubiese respetado el conjunto de las restricciones planteadas por el nacional, la caída de la curva en CABA podría haber sido más pronunciada.

Esta presunción se fortalece al observar el otro cuadro difundido por Barrionuevo. En él aparecen comparadas la curva de la CABA con la del Gran Buenos Aires, calculando el porcentaje de variación tomado desde su punto máximo en cada uno de los casos: CABA el 22 de abril y GBA el 20. Como señala el senador, se observa que bajan a distintas velocidades. CABA, que se negó a aplicar las restricciones a las clases presenciales, muestra una caída del 8,3%; GBA, que aplicó todo el paquete, llega al 16,3%.

Datos y evidencia no parecen estar en la base de las decisiones tomadas por el Gobierno porteño, que insiste en no respetar y judicializar las medidas de cuidado. Quizás más que concentrarse en la frase de Larreta, sea más apropiado citar una del  gobernador Axel Kicillof: "El que toma decisiones en base a encuestas está tomando las decisiones equivocadas".