Se agravó. Está peor. La pandemia, entre otras lamentables consecuencias, empeoró cualquier situación precaria que hubiera existido antes del verano de 2020. Y las condiciones en las que se ejerce el periodismo en todas las provincias argentinas que no son Buenos Aires, indudablemente encuadran en esta consideración. No es que en la provincia más poblada del país la situación de la profesión periodística esté mejor sino que, en este caso, la mirada está puesta en quienes procuran sostenerse económicamente ejerciendo el periodismo más allá de la General Paz y sus alrededores. Aún cuando sus realidades laborales sean muy similares.

Diarios impresos y digitales de alcance provincial, históricas radios AM que hicieron pie en las provincias hace décadas, numerosas emisoras FM y algunos pocos canales de TV. Estas son las principales fuentes de empleo de las y los periodistas en cada provincia argentina. Hay que sumarles las áreas de comunicación oficial de cada gestión gobierno, los múltiples sitios de noticias copypaste online y el manejo de redes sociales de políticos y políticas de turno. Cada periodista, muy probablemente, trabaje en al menos dos de cada uno de estos ámbitos laborales.

Una gran mayoría lo hace con salarios que se aproximan o apenas superan la línea de pobreza, con jornadas laborales más extensas que lo establecido por ley y con trabajos extras en días feriados o domingos que no se pagan. Pero este poco alentador panorama que se describe, no sólo en muchos casos resulta el más beneficioso sino que, mayormente comprende a quienes tienen hoy el particular privilegio de trabajar como periodistas en relación de dependencia.

El triste ranking de precariedades integrado en su mayoría por periodistas pobres continúa, en forma descendente, con la situación de las y los colegas que, aún trabajando desde hace décadas en la misma empresa, mantienen una relación laboral inestable ya que, entre otras injusticias, perciben sus salarios contra la presentación de una factura. Sí, son periodistas y monotributistas. Si se enferman no cobran. Tampoco cobran aguinaldo ni tienen vacaciones pagas, menos aún indemnización si la patronal decidiera prescindir de sus servicios.

Otra situación muy frecuente es que haya periodistas que tienen más de un trabajo. Esto puede ser porque les gusta mucho su profesión y la quieran ejercer al máximo. Pero, lo cierto es que un gran número lo hace porque de esta forma complementan el salario del empleo principal que suele resultar insuficiente para sostener a una familia.

Una encuesta realizada en el marco de una investigación académica antes de la pandemia entre periodistas de una provincia patagónica reveló que el 90% de la/os colegas consultada/os trabajarían en un sólo lugar si las condiciones laborales y salariales fueran apropiadas. ¿Cómo respondería a esa pregunta el resto del colectivo de periodistas que trabajan en otras provincias argentinas? ¿Y cómo sería la calidad de la información que esta/os misma/os trabajadores producen si tuvieran un sólo empleo?

En ámbitos de formación universitaria o de los (distintos) poderes políticos y económicos, cuando el calendario avisa que el 7 de junio está próximo, es habitual que se destaque el valor que tiene el periodismo como sostén de la vida en democracia y de la importancia de la libertad de expresión en una sociedad que se precie de plural y respetuosa del estado de derecho. Son mayoritarias las expresiones coincidentes al respecto.

Sin embargo, son más que minoritarias las manifestaciones que, antes o después del Día del/a Periodista, se dan a conocer respecto del incumplimiento de los derechos laborales por parte de empresas periodísticas y, en varios casos, de los propios Estados. Incumplimientos que hacen que los mismos periodistas que escriben sobre el trabajo “en negro” o la pobreza en Argentina, lo hagan desde esa misma condición, la de periodistas pobres o trabajadores “en negro”.

Es cierto que hay una cuota parte de responsabilidad de numerosa/os trabajadores de prensa por no ejercer ni reclamar por sus propios derechos, aún cuando la sindicalización suele ser la alternativa más válida. Pero también es cierto que cada Día del/a Periodista se hacen públicos saludos formales en los que se mira para otro lado ante una realidad evidente. La libertad de expresión y la democracia se agravaron. Están peor. Porque así lo está la situación laboral y salarial de gran parte de las y los periodistas argentinos cuya labor, dicen, pareciera ser clave en el sostén de la democracia. Hay poco entonces para celebrar en este día.

* Mgtr. en Ciencias Sociales - UNQ / Lic. Comunicación Social - UBA / Docente - UNRN / UNLPam     [email protected]