Con un aviso en el diario Financial Times el día que inicia la cumbre interministerial de finanzas del G20, el movimiento cívico y social Avaaz le solicitó al Fondo Monetario Internacional y al gobierno argentino a que incluyan la figura de la compensación ambiental en las actuales negociaciones sobre la deuda soberana.

De acuerdo al movimiento, los países latinoamericanos poseen un Producto Bruto Ambiental (es decir, recursos naturales, hídricos y potencial teórico de producir alimentos) de unos 17.61 billones de dólares mientras que sus deudas con el FMI son de 58.800 millones de dólares.

“Le pedimos a Georgieva y a Guzmán que lideren con la acción: la Argentina es deudora financiera pero es acreedora ambiental. En lugar de refinanciar pagos eternamente, el G20 debería liderar una agenda internacional para incorporar a la discusión los aportes ecológicos que los países realizan al mantenimiento de la sustentabilidad planetaria”, sostuvo el argentino Oscar Soria, director de campañas de Avaaz.

"El mundo no necesita clichés o comunicados con lenguaje abstracto, necesitamos acciones concretas y líderes creativos que puedan realinear nuestras políticas económicas con la supervivencia a largo plazo de las personas y el planeta”, explica parte del texto que acompaña la imagen de postal turística de Venecia que presenta a Martin Guzman y Kristalina Georgieva sentados en la misma góndola que finaliza pidiendo: “Kristalina y Martin: trabajen juntos para hacer de la Argentina el modelo de un nuevo camino a seguir, con un empujón al FMI para que acepte liquidar todas las deudas y garantizando que, en lugar de reembolsos insostenibles de deuda, países como la Argentina puedan usar sus fondos para proteger la riqueza ecológica que es esencial para la supervivencia del mundo entero”. 

Todos estamos en la misma góndola, y el mundo necesita nuevas ideas y más colaboración. El FMI y la Argentina podrían demostrarle al mundo que, sobre la base de una negociación verdaderamente innovadora y creativa, es posible superar la crisis entrelazadas de la deuda financiera y la deuda ecológica”, concluyó Soria.

El movimiento lleva adelante desde hace años una campaña relacionada al tema de la ecuación de la deuda. Entiende que la agenda ambiental internacional permite negociar los “créditos” y las “deudas” desde la perspectiva de la política climática o de biodiversidad, y que la huella ecológica puede ser un indicador apropiado para relanzar una discusión donde nuestras economías funcionen para esta y las futuras generaciones. A partir de ahí, exige a los países ricos y los organismos financieros internacionales que adopten un enfoque disruptivo e innovador para plantear las renegociaciones de deudas, que implicaría cambiar el paradigma de país desarrollado-país emergente.

En abril pasado, el movimiento presentó su campaña con una puesta en escena paródica del musical Evita en las puertas del FMI en Washington, durante los encuentros de primavera del organismo. Uno de los antecedentes que considera es que, en marzo del año pasado y junto con otros organismos mundiales, el G20 suspendió toda la deuda bilateral a 77 países para el 2020, alrededor de 20.000 millones de dólares.

La demanda  se realiza el día en que el ministro de Economía, Martín Guzmán se encuentra en Italia para asistir a la Cumbre de ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales del G20, donde aprovechará para continuar con las negociaciones para un nuevo programa con el FMI.