Mientras se realizaba la presentación del informe “Cartografía argumentativa de los sectores fundamentalistas/conservadores de la región”, un grupo de mujeres antiderechos con sus banderas celestes tomaron la vereda de Casa Fusa, en protesta por los servicios de salud sexual y reproductiva que se brindaban en ese momento. Fue “la paradoja” del día, como la denominó la ginecóloga infantojuvenil Sandra Vázquez, directora ejecutiva de Fusa AC. Esta semana, una bomba estalló en un local político del Frente de Todxs, en Bahía Blanca. Sus autores dejaron un panfleto que entre otras cosas decía “Nos quitan la libertad”, “Matan niños con el aborto”, “Hipersexualizan a nuestros hijos – ESI y pornografía”, “Subvierten los valores naturales”, y concluía con la amenaza de “una purga” que está por empezar. La contraofensiva de una nueva derecha avanza en los territorios con vista a las próximas elecciones parlamentarias. Bajo el paraguas del armado Valores para mi País, que preside la ex diputada nacional Cynthia Hotton, los evangélicos en Jujuy impulsan la precandidatura a diputado provincial del pastor Daniel Gutiérrez; el partido Movimiento de Acción Social Federal (Masfe) hizo su presentación oficial en Córdoba de la mano de la pastora Alejandra Páez y la presidenta de la Fundación Madres Incansables, Verónica Narvae; la avanzada de Una Nueva Oportunidad (UNO), liderada por el pastor rosarino y diputado provincial santafesino Walter Ghione, proyecta un gran frente nacional opositor, y el incipiente rejunte de Encuentro Federal, que reúne a Ricardo López Murphy, José Luis Espert y Javier Milei aglutina en redes. De la calle a la región se van plasmando llamadas a un orden político-religioso conservador y radicalizado, que pretenden usurpar sentidos en respuesta a las políticas de derechos humanos y a la expansión de los feminismos y los movimientos lgbttiq+. Vienen para quedarse, y pisan el contexto de la pandemia como terreno fértil para el laboratorio de las derechas en América Latina.

En este escenario, la presentación del informe realizado por el equipo de Incidencia Política de Fusa AC que coordina la socióloga feminista María Alicia Gutiérrez, resulta clave porque mapea los formatos discursivos y las retóricas de los argumentos utilizados por actores conservadores/antiderechos que, desde diferentes inscripciones políticas, tallan en la escena local, regional y global. “Hace años empezamos a percibir la presencia de esos grupos denominados antiderechos, fundamentalistas conservadores. Era importante ubicar a estos actores y a estas narrativas, ver dónde accionan, cómo trabajan, en la Argentina en particular, en qué organizaciones, qué estrategias se dan, qué argumentos tienen y cómo los comunican”, explicó Gutiérrez.

A cargo de la politóloga Pamela Martín García, el mapeo de todas las presentaciones que hicieron esos grupos en las audiencias por la legalización del aborto en la Cámara de Diputadxs, en 2018, fue herramienta para la incidencia política de su tratamiento en 2020. “Pero también vislumbró a estos grupos que tienen interconexiones, que hablan de ideologías de género y contra el aborto”, detalló Martín García. “Muchos son referentes muy representativos, que suelen estar presentes en redes sociales, en medios masivos de comunicación, en distintos ámbitos donde hacen vocería, y trabajan y expresan estas narrativas. Luego de la aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y su puesta en vigencia el 24 de enero, sabemos que esas personas siguen activas para generar obstáculos y barreras en el cumplimiento efectivo de la IVE; marcan un rumbo y un pulso en contra de los derechos humanos y de los derechos sexuales y reproductivos.”

El pastiche se completa con redes sociales virulentas, creencias racistas, repudiadores seriales de las políticas sociales, desprecio por lxs pobres y la estigmatización de las disidencias sexuales y los feminismos. “El sentido de este trabajo es tener en cuenta que esa contraofensiva se plantea sobre todo como un orden antisistema, y es una reacción a un movimiento que pretende estabilizar su dramática de segmentación social y su cimentación del canon patriarcal, cuestiones que son núcleo de las luchas feministas y del movimiento lgbttiq+, y de otros movimientos sociales”, explicó la comunicadora y docente Victoria Pedrido, autora del estudio. “No se trata de una mera retórica reaccionaria ni de estrategia de un color o de un partido político, sino que se erige como un nuevo, o no tan nuevo, orden que reclama el retorno de las jerarquías de género. Es un plan ecuménico, un proyecto civilizatorio que pretende regresar a un orden natural desafiado. Como dice Sara Ahmed, ´cuando hay odio, hay amenaza de pérdida´. De alguna manera, estamos ante una presencia de la extrema derecha del 2.0.”

