Los asentamientos humanos del Valle Central de Catamarca están insertos en un paisaje con características muy particulares; conformado por un tejido continuo de minifundios y algunas centralidades. El río, a lo largo de su recorrido, va organizando una trama orgánica en esta realidad que permite, aún hoy en día, tomar de manera resiliente estos patrones, ayudando a impedir la expansión de la mancha urbana indiscriminadamente.

Esta cualidad del territorio facilita a sus habitantes, y a quienes llegan al Gran Catamarca de visita, poder disfrutar de escapadas haciendo caminatas por las quebradas, en las laderas de los sistemas montañosos de Fariñango y Gracián. En el recorrido por estos caminos, al alcanzar unas decenas de metros de altura, es posible apreciar la inmensidad del Valle, atravesado por el río que lo riega, junto al sistema de acequias que lo dibujan.

Si hay una actividad cada vez más frecuente entre los vecinos de nuestra ciudad, incentivada por los encierros de la pandemia que nos impiden viajar a lugares más lejanos, es el senderismo. Se trata de una modalidad del excursionismo que consiste en andar por caminos a veces señalizados y a veces solo indicados por algunos objetos que los paseantes van dejando a modo de guía, que permiten realizar un itinerario para tomar contacto con la flora y fauna autóctona. Es una actividad deportiva, no competitiva, que tiene como una de sus finalidades principales realzar los elementos del medio natural y de la cultura tradicional que perviven en ella.

Los senderos, por las distancias, dificultad y características en general, se encuadran en el tipo de senderos locales, muy común en ciudades como la nuestra –la Capital de Catamarca-, donde lo natural está presente en las proximidades de las áreas centrales. Suelen ser senderos que comienzan en un lugar determinado y terminan generalmente al llegar a algún hito en la altura, haciendo muy ameno y fácil su recorrido. Por cierto, faltan los carteles de señalización; pero también, en la actualidad, existen muchas apps que pueden descargarse en el teléfono antes de salir a caminar y que, una vez guardadas al no haber señal de internet, despiertan un sentimiento aventurero.

Estos caminos de nuestro valle están destinados a quienes gusten andar, observar y disfrutar la certeza de que la naturaleza nos carga de energía para enfrentar los problemas diarios de la vida en la ciudad. Caminando podemos entretenernos con aficiones como la fotografía y también relajarnos en compañía de amigos. Los circuitos brindan un magnífico entorno para disfrutar del paisaje, con impactantes vistas panorámicas en sus descansos.

En este momento tan especial que vive la humanidad y que nos llevará, seguramente, a replantear la manera en que hacemos turismo o recibimos a turistas, es preciso repensar con tiempo como se puede establecer el nexo cultura y naturaleza en los departamentos que conforman el Valle Central. El turista que llega a nuestro territorio, por sus características tan particulares, quiere vivir la experiencia de salir de la habitación de su alojamiento para tocar eso que ve a través de la ventana. Vivimos rodeados de un telón de fondo de montañas, que van cambiando de tonalidad a lo largo del año y del día.

Muchas veces los vecinos no encuentran posibilidades de entretenerse en su ciudad, se preocupan por muchas cosas que pasan (o no pasan) en ella. Precisamente, los senderos de nuestras montañas, tan próximas a las áreas urbanas, brindan la posibilidad de vivir la naturaleza a pocas cuadras del centro; algo que los urbanistas de otras ciudades aspirarían. 

* Arquitecto