El mundo, a los ojos del jefe de Gabinete, Marcos Peña, está “en situación de repliegue, de encerrarse y de conflictividad” pero igual afirmó que ese mismo mundo abre los ojos ante las transformaciones y la apertura de la Argentina. Ante ese escenario global, el funcionario afirmó que con “optimismo e inteligencia” la recesión se encamina a ser historia y que a pesar de la mezcla de incremento del endeudamiento externo y tasas de interés por las nubes, igual va a descender el déficit fiscal. A este cóctel le agregó una pizca de disminución de la inflación que impactará en el incremento del poder adquisitivo y, por lo tanto, una supuesta generación de empleo. Ese fue el panorama que el principal ministro del gobierno de Mauricio Macri le pintó a senadores, somnolientos, descreídos y tibios en la confrontación, durante su informe mensual al Congreso.

Antes de zambullirse en el formato de preguntas de los senadores y respuestas del funcionario, Peña hizo su discurso de presentación. El eje estuvo centrado en la política exterior del presidente Macri que, por estas horas, ya realiza su gira por los Estados Unidos y que contempla un encuentro con Donald Trump. En ese marco es que Peña hizo su evaluación de la apertura económica de la Argentina ante un mundo conflictivo y cerrado en sí mismo. Habló de fortalecer el Mercosur, la Unasur y acercarse, mediante acuerdos, con los países de la Alianza del Pacífico, los del ALCA y también los de Asia, Africa, Medio Oriente y, sobre todo, la Unión Europea. Todo sea para “integrar y generar empleo”. Eso sí, no dijo cuál será el costo de dicha apertura.

Sin duda que influenciado por la reunión con Trump, el jefe de ministros se preocupó en resaltar la necesidad de atender la crisis que vive Venezuela. Lo hizo al estilo que viene desarrollando el macrismo ya que afirmó que “la Argentina debe ser solidaria con el pueblo venezolano como cuando ellos lo fueron con nosotros en momentos dictatoriales de violación de la democracia”. Así Peña puso en el mismo nivel la dictadura cívico militar de la Argentina con el gobierno democráticamente electo de Nicolás Maduro. Por si acaso, recalcó que las relaciones con los Estados Unidos son serias e inteligentes y no de relaciones carnales. 

Peña terminó su discurso de presentación con la reiteración del anuncio de inversiones extranjeras por 50 mil millones de dólares donde, afirmó, que “el 61% viene de empresas de capital norteamericanos, japoneses, brasileños y belgas, entre otros, es fruto de la construcción de confianza”. 

El recinto, que está en etapa de remodelación con andamios entre las bancas, fue seguido por pocos senadores que lo escucharon con algo de displicencia y poca atención. Entre los opositores fue notable la ausencia de los senadores identificados con el kirchnerismo. Por caso, durante la sesión inmediatamente anterior al informe de Peña, la representante por Santa Cruz, Virginia García, presentó una cuestión de privilegio donde responsabilizó a Macri por el “ahogo financiero y económico” que ha sometido a su provincia desde 2015. Afirmó que el gobierno nacional “se está desentendiendo de Santa Cruz de un modo peligroso para mi pueblo y para el resto de las provincias”.

Cuando llegó el turno de las preguntas fueron los integrantes del bloque del PJ-FpV que conduce Miguel Pichetto los primeros en realizarlas. La pérdida de empleo, la recesión, los despidos de Radio Nacional, la falta de respuestas concretas a las provincias que sufrieron terribles inundaciones, el festival de la especulación financiera y la discriminación a provincias no macristas, fueron parte del menú de cuestionamientos. Peña, salvo las inundaciones que prometió más ayudas, negó el resto o, en el mejor de los casos, dijo que están en franca disminución. Ese fue el único momento donde se produjo un pequeño conato de cruce con el senador por Formosa, José Mayans.

El formoseño le reprochó a Peña que el gobierno nacional no da respuestas a la necesarias obras de infraestructuras y viviendas que necesita su provincia. “La plata que está faltando para las provincias está en el sector financiero que en estos 15 meses se llevó 500 mil millones de pesos gracias a las Lebac, la deuda externa y el dólar futuro. Esta es la concepción política de su gobierno que prioriza el sector financiero y por eso lo que reclaman las provincias es mucho”. Pero además, le advirtió del peligro de terminar como el gobierno de Fernando de la Rúa. “Si siguen así van a terminar igual, en una catástrofe”. Una frase que Peña no olvidó y esperó para retrucar.

Cuando le devolvieron el micrófono al ministro afirmó que el Presidente “está convencido” de que el país “va a crecer y se confirmará la salida de estancamiento”. Reconoció que no se sentirá igual en todos lados pero que a la larga derramará en todo el país. A modo de prueba, adelantó que el Indec está a punto de anunciar que se produjo “un aumento del 35 por ciento de importaciones” que, según Peña, son de bienes de capital y que está ligado a la generación de energía, vagones y camiones. Entusiasmado con el anuncio dijo que el empleo registrado “superó los 12 millones en enero al incorporarse 87 mil trabajadores” pero con respecto a enero de 2016. Pocos si se considera que, según el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, reconoció que hasta enero pasado se había producido 127 mil pérdidas de puestos de trabajo.

En cuanto al déficit fiscal el jefe de los ministros reconoció que es un “severo problema” pero, otra vez, señaló que hay datos que le permiten ser optimista. En ese sentido reivindicó la tarea del titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, de quien dijo que lleva adelante la “misión” de lograr un equilibrio en el valor del dólar “evitar el atraso cambiario y al mismo tiempo una fuerte devaluación”.

Pichetto fue uno de los últimos en hablar. Luego de criticar la apertura de importaciones y el nivel de endeudamiento, se permitió aconsejar sobre los peligros del enfriamiento de la economía: “Es peligroso desde el punto de vista de las chances electorales del gobierno”, dijo mientras Peña lo miraba sin mediar palabra o gesto.