Alimento saludable, rico en vitaminas y minerales y con alto contenido de agua, el tomate es una de las hortalizas más importantes por la amplia superficie destinada a su cultivo y el nivel de consumo en el mundo. Este fruto fue el elegido por investigadores de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR para mejorarlo genéticamente y adaptarlo a sistemas de producción urbanos y periurbanos en los cinturones hortícolas del país. La iniciativa fue seleccionada por el Programa “Ciencia y Tecnología contra el hambre” del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.

Desde mediados de los 90, el Instituto de Investigaciones en Ciencias Agrarias desarrolla un programa para mejorar la calidad de los tomates y la vida pos cosecha que consiste en incorporarle genes de las especies silvestres. De este proceso, realizado en el predio de la Facultad en Zavalla, los ingenieros obtuvieron diferentes cultivares redondos, de entre 100 y 150 gramos, así como también cherrys. Cabe destacar que no sólo existen los clásicos tomates de las verdulerías, sino que hay una amplia variedad de estos frutos: con pesos desde un gramo hasta un kilo; de colores amarillo, blanco, naranja, púrpura, verde, rosado y con distintas figuras de tipo alargado, circular, elipsoide, rectangular y con forma de corazón.

Según explica el doctor en Ciencias Agrarias de la UNR Gustavo Rodriguez, la producción de tomate demanda gran cantidad de insumos, fertilizantes, mano de obra intensiva y la semilla híbrida es costosa porque se importa y debe utilizarse en el mismo año para que no pierda sus características. “En cambio los materiales que nosotros obtuvimos son líneas, es decir que mantienen las propiedades de la semilla de generación en generación y el productor puede guardarla”.

Hace cinco años los científicos decidieron transferir esos cultivares mejorados a las huertas de la ciudad de Rosario. En estas existe una tendencia hacia sistemas de producción más sustentables, con insumos menos sintéticos y más orgánicos, hacia una horticultura agroecológica que prioriza el cuidado de la salud. Este cambio de paradigma pretende recuperar la producción y venta de cercanía del producto debido a que mantiene mucho más las características de sabor que se busca del tomate, así como también sus componentes nutritivos.

Por ejemplo, “cuando se cosecha en Salta o Corrientes y viene a Rosario, el tomate se saca en un estado de incipiente madurez, de color verde rosadito. En la huerta cercana se cosecha cuando ya está rojo”, explica el ingeniero agrónomo. Por otro lado, es más saludable porque prácticamente no hay aplicaciones de agroquímicos sino que se buscan otros mecanismos de control de plagas y enfermedades.

Trabajo en territorio

La transferencia para que los cultivares se prueben en estos nuevos sistemas agroecológicos tiene un doble sentido: por un lado, que el productor tenga semillas que no le cuesten, con mejores características de calidad y de resistencia a enfermedades y hongos. Y por otro lado, que los investigadores puedan observar hacia dónde hay que orientar los objetivos del programa de mejoramiento genético.

“Es un gran desafío porque estamos acostumbrados al trabajo de investigación en el laboratorio donde tenemos nuestras condiciones controladas. Y en este caso se trata de una investigación participativa donde nosotros aportamos nuestros materiales y conocimiento teórico y los huerteros su experiencia”, afirma el docente de la UNR.

Si bien el proyecto se basa en la transferencia tecnológica, también es un trabajo de extensión que consiste en acompañar al productor en el territorio e intercambiar vivencias. En este sentido, el investigador cuenta que en las huertas de Rosario prácticamente se había dejado de producir tomate por una cuestión de costos y fue reemplazado por verdura de hojas como lechuga o acelga. Debido a esto, hubo que educar al productor acerca de cómo cultivar el tomate y adaptarlo a las condiciones agroecológicas. Este trabajo se está realizando tanto con huerteros agrupados por la Municipalidad de Rosario así como también de Casilda y Pérez.

Asimismo, hace dos años, el equipo de la Facultad de Ciencias Agrarias junto a docentes y estudiantes de Comunicación Social comenzaron a trabajar con la comunidad Quom que no tenían la tradición de cultivar ni consumir tomates. La idea fue recuperar el terreno de calle Donizetti al 300 en el distrito Norte de Rosario, a la vera de las vías del tren, antes utilizado como basural, para poder producir cultivos de estación destinados al consumo propio en el barrio y la venta en ferias de la ciudad.

Primero se realizó la entrega de plantines de tomates desarrollados dentro del Programa de Mejoramiento de Tomate. Luego se organizó la huerta comunitaria, el trasplante y se propició el intercambio de saberes y la capacitación en el cultivo, así como también el mantenimiento y la preparación para la cosecha. Los frutos fueron destinados al consumo de las familias del barrio, mientras que el restante fue comercializado en la verdulería agroecológica Huerta De Mi Tierra del Mercado del Patio.

Proyecto federal

Del proyecto “Desarrollo y transferencia de cultivares de tomate para sistemas de producción urbanos y periurbanos” participan varios nodos además del de Rosario: uno en San Nicolás, otro en Salta y otro en Mendoza. En estos lugares, además de evaluar las características de calidad, producción y sanidad de los cultivares, se van a recolectar frutos para hacer análisis de metabolitos junto al Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR). Esto podrá determinar las características nutricionales y compararlas con los tomates tradicionales de las verdulerías.

“Queremos evaluar no sólo esa composición de metabolitos sino también si está afectado por las diferentes zonas o por los años de producción. Ese es un insumo que va a generar conocimientos para el tipo de cultivar que estamos ofreciendo al medio”, aclaró el Magister en Genética Vegetal.

Dado que en este trabajo participan las Universidades Nacionales de Rosario, la de Salta, la de Cuyo y la UTN de San Nicolás, la idea es involucrar a los estudiantes de grado en las actividades para que se formen en este tipo de sistema de producción, en contacto con el medio socio productivo.

De hecho en la Facultad de Ciencias Agrarias hay dos módulos demostrativos, uno bajo cubierta y otro a campo en condición de producción agroecológica. Allí ya se sembraron los plantines para probar los doce cultivares que fueron seleccionados entre todos los nodos del país y que serán distribuidos a los productores del cinturón hortícola de Rosario.

 

El nodo Rosario está integrado por la Facultad de Ciencias Agrarias, el Instituto de Investigaciones en Ciencias Agrarias del Conicet, las Cátedras de Genética, Fitopatología, la Secretaría de Extensión, el Módulo de Aprendizaje Productivo y el IBR. Participan también la UTN de San Nicolás; INTA EEA La Consulta y la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza; INTA AER Valle de Lerma y la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Salta.