La psicóloga María Laura Silisque declaró en la audiencia de este jueves en el juicio que se sigue por el crimen de Jimena Salas cometido en Vaqueros el 27 de enero de 2017. También declaró otra psicóloga del Sistema de Emergencias 911 que acudió con el móvil policial aquel día, y además brindaron testimonio dos trabajadoras y un jefe de la empresa donde se desempeña como gerente regional el viudo.

La profesional se entrevistó en la cámara Gesell con una de las hijas mellizas de la víctima y de Nicolás Cajal Gauffín, quien está siendo juzgado por supuesto encubrimiento. La niña tenía tres años cuando se cometió el asesinato. La psicóloga contó que la nena dijo que vio cuando un hombre, al que denominó "chico malo", atacó a su madre. Silisque aclaró que la nena no pudo brindar características físicas de este hombre. 

La psicóloga recordó que la niña llegó a la entrevista con una de sus abuelas, contó que para abordar la entrevista se había reunido con el fiscal, quien le indicó los puntos en los que debía indagar. Enfatizó que la nena tenía tres años en ese momento (la cámara Gesell se hizo poco tiempo después del crimen) y contextualizó que la edad evolutiva de la niña implicaba que tuviera algunas limitaciones para verbalizar lo que había vivido porque a esa edad recién estaba adquiriendo las capacidades linguísticas. "Se trabajó de la manera que fue posible, tratando de entender los tiempos evolutivos de la niña abordando el hecho de que podía relatar a su modo por la edad que tenía", sostuvo.

El fiscal Gustavo Torres Rubelt le preguntó respecto a "aspectos de interés que le hayan llamado la atención" de lo que la nena manifestó. "La niña de la forma en que ella pudo, con frases muy cortas, pudo relatar que había atravesado un hecho de violencia. Ella comentó que había ingresado una persona al domicilio, que había discutido con la madre, que era de sexo masculino. Ella le decía el chico malo. Recuerdo que comentó que había visto pelear a la mamá y a este chico, que el chico en un momento la encierra a ella en el baño con la hermanita, estaban encerradas en el baño y después el papá las salva", sostuvo Silisque. 

La profesional también detalló que la niña "refiere que esta persona que llega a la casa" lo hace "con un perrito chiquito, color marrón (...) a upa'". Dijo que le preguntó a la nena si conocía a este hombre, y ella le contestó que no, que no sabía su nombre, y repitió que "la lastimó a la mamá".

La psicóloga dijo que la niña estaba impactada y que si bien había una manifestación emocional a través del llanto también presentaba otros síntomas propios del estrés post traumático. Indicó que esta sintomatología es característica de niñxs que no pueden expresar todavía en palabras las formas en que les afectó un hecho pero que sí lo manifiestan de forma corporal.

Ante una pregunta de la fiscala Ana Salinas Odorisio, Silisque aclaró que la dificultad para expresar mediante el lenguaje verbal es propia de la edad madurativa de la niña, no de su personalidad. "A los tres años el vocabulario es aproximadamente de 200 palabras, hay muchos significantes con los cuales todavía no cuentan y no pueden simbolizarlo mediante la comunicación verbal", explicó.

Respecto a las manchas de sangre que tenía la nena en la ropa, la psicóloga dijo que le contaba que le había "saltado salsa de tomate". Con esa analogía, "entiendo que pudo haber hecho referencia a que era sangre", explicó la profesional. Además la nena solo hizo referencia a un hombre. En la escena del crimen se encontraron dos perfiles genéticos de varones que siguen sin ser identificados.

La cámara Gesell no se hizo a la hermana melliza que también estuvo en la casa ese día del crimen. El abogado Pedro Arancibia, defensor del Cajal Gauffín, consultado por Salta/12, explicó que en su caso se había evaluado que no estaba en condiciones de atravesar la entrevista. El padre había explicado en su declaración que tiene autismo y que recibe distintas terapias de un equipo interdisciplinario desde su diagnóstico. 

