La elevada inflación de los últimos meses encendió luces de alerta en el gobierno, que decidió el cierre por 30 días de la exportación de carne. El rubro carnes y sus derivados registra aumentos interanuales del 65 por ciento según el Indec. La carne bovina tuvo subas por arriba del 90 por ciento.

El alza del precio de la carne lo impulsa la suba en el precio del ganado en pie, que muestra incrementos interanuales mayores al 100 por ciento. Este brusco impulso al aumento de la carne se explica por la buena dinámica de las exportaciones bajo el empuje de la demanda china que, tras su crisis porcina, se convirtió en el principal comprador. 

Mientras, las carnicerías vienen disminuyendo sus márgenes por la crisis del consumo interno que tocó en marzo el piso de 48 kilos anuales por habitantes, el menor nivel que se tenga registro histórico.

La creciente presencia de China entre los compradores induce un cambio cualitativo en el funcionamiento del mercado de la carne. Tradicionalmente, Argentina exportaba cortes de elevado valor a mercados de alto poder adquisitivo (cuota Hilton) que conformaban un sector diferenciado del vinculado al consumo local.

El mercado interno estaba a su vez segmentado en el consumo de ternera y novillito de mayor calidad y precio, novillo y vaquillona algo más económicos, y la carne de vaca más dura pero mucho más barata que alimentaba especialmente el circuito de consumo de los sectores más populares. 

Justamente, las compras chinas se concentran en la carne de vaca que prácticamente desapareció del mercado interno, afectando el consumo de la población de menor poder adquisitivo que ahora debe acceder al novillo o vaquillona si quiere comprar carne. Es decir, la base de la pirámide social se vio doblemente afectada por el aumento del precio de la carne y por la desaparición del mercado interno del segmento de menor precio, ahora exportado a China.

El cierre de las exportaciones desató la protesta de la Mesa de Enlace que impulsa un lockout patronal de nueve días sin venta de carnes. Como una especie de déjà vu, las patronales agropecuarias acusan al Gobierno de destruir al sector ganadero, tal como habría generado el cierre de las exportaciones de carne cuando gobernaba Néstor Kirchner. En esos años el aumento de la carne había sido impulsado por la presión que ejercía la exportaciones de cortes populares a nuevos mercados de bajo poder adquisitivo -especialmente Rusia- que había iniciado Martín Redrado en su paso por la Cancillería.

Otro factor que viene impactando en el precio de la carne es la suba del maíz, que según datos de Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) representa el 15,5 por ciento del precio del novillo. El maíz alcanzó este mes el valor internacional más alto de los últimos ocho años, con incrementos en dólares de 50 por ciento interanual, que alcanzan el 100 por ciento en pesos si se le suma la devaluación de la moneda local. 

El mayor precio de los granos impacta en el costo de engorde del ganado, especialmente bajo la modalidad de feedlot. Un factor que suelen esconder las patronales agropecuarias que tienen intereses tanto en la venta de granos como en la de carnes.

@AndresAsiain