"No es lo mismo transitar por la calle vestide de un modo femenino hegemónico que transitarlo de otra manera. No es lo mismo el territorio para una persona trans o una persona que habita en una comunidad originaria, que para una persona cisgénero que circula en una ciudad pequeña" dicen Cecilia Mastrolorenzo y Magdalena Moreno, y con esa premisa proponen revisitar esos mapas políticos de la infancia que se pedían en las librerías y se intervenían sin demasiada mediación de otras áreas de la vida y de la enseñanza. Revisar la Geografía: resignificarla, ampliarla, habitarla y abrirla desde otras perspectivas y horizontes, es lo que plantean ellas, ambas docentes de enseñanza media y superior de la materia y especialistas en ESI, en su libro Geografía y Educación Sexual Integral, publicado recientemente por Milena Caserola.

Escrito a partir de las necesidades del aula y destinado tanto a estudiantes como a educadorxs, este libro reúne herramientas concretas para que la incorporación de la ESI en las clases de Geografía no sea solamente algo posible sino más bien indispensable: “Escribimos este libro con el deseo puesto en que las clases no sigan también formando parte de ese territorio hostil o alejado de la realidad que viven nuestres estudiantes día a día”, aseguran.

Con esta propuesta, este dúo de docentes se anima a ir un poco más allá de las fronteras de lo explícitamente geográfico: “Si la persona que tiene la responsabilidad de estar educando a les jóvenes no cambia la perspectiva desde la cual analiza a la sociedad, por más que lleve el libro a las aulas no se va a poder modificar nada”.

¿Cómo nació la idea de escribir este libro?

M.M: --Ambas somos docentes de Geografía, en mi caso la docencia es uno de mis trabajos y, en el caso de Cecilia, ella está todo el tiempo en las aulas porque da clases en secundarias. Ahí ella observó que había una necesidad permanentemente de que se desarrolle la ESI en la escuela, una demanda muy fuerte tanto por parte de estudiantes como de docentes. También nos pasó que las dos teníamos la sensación de que a la Geografía escolar y la ESI no había por dónde encajarlas pero, a la vez, sabíamos que estaban muy relacionadas. Además, yo soy investigadora de Geografía de género y de las sexualidades, y veía una distancia muy grande entre lo que se producía en la ciencia, que es el conocimiento que la ESI propone, y lo que pasaba en el aula. Esa distancia no se daba únicamente en los contenidos sino también en la capacidad de llevar eso de una manera práctica. Por eso nos pareció que el libro tenía que estar armado a partir de actividades concretas que se pudieran desarrollar adentro del aula.

Esa es justamente una de las mayores virtudes del libro, que está basado en cuestiones muy prácticas y útiles tanto para alumnes como para docentes…

M.M: --Claro, porque la idea era esa, que el libro sea una herramienta para que les docentes puedan empezar a incorporar la ESI en las clases de Geografía. Es importante señalar que también es muy necesaria la formación de les docentes sobre el tema, porque llevar una actividad al aula sobre ESI no es necesariamente incorporarla, pero con todos estos elementos que contamos, creímos que era importante que hubiera una herramienta que no requiriera de muchísimo tiempo de preparación y formación para poder implementarla.

¿De qué ideas partieron para poder cruzar la Geografía con la ESI?

M.M: --No hay que olvidar que la Geografía es una ciencia social que, si bien desde sus inicios en la escuela cumplía un rol más tradicional, en el sentido de que su función como asignatura tenía que ver con el conocimiento del territorio nacional (esta idea de conocer todos los ríos, las montañas, las capitales, de memoria, etc), desde la década de los ‘90, los contenidos curriculares y las metodologías de enseñanza se fueron renovando y se ha ido incorporando una mirada más relacionada a lo social. Esta Geografía escolar “renovada” empezó a incorporar a las sociedades con sus conflictos, y no solamente el estudio de fenómenos físico-naturales. Entonces, al empezar a analizar a las sociedades en el espacio, y en cómo se vinculan, se perciben y se crean esos espacios, aparece la posibilidad de incorporar la ESI, y especialmente dos ejes de la ley en los que nosotras nos centramos, que son la perspectiva de género y el reconocimiento de la diversidad. Porque si lo que estamos pensando es un espacio social creado, y que a la vez crea a las sociedades, tenemos que reconocer también que esas sociedades son diversas, múltiples y variables, pero sobre todo por una cuestión de género, y es ahí en donde se vuelve posible hacer ese cruce.