Por otro lado, la psicóloga del 911, María Silvina Wayar, que el día del hecho llegó con el móvil policial a la casa de la víctima, contó que se acercó a Cajal Gauffín para ofrecerle su servicio, pero el hombre no la requirió. Ante una consulta de la querella, respecto a si recordaba haber visto manchas en la ropa de Cajal Gauffín, dijo que no se acordaba, pero creía que no, porque de lo contrario le hubiera llamado la atención. 

Además testificó la abogada Lucía Zapata Usandivaras, quien trabajaba en un estudio externo de La Caja de seguros y participó de una mediación con Cajal Gauffín cuando reclamaba el cobro de un seguro de vida luego del fallecimiento de su esposa. La testigo indicó que la aseguradora "decidió cerrar la mediación sin acuerdo porque no estaban dadas las condiciones de la póliza". Especificó que el seguro era colectivo, que "la tomadora era la empresa, el asegurado era el empleado y había un beneficiario". En caso de homicidio, la letrada indicó que había una claúsula que exigía que hubiera un responsable y en ese momento no había imputados en la causa penal. También detalló que la letrada que acompañó como patrocinante a Cajal Gauffín era abogada de la empresa y lo sabía porque había tenido otras causas con ella. Por último, detalló que el seguro era de aproximadamente $900.000 en ese momento.

Además declaró, mediante una videollamada porque reside en Buenos Aires, el gerente de la empresa, Marcelo Azcona, superior de Cajal Gauffín. El testigo fue indagado respecto a la disponibilidad y al manejo de dinero de la empresa que podía tener el ahora viudo. Dijo que ningún gerente tiene acceso al dinero que generan las sucursales, que lo que ingresa se registra de forma electrónica y hay un estricto control. También indicó que ese dinero es retirado de las sucursales por la empresa encargada de la recaudación al menos cada dos días. También detalló que los gerentes regionales disponen de un dinero para viáticos que se rinde contra comprobantes, esto se puede hacer en cualquier sucursal y en la actualidad es de $10.000 o $12.000.

Torres Rubelt preguntó a Azcona por el margen de maniobra de los gerentes regionales para las indemnizaciones o gratificaciones laborales, éste indicó que el monto se determina con el área de recursos humanos, los gerentes pueden ofrecerlo ante retiros voluntarios o para llegar a acuerdos laborales con sus empleadxs. Señaló que el dinero se deposita en las cuentas bancarias de lxs empleadxs después. 

La fiscala Salinas Odorisio insistió con preguntas respecto a la relación que tenía Cajal Gauffín con las empleadas de la empresa. Azcona dijo que estos vínculos no son recomendables porque puede afectar la operatividad de las sucursales, aunque indicó que es frecuente que ocurran. Respecto a Cajal Gauffín, recordó que recibió un email diciéndole que estaba vinculado con una empleada, y luego lo habló con él. Agregó que Cajal Gauffín trabajaba bien. También precisó que el día del crimen de la esposa, Cajal Gauffín lo llamó desesperado y que intentó contenerlo. Luego llamó a sus compañeros de trabajo de Salta para que fueran a verlo y ver en qué se lo podía ayudar. 

A pedido de la Fiscalía, fueron citadas otras dos empleadas, a quienes interrogaron respecto a si tuvieron una relación sexo afectiva con Cajal Gauffín, ambas lo negaron. 

En este debate está siendo juzgado también Sergio Horacio Vargas, acusado como partícipe secundario del homicidio. La Fiscalía sostiene que simuló vender unas sandalias para avisar a los asesinos si podían atacar. A Cajal Gauffín la Fiscalía lo acusa de haber ocultado información respecto a una supuesta cantidad de dinero o estupefacientes que dicen había en un maletín encontrado en la habitación matrimonial con huellas que dejó uno de los asesinos. También lo acusan por no haber informado que se había desactivado la alarma en la casa un día antes.