A horas del final del plazo que tiene el centrista Yair Lapid para formar un nuevo Ejecutivo en Israel, el bloque opositor sigue negociando los últimos detalles del "gobierno de cambio" que acabaría con un bloqueo político de más de dos años y con 12 años consecutivos de Benjamin Netanyahu como primer ministro. La maratón de reuniones continuó este martes entre los equipos de los principales dirigentes de izquierda, centro y de una parte de la derecha, entre ellos Yamina, la formación del ultranacionalista Naftali Bennett que podría ser primer ministro en un sistema de rotación en el poder. Hasta el momento la coalición anti-Netanyahu sumaría 58 escaños parlamentarios cuando se necesitan 61 para formar un nuevo gobierno, por lo que busca el apoyo de los partidos árabes israelíes, que deberían brindar su voto sin buscar puestos ministeriales.

Los dirigentes de las principales facciones, entre ellos el jefe de la oposición Yair Lapid, se reunieron en un hotel de las afueras de Tel Aviv "en un esfuerzo para lograr un acuerdo", informó en un comunicado Yamina. "Vamos en la buena dirección", destacó el dirigente del partido islamista Raam, Mansour Abbas, al llegar a la reunión. "Pero no puedes decir que algo está terminado hasta que esté terminado", agregó.

Las miradas ahora están puestas en esta formación y en el otro partido árabe israelí de la Lista Unida, considerando que el campo anti-Netanyahu solo necesita tres apoyos más para lograr la mayoría de 61 diputados necesarios para formar gobierno

Tras el fundamental apoyo al nuevo gobierno del ultranacionalista Yamina, todos sus dirigentes declararon públicamente su voluntad de sumarse al nuevo gobierno. Sin embargo aún existen diferencias que zanjar. Una de las principales, según advierte el portal digital Ynet, es la voluntad de la número dos de la lista de Yamina, Ayelet Shaked, quien planea ocupar el lugar de la líder laborista Merav Michaeli en el comité de nombramientos judiciales

Esa decisión otorgaría una mayoría al ala derechista del Ejecutivo a la hora de, por ejemplo, designar a los jueces del Tribunal Supremo. Shaked, exministra de Justicia entre 2015 y 2019, ha sido una de las voces más fuertes de la campaña de los partidos conservadores para limitar los poderes de la Corte y reformar el sistema judicial en su conjunto.

En paralelo a estas negociaciones, una creciente tendencia captó el martes la atención mediática y política en el país: las amenazas de muerte contra potenciales miembros del nuevo gobierno e incluso sus familiares. La diputada Tamar Zandberg, del izquierdista Meretz, debió abandonar su hogar luego de recibir amenazas dirigidas tanto a ella como a su bebé. Una de estas amenazas fue un certificado anunciando su defunción, que se viralizó a través de redes sociales.

Miembros del ultraderechista Israel Nuestro Hogar también acusaron haber recibido amenazas de muerte, incluso contra su líder, Avigdor Lieberman, quien dijo temer que Israel viva una situación similar al asalto al Capitolio por parte de seguidores radicalizados del expresidente estadounidense Donald Trump.

En los últimos días tanto Bennett como Shaked, del movimiento Yamina, recibieron amenazas y hasta fueron el blanco de protestas que llegaron a la puerta de sus residencias, algo que llevó a aumentar la seguridad de la diputada y exministra. Analistas y dirigentes políticos acusan a Netanyahu y otros miembros de su partido, el Likud, de incitar a la violencia con su fuerte retórica contra los miembros del bloque opositor.

Durante un discurso el domingo, el actual primer ministro acusó a Bennett de "traicionar" a la mayoría de ciudadanos que votaron por partidos de derecha y aseguró que estaba poniendo en marcha "el fraude del siglo". En este tenso contexto, muchos israelíes temen que se produzca una deriva como en 1995, cuando un extremista judío asesinó al primer ministro Isaac Rabin.

Tras las elecciones legislativas de marzo y el fracaso de Netanyahu para formar una coalición, el presidente Reuven Rivlin le encargó la difícil tarea al centrista Lapid. Esta antigua estrella de la televisión tiene hasta el miércoles a las 23:59 horas para presentar su proyecto de acuerdo de "gobierno de unión nacional", que permitiría sacar a Israel de dos años de crisis política.

Pero medios locales informaron que tanto Lapid como Bennett buscarían anunciar su gobierno temprano en la mañana, para evitar demoras en el despacho al Parlamento (Knesset). De acuerdo a la ley israelí, una vez que un legislador encargado por el presidente de formar gobierno anuncia que lo ha logrado, la Knesset tiene una semana para programar un voto de confianza en el recinto. Por eso, cualquier tipo de demora vale oro para Netanyahu y el Likud en su intento de sostenerse en el poder y poner obstáculos al frente opositor hasta último momento.

Todo, desde la situación de los palestinos, la recuperación económica o el lugar de la religión, divide a esta alianza dispar salvo su voluntad de derrocar a Netanyahu, el primer ministro que más tiempo ha estado en el cargo en la historia de Israel. Juzgado por corrupción en tres casos, "Bibi" es el primer jefe de gobierno israelí que se enfrenta a procesos penales durante su mandato. Y estas demandas podrían afectarlo si pierde la inmunidad como primer ministro.