Hay capítulos en los que abordan el estudio de los territorios desde perspectivas muy interesantes como la inmigración, las zonas fronterizas, lo social-demográfico, lo ambiental, lo cultural, la dimensión política… ¿De dónde surge todo eso?

C.M: --Todas esas dimensiones son en realidad parte de los contenidos centrales que surgen de los N.A.P. (Núcleos de Aprendizaje Prioritarios), diseñados por el Ministerio de Educación de la Nación, que son tomados en cuenta por las distintas jurisdicciones para sus diseños curriculares. Los incluimos como temas centrales porque teníamos la inquietud, y a la vez el deseo, de que el libro no sea solamente para el área metropolitana de Buenos Aires. Entonces pensamos que lo que podía ayudarnos a hacerlo lo más federal posible era utilizar esos núcleos para que cualquier docente del país que tenga interés en el libro pueda llevar a cabo la propuesta en sus clases.

En el libro también cuestionan esa idea reduccionista de que la ESI es solamente un contenido de la materia de Biología...

C.M: --Sí, porque si bien hoy se puede decir que hubo ciertos avances como para que la ESI sea implementada de manera transversal, lamentablemente sigue quedando reducida a la materia de Biología, o como un evento aparte del resto de la escolaridad. Muchas veces la agenda educativa viene con un tema específico para trabajar en cada jornada, y les pibis no quieren trabajar esos temas, o tienen otras inquietudes porque están pasando por distintas circunstancias y quieren debatir otras cosas, entonces el tema elegido desde el Ministerio no se termina correspondiendo con la realidad de cada escuela. Cuando pasás mucho tiempo en el aula, la cotidianeidad te va marcando un poco cómo vienen las nuevas generaciones y sus demandas, a las cuales a veces tenés respuestas y otras no, pero es ahí en donde te vas dando cuenta de cuál es la realidad y cuál puede ser la mejor forma de abordarla.

¿Qué piensan sobre la formación de docentes en la ESI a nivel nacional?

C.M: --Desde nuestra experiencia, lo que solemos ver es que los cursos o las capacitaciones sobre ESI se llenan inmediatamente. En uno de ellos tuvimos la oportunidad de hacer una conferencia, y lo que más se comentó fue la necesidad de que les docentes puedan tener más capacitación y más formación sobre ESI. También es importante revisar cómo se están formando a les educadores. Yo por ejemplo me recibí en 2017, once años después de que se sancionó la ley, y sin embargo durante toda mi educación como docente no tuve formación, ni me acercaron herramientas pedagógicas como para abordar la ESI en un aula. En la actualidad hay mucha más demanda y también más conciencia sobre su importancia, pero sabemos que en ese sentido aún nos queda un largo camino por recorrer.

¿Qué recepción tuvieron del libro en estos primeros meses?

C.M: --La recepción que tuvimos también nos demostró la necesidad de la que hablábamos recién, porque generó mucho interés en personas que viven en diferentes provincias. Docentes de Bahía Blanca, de Tucumán por ejemplo, nos llamaron para pedirnos que les enviemos el libro, y no solo para elles sino también para repartir a colegas de allá. Y esto, si bien es apenas una pequeña muestra, vuelve a poner de manifiesto la gran necesidad que tenemos de que exista una mayor formación sobre el tema.

¿Cuáles son los objetivos que se proponen con el libro?

