El ex juez federal Norberto Oyarbide murió a los 70 años. El ex magistrado, que dejó su cargo en 2016 tras presiones del gobierno de Mauricio Macri, había dado positivo por covid-19 en julio pasado, por lo que había sido internado en el Instituto Otamendi e intubado debido a las complicaciones que sufrió por una neumonía bilateral, cuadro que puede dejar secuelas de hasta 3 meses después de que un paciente es dado de alta.

Cuando se conoció la noticia de su internación, allegados al ex juez federal indicaron que su contagio pudo haberse dado en un almuerzo que realizó Oyarbide junto a sus amigos para celebrar su cumpleaños, el 22 de junio pasado. Pocos días después, el ex juez fue internado y, desde entonces, permaneció con un cuadro severo de lo que no pudo recuperarse.

El polémico magistrado de la Cámara Federal había renunciado a su cargo en abril de 2016, tras 21 años al frente del juzgado en lo Criminal y Correccional Federal 5, luego de una reunión con el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Germán Garavano, y el secretario del área, Santiago Otamendi. "Jamás tuve ningún tipo de presión, me voy porque todo en la vida tiene un principio y un final, necesito otras cosas para mi vida", había explicado poco después al presentar su renuncia, con el trámite de jubilación en curso y también pedidos de juicio político en el Consejo de la Magistratura.

Oyarbide había sido citado por el Consejo de la Magistratura en el marco de una denuncia de los diputados radicales Manuel Garrido, Mario Negri y José Cano por mal desempeño, acusado de haber levantado el allanamiento a una financiera tras el pedido de un funcionario nacional del gobierno de Cristina Kirchner. La posibilidad de que avanzará ese proceso ponía en peligro el trámite de su jubilación, que había sido iniciada por el juez poco tiempo antes.

Sin embargo, en febrero pasado, cuando inició una nueva etapa como columnista del programa de radio que conduce el humorista Coco Silly, dio otra versión de los hechos más acorde a la presión ejercido desde el Poder Ejecutivo, y el nuevo pedido de juicio político que avanzaba en el Consejo de la Magistratura. "Macri no me compró porque yo no cotizo en Bolsa, pero tuvo intención directa de hacerlo", aseguró Oyarbide a principio de año.

"Me pidió que me inhiba en sus casos; yo tuve la causa de las escuchas ilegales donde él, siendo jefe de Gobierno (de la Ciudad de Buenos Aires) utilizó la Inteligencia del Estado con (Jaime) Stiuso a la cabeza. Ya siendo Presidente no había nadie que se le interpusiera, tenía todo el aparato del Estado para llevar adelante su obra extraordinaria", denunció el ex magistrado. 

El paso de Oyarbide por Comodoro Py

Más allá de las presiones ejercidas por el macrismo y la victimización en sus últimas declaraciones, Oyarbide atravesó una carrera rica en polémicas y con repetidas presentaciones de juicio político ante el Consejo de la Magistratura, que siempre logró sortear. El ex presidente Macri y el bloque opositor mantenían un encono personal contra el magistrado por haber tenido en sus manos la causa del supuesto enriquecimiento ilícito de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner, a quienes sobreseyó en 2009. También fue señalado por "cajonear" causas contra el ex vicepresidenta Amado Boudou.

Sin embargo, Oyarbide fue criticado en varias oportunidades por sus superiores de la Cámara federal porteña, cuerpo que lo apartó de causas como el manejo de fondos del programa Sueños Compartidos de construcción de viviendas sociales de la Asociación Madres de Plaza de Mayo y la de medicamentos adulterados en la que encarceló al dirigente bancario Juan José Zanola. El apartamiento fue acompañado de duras críticas a sus investigaciones.

Juicio político

La mala fama de Oyarbide en su rol como juez federal se construyó con los años, en particular, durante el enjuiciamiento al que fue sometido por parte del Senado como un desencadenante de la causa conocida como "Spartacus", en la que el magistrado fue acusado, entre otras cosas, de amenazar de muerte a un empleado de un restaurante con el que compartían una amistad en común. El amigo en común era el  Luciano Garbellano, un joven que trabajaba en el prostibulo masculino "Spartacus", donde se filmó un video de una supuesta relación sexual del magistrado. 

Sin embargo, el 11 de septiembre de 2001, Oyarbide fue absuelto por el Senado en una votación que quedó 21 a 20 a favor de su destitución. La Cámara alta debía votar con los dos tercios de los presentes para hacer efectivo su desplazamiento, pero los senadores del justicialismo fueron los que se opusieron mayoritariamente. 

Tres jueces habían pedido su destitución por falta de ética, tras haber concurrido a un prostíbulo, haber omitido denunciar el delito de promoción y facilitación de la prostitución y tráfico de influencias por parte de su amigo Luciano Garbellano, haber incurrido en inconductas en su vida privada, enriquecimiento ilícito y amenazas contra empleados del restaurante Mirasol. 

Los senadores decidieron que “no había pruebas suficientes en su contra para condenarlo, salvo su homosexualidad (sic)”. En cualquier caso la acusación más grave ya había quedado en el camino: cobrar a cambio de dar protección policial a prostíbulos en Buenos Aires. Tras haberse definido a sí mismo durante ese proceso como un “muerto político”, volvió triunfal a su despacho, el 12 de septiembre de 2001.