Los muchos condimentos que hacen que la final de esta Copa América sea especialmente atractiva y significativa para los corazones futboleros -ni hablar de los argentinos y brasileños- incluyen uno muy especial y que podrá disfrutarse gane quien gane: la posibilidad de deleitarse con Lionel Messi y Neymar, dos de las figuras más importantes que ofrece el fútbol mundial y generosos animadores del juego más lindo que se vio en el torneo sudamericano.

La definición de este sábado cruzará a los dos astros en un momento preciado de maduración de su fútbol. El cariño que los une -además del tiempo compartido en Barcelona durante cuatro temporadas- se fue enraizando también al calor de ese crecimiento deportivo, que los encontró acompañándose, desde promesas a joyas absolutas de dos de las naciones más futboleras del mundo. La diferencia de edad permitió hasta acercarlos más todavía: además de caminar juntos esa senda gloriosa del fútbol sudamericano, Neymar (que tiene 29) se dio el doble lujo de admirar a Messi (que tiene 34) pero también de compartir la cancha con él, ambos en tiempos sublimes de su juego.

Por eso es que Neymar quiso que Argentina llegara hasta el último partido en el Maracaná. Por la misma razón que Messi le devolvió el cariño con elogios. Porque llegan a esta final como rivales, pero también como amigos. Si el brasileño hasta le ha dicho "hermano" al rosarino.

Si el curso de la historia trazó sus días a su antojo, todo indicaría que la voluntad del destino fue verlos jugando más juntos que enfrentados. El nacido en Mogi das Cruzes llegó a Barcelona en junio de 2013 y, desde allí hasta el final de la temporada 2016/2017, recorrieron a la par un dorado camino que le entregó al club una Champions League, un Mundial de Clubes, una Supercopa de Europa, dos Ligas, tres Copas del Rey y una Supercopa de España.

La asociación le trajo al equipo culé -además de títulos- emociones de las que no se pueden medir con números, pero así y todo la estadística hace sus intentos por capturar parte de la magia que desplegaron juntos. Según el portal Transfermarkt, durante esos años compartieron 161 partidos en los que se asociaron 56 veces para mover el marcador a favor de Barcelona: 36 fueron goles de Messi con asistencia de Neymar y otros 20 fueron exactamente al revés.

Pero también les tocó enfrentarse y sufrir el juego del otro. Aunque el historial que los puso a un lado y otro de la cancha es mucho más escueto que ese que los hizo compartir equipo: solo hay cinco partidos en su historia como rivales. Y es Messi quien lleva la delantera, con tres victorias y dos derrotas en la pequeña estadística.

Ese muestreo de cinco partidos, aunque diminuto, tiene sus perlitas y sus rachas favorables a uno y otro. Por caso, de esos juegos hubo solo uno que los enfrentó a nivel clubes, que también fue la única final que compartieron como rivales: la del Mundial de Clubes, en 2011, cuando el estelar equipo de Pep Guardiola derrumbó a Santos por 4-0, con doblete del rosarino incluido. Aquella tarde en Yokohama, un jovencísimo Neymar de 19 años y carita llorosa, reconoció la derrota con generosidad: "Hoy, aquí, aprendimos a jugar al fútbol. Barcelona fue muy superior. Tiene jugadores fantásticos".

La del Maracaná se sumará a la estadística como una nueva final entre los dos astros sudamericanos y -salvo que la historia finalice con un empate y penales- vendrá también a quebrar la paridad de los enfrentamientos entre ambos con las camisetas de sus seleccionados. Porque allí, en el territorio de la albiceleste y la verdeamarelha, Leo y Ney se han repartido dos alegrías por lado.

Si el recuerdo no aparece en la órbita de la memoria cercana, no se preocupe: hay que rastrear un poco más hacia atrás para encontrar el cruce más reciente entre argentinos y brasileños. El último Messi-Neymar, o Neymar-Messi, tuvo lugar el 10 de noviembre de 2016, por las Eliminatorias rumbo a Rusia 2018. Aquella vez, en el Mineirão, el brasileño tuvo una actuación memorable: concretó un gol y una asistencia del 3-0 que hizo sonreír a los seguidores del equipo conducido por Tite, además de estrellar un remate en el palo.

El que sigue, marcha atrás, es el otro triunfo que celebra la estadística de Neymar. Son esos dos recuerdos -los más cercanos en el tiempo, casualmente, y los únicos partidos jugados cuando compartían club- los que favorecen al jugador paulista. Además del triunfo camino al Mundial, también se fue victorioso del anteúltimo choque previo a la final de esta Copa América, en un amistoso jugado en 2014 en China que finalizó 2-0 a favor de Brasil.

Los otros dos partidos que completan el historial entre los cracks fueron victorias argentinas, como aquella que hoy sueñan los seguidores de Messi, que anhelan la consagración del rosarino en una final con la Selección tanto o más que la posibilidad de celebrar el título en Brasil, luego de 28 años de sequía. Las razones más significativas para aferrarse a la ilusión de ganar esta Copa América también las motivó el capitán argentino, el mejor jugador del mundo y también de este torneo, en el que entregó un fútbol espectacular a pura generosidad, para hacer sonreír y soñar en tiempos de pandemia. Además, le puso su nombre a cuatro goles y cinco asistencias de los 11 gritos del equipo conducido por Lionel Scaloni en lo que va de su maravilloso certamen. El brasileño del PSG, con un partido menos, concretó dos tantos y asistió en tres oportunidades.

Los dos triunfos de Messi con Argentina frente a Neymar fueron amistosos. En 2012, la Selección que Alejandro Sabella preparaba para el Mundial de Brasil le ganó a la Verdeamarela un partidazo por 4-3, luego de ir perdiendo dos veces, en una victoria para la que el 10 argentino aportó tres goles.

El otro festejo albiceleste fue, además, el primero de este historial de fútbol que enfrentó solo cinco veces a las dos joyas del fútbol sudamericano. Pero, además, es un partido que enciende la ilusión para todas y todos. Aquel 1-0 sobre Brasil del 17 de noviembre de 2010, en el que justamente hizo el gol el rosarino, invita a soñar a fanáticas y fanáticos del equipo argentino con que este sábado otra victoria cierre el círculo (momentáneamente) con alegrías celestes y blancas de principio a fin. Pero también enciende la ilusión de cualquier hincha del buen fútbol que adore a Messi y a Neymar, juntos o separados pero siempre con la pelota en sus pies. Es que aquel partido se jugó en Qatar, escenario de la Copa del Mundo que ya está viniendo y llegará en un pestañeo a entusiasmar nuestras vidas. ¿Y quién no quiere que la coincidencia sea una señal de que, luego de esta Copa América, gane quien gane, veremos a los buenos amigos brillando en el esperado Mundial?