M.M: --Nos planteamos varios, pero creo que uno de los más importantes tiene que ver con la idea de poder transformar la Geografía escolar, o al menos la forma en la que está dada. Es decir, crear una conciencia desde las Ciencias Sociales en donde se puedan generar otras prácticas para que podamos convivir en un mismo territorio libres de violencia, en donde también se pueda reflexionar sobre la importancia de desjerarquizar la sociedad y la idea de seguir incluyendo a las diversidades sexuales en las identidades de género.

C.M: --En nuestro caso pensamos la Geografía con una conciencia sexual, y trabajamos con varies autores que abordaron la materia de esa misma forma, que es una forma pionera, porque significa deconstruirla, resignificarla y hacer que el territorio pueda ser visible de otra manera. O sea, pensarla siempre en clave de ESI. Por eso otro de los objetivos del libro es que pueda servir para tirar una ‘soga’ a les docentes que quieren incorporar la ESI en todas las materias del plan de estudio, porque algo que nos dimos cuenta mientras lo escribíamos es que, en los espacios de formación para les docentes, no circula un libro que introduzca a la ESI de forma transversal. Y ahora que ya existe y lo pudimos concretar, sentimos que puede haber otra legitimidad.

¿Podrían contarnos un poco de qué se trata la Geografía de la sexualidad?

M.M: --Es una forma de reflexionar sobre la Geografía desde una perspectiva sexual que nació en la década de los ‘70, en los países anglosajones hegemónicos. En principio se basaba en una Geografía de la mujer, que se ocupaba de visibilizar que la experiencia en el espacio estudiada por la Geografía era planteada como algo universal a todos los sujetos y por eso, como pasa también con tantas otras cosas, estaba atravesada por una mirada masculina. Las teorías toman el concepto de género que desarrolló el geógrafo escocés John Scott Keltie a finales de 1800, y lo que hacen es mostrar las desigualdades que se habían desarrollado y que respondían a reproducir una jerarquización dentro de la sociedad. Entonces, la Geografía de la sexualidad que se estudia y se desarrolla en la actualidad lo que hace es incorporar a la diversidad sexual para poder mostrar las teorías de la interseccionalidad.

Y también el estudio sobre cómo las diversidades de género circulan y habitan la calle, que es uno de los territorios más significativos ¿no?

M.M: --Claro. Lo esperado para la sociedad y para la Geografía tradicional es que las personas que transiten por la calle sean personas hétero-cis normativas. Todas estas Geografías de las sexualidades van siempre de la mano de teorías precisas, particulares, de diferentes estudios analizados en el mundo. Y la impronta de estos análisis es que se puedan diseñar ciudades pensando también en las diversidades sexuales y en todos sus derechos.

Todas esas cuestiones aparecen en el libro, y también parecieran ser como un intento de querer ir un poco más allá, de querer generar un diálogo y de interpelar al sistema educativo y a les docentes...

M.M: --Y sí… porque si la persona que tiene la responsabilidad de estar educando a les jóvenes no cambia la perspectiva desde la cual analiza a la sociedad, por más que lleve el libro a las aulas no se va a modificar nada. La disposición a formarse sobre la Geografía y la ESI, abrir la mirada, es algo fundamental, y esa formación tiene que estar garantizada por el Estado, algo que hoy todavía no termina de suceder del todo. Nuestra sociedad aún está llena de estructuras patriarcales- normativas que las tenemos incorporadas desde siempre y es importante que estemos dispuestes a revisarlas para poder reconstruirnos, para poder decir que efectivamente lo que estamos llevando al aula lo hacemos desde un lugar de convencimiento, de que también es propio, porque eso es algo muy clave en cualquier enseñanza.

C.M: --Creemos que quien tome la enseñanza sobre la ESI y decida darla en las aulas tiene que estar interesade por estos temas y no hacerlo como algo obligatorio, porque solo así puede llegar a generar empatía con les alumnes en cualquier institución educativa a lo largo y ancho del país.