Pero las “actoralidades y entramado político de la contraofensiva conservadora”, que caracteriza el informe no son un campo homogéneo: católicos ultraconservadores, libertarios, alt-right, grupos evangélicos y frentes de la juventud con la propuesta de un retorno al ordenamiento natural. “Lo que se evoca es un canon patriarcal, heteronormativo, supremacista, cuya eficacia es la normalización de los cuerpos, las subjetividades y vínculos sociales, según la medida de la naturaleza, entendida como el demiurgo inapelable de nuestro destino.” En ese camino queda al desnudo un proyecto moralizador y civilizatorio, que sigue fortaleciendo su relato de la ideología de género. “Encontramos actoralidades que se inscriben en un religioso castrense, con un discurso conservador, y otras que operan desde una discursividad laica, que además aportan vocerías lgbttiq+ y seudofeminismos, e incluso la mixtura de ambos campos”, describió Pedrido. Trascender fronteras eclesiales para desestabilizar las luchas históricas de los feminismos y los activismos lgbttiq+ es la tarea amarrada a una estrategia discursiva de activistas e intelectuales cristianos, como señala Mara Viveros Vigoya, “para contraatacar la retórica de la igualdad de derechos”.

“Debemos seguir hablando de estos sectores conservadores antiderechos, antigéneros, que actúan a nivel local, nacional e internacional, con características propias. Por eso es importante esta cartografía sobre los modos discursivos que despliegan en la Argentina, para tener el modo preciso en el que quieren instalar su mensaje en nuestro lugar”, dijo la activista lesbiana María Luisa Peralta, integrante de Anti Natural, Lesbianas por la justicia reproductiva. “Me preocupa que tendemos a subestimar la potencialidad que tienen de constituirse en grupos de poder que disputan institucionalidad: es un error gravísimo que nos puede costar muy caro.” Lo que se está viendo es una contraofensiva, la llamada a un nuevo orden, agregó, “pero lo que está implícito y demasiadas veces olvidado, es que nuestros movimientos tienen décadas de construcción, de alianzas, de desarrollos teóricos y políticos. Estos grupos de derecha viven hablando del pasado porque no tienen nada que ofrecer para el futuro. Tenemos que insistir con que somos nosotres quienes traemos una propuesta de futuro, de mejores vidas, y no quedarnos en la tibieza. Animarnos a recuperar la propuesta, articular las profundas diferencias y hacer uso de nuestra imaginación política”.

Al mapeo argumentativo, el crítico cultural, docente e investigador Gabriel Giorgi sumó el concepto de estratigrafías, por las “capas o sedimentos de distintos momentos históricos que operan por yuxtaposición, y que es una de las características de las nuevas derechas. Nos desorienta mucho esa combinación sistemática de retorno de valores arcaicos, patriarcales, frecuentemente racistas y clasistas, con estas nuevas actorialidades, que movilizan una idea muy radical de libertad. Cómo se juntan es una de las preguntas que nos impone esta cartografía”.

Giorgi remarcó también las dinámicas de “activación afectiva”, o los modos en que las nuevas derechas movilizan, modelan y hacen circular los afectos públicos. “No solamente el odio y cómo forma parte de esas estrategias y de esa eficacia que se subraya. El tema del afecto abre varias líneas que tienen que ver con las formas expresivas, cómo se comunican, y las vías de interpelación.” Modalidades que hacen acting de un impulso transgresor, de desafío y de disputa, para imponerse como fuerzas constituyentes. “Se movilizan con estrategias discursivas y performáticas contra el pacto de los derechos humanos y contra los avances del feminismo y de los movimientos lgttbiq+. Es una contraofensiva, y lo que instalan bajo el signo de la libertad tiene que ver con una fuerza reactiva.”

Esa activación afectiva que la embestida conservadora atesora entre sus dogmas, se dispara desde plataformas digitales a las que se refiere el estudio y replanteó Giorgi. “Tenemos que poder pensar cómo el trabajo del algoritmo favorece su traducción en formas de acumulación de riqueza y de producción de data para la riqueza, y cierta energía afectiva que favorece a la derecha. Pensar esa afirmación de un hiper individualismo que no acepta ningún tipo de cohesión ni de pacto en el tejido mismo de las redes. Y ahí aparece un formateado de los modos de expresión y de activación afectiva.”

Al cierre de esta nota, marchas anticuarentena viralizaban el país. En Rosario, el integrante de una agrupación filonazi, Darío Contreras, insultó y agredió a la reportera gráfica Virginia Benedetto. “Odiás a tu nación, odiás a tu país. Endófoba”, le gritó entre amenazas el vocero varón de un falso presente libertario que intenta clausurar los fuegos de rebeldía de los movimientos feministas, de derechos humanos y de la diversidad. Esta cartografía recoge precisamente la potencia transformadora y la urgencia de revisar los propios dogmas. “Tenemos un enorme desafío. Que la Marea no se escurra sólo en una protesta ni se transforme en un corset de corrección política”, concluye el informe. “Se trata de una potencia poderosa que obliga a que nuestras luchas no se mueran en un hashtag o en una remera, porque sin la discusión que incomoda, siempre corren el riesgo de volverse conservadores y normativos.”