Con pedidos de pena de 4 y 5 años de prisión efectiva, comenzó a ser juzgado el comisario Carlos Rodríguez, acusado de apremios ilegales, por pegarle con un palo a un hombre que estaba demorado en un calabozo en la seccional 2°, en 2015. La fiscal Karina Bartocci y la querella de la Cátedra de Criminología de Derecho de la UNR le atribuyeron efectuar "diversos golpes en el cuerpo usando un palo de un metro y medio", luego de que el hombre "solicitara agua". 

Según se expresa en la requisitoria de la querella, aquel 4 de febrero, Víctor --albañil y empleado en una verdulería-- caminaba por Pellegrini y Mitre cuando fue detenido por un movil policial. Los agentes "le ordenaron ponerse contra la pared, lo tiraron al piso y lo esposaron". Desde allí, fue trasladado a la comisaría 2°, sin que le informaran el motivo.

Ya en la seccional de Paraguay a 1100, Víctor solicitó agua a un policía que se negó a identificarse, quien accedió a dársela. Luego fue llevado a una celda de la parte trasera. Allí, pidió nuevamente agua --ya que la temperatura y humedad en el calabozo eran elevadas, no había luz ni agua, y había olores nauseabundos dado que los detenidos debían hacer sus necesidades ahí--. Tras ello, "ingresó a la celda un funcionario policial y detrás de éste otro más que vestía un uniforme diferente. Este se presentó como 'el jefe y le preguntó violentamente por qué estaba pidiendo a los gritos agua. (...) Rodríguez comenzó a insultar a Víctor, a gritarle, arrinconándolo en la celda, al tiempo que lo golpeó en distintas partes de su cuerpo, con un palo", mientras "repetía a los gritos que era el jefe de la seccional y en ese lugar 'se hacía lo que él quería'".

"El caso conlleva una serie de violaciones a los derechos humanos. Comienza con el padecimiento de condiciones inhumanas y degradantes de detención; incumplimientos sobre lo recomendado (en estos casos) y el hecho en sí. No solo se busca condena, sino presentarlo como un caso de violación de derechos humanos en la ONU", expresó Enrique Font, de la Cátedra.