Busto de la aviadora Amy Johnson. Crédito Roland Deller

Bienaventurada la sacra fachada de una iglesia anglicana del siglo XII, situada al este de Yorkshire, que estaría renovando la fe… en el arte de la refacción. Quizás no mueva tantas montañas como mampostería, pero el proyecto en curso de St. Mary -una de las parroquias medievales más bonitas de Inglaterra, según la prensa brit- ciertamente se ha hecho notar. El quid de la cuestión está en las esculturas que han adornado el exterior del lugar por cinco siglos, hechas una lágrima en la actualidad, francamente irreconocibles a causa de la erosión que ha ocasionado el clima y, por supuesto, el paso del tiempo. En vez de recrear las tallas de antaño, empero, las autoridades anglicanas se han volcado por un radical make-over: instalar figuras que honren los logros de brillantes mujeres, históricas damas que han descollado en sus respectivos campos, sea la matemática, sea la lucha por la equidad, sea la química, sea la medicina, etcétera. “Las hemos elegido porque, con su trabajo, han inspirado y mejorado la calidad de vida de otras personas, dadas al bien común”, ha declarado -con el recogimiento que la ocasión amerita- la reverenda Becky Lumley, vicaria de St Mary's, recalcando el papel fundamental que todas y cada una de ellas ha tenido “en relación al avance del conocimiento humano”.

Mary Wollstonecraft

Una obviedad en miras de los personajes seleccionados; por caso, la escritora y filósofa Mary Wollstonecraft, autora del ensayo pionero Vindicación de los derechos de la mujer, de 1792, además de mamá de Mary Shelley -creadora ni más ni menos que de Frankenstein-. Honrada además la piloto Amy Johnson, que con solo 26 pirulos se convirtió en la primera mujer en volar solita de UK a Australia, a la que seguirían tantísimas hazañas en aviación. Mary Seacole, enfermera autodidacta que batalló contra la epidemia del cólera aportando innovadores protocolos sanitarios, además de salvar cantidad de vidas en la Guerra de Crimea. También las científicas Marie Curie y Rosalind Franklin; la astronauta Helen Sharman; la matemática Ada Lovelace; la ingeniera Hilda Lyon. Y, como no podía ser de otro modo, haciendo gala de perenne lema (“Dios salve a la Reina”), tendría estatua de piedra doña Isabel, de recibir la diócesis el visto bueno del Palacio de Buckingham, aún en suspenso.

Quien sí le ha dado respaldo es Historic England, entidad encargada de preservar el patrimonio inglés, encantado por las flamantes reformas, “que mejoran los valores estéticos, históricos y comunitarios, atrayendo a más visitantes al edificio”. Atendiendo, como ha subrayado St Mary’s en su solicitud para instalar las nuevas tallas, “a la contribución de mujeres que durante tantos siglos han sido silenciadas”. Amén, y alabado sea… el tributo.