Desde Lima

La oposición de derecha al presidente electo Pedro Castillo ha tomado el control del Congreso. Lo hizo este lunes en una accidentada elección, en la que, con una abusiva interpretación del reglamento que puso en evidencia prácticas antidemocráticas, el mayoritario bloque de derecha le impidió participar al oficialismo. Con este veto, la elección para encabezar el Parlamento unicameral de 130 bancas quedó reducida a dos candidaturas del sector derechista, donde se agrupan seis bancadas, que van desde el centro derecha hasta la extrema derecha. Agrupaciones de ese bloque, como el fujimorismo y otros, le niegan, sin argumentos, legitimidad al triunfo electoral de Castillo y han apostado por el golpismo. Esta es una primera derrota política para el maestro rural que este miércoles asume como presidente del país. Lo ocurrido en esta primera sesión del nuevo Congreso anuncia una relación difícil, complicada, entre el próximo presidente de izquierda y un Parlamento controlado por la derecha, con riesgos para la estabilidad del país.

Cuestionada votación

Se habían presentado tres listas para presidir el Congreso, fragmentado en diez bancadas, donde nadie tiene mayoría. La principal bancada es la del partido oficialista Perú Libre, con 37 legisladores, lejos de la mayoría. El segundo grupo es el fujimorismo, con 24 representantes. Perú Libre, en busca de captar respaldo había hecho alianzas mirando al centro y la centro derecha y cedido la candidatura para la presidencia del Congreso a la agrupación de centroderecha Somos Perú, quedándose con la primera vicepresidencia. En las otras dos vicepresidencias iban candidatas de la coalición progresista Juntos por el Perú y del centrista Partido Morado. La derecha argumentó que el Partido Morado no podía integrar la lista por tener solo tres representantes y el reglamento exige cinco para formar una bancada y postular. Sin embargo, el Partido Morado y Somos Perú se habían unido en una sola bancada, lo que dejaba sin piso esa supuesta limitación que ponía el reglamento, cuya validez para esta elección ha sido cuestionada, pero eso fue desconocido por la derecha y vetó toda la lista. Lo hizo con 79 votos. Congresistas oficialistas denunciaron la práctica antidemocrática de la mayoría derechista al impedirles participar de la elección por la presidencia el Congreso y advirtieron que esto estaría anunciando una conducta autoritaria y obstruccionista de esa mayoría que afectaría la gobernabilidad.

Los cálculos previos indicaban que la derecha alcanzaría los votos para ganar la presidencia del Congreso, pero no quisieron correr ningún riesgo en una votación secreta y a la vez dar una demostración de fuerza sacando de carrera antes de la elección a la candidatura del oficialismo. En esta cuestionada elección fue elegida como presidenta del Congreso la legisladora María del Carmen Alva, del partido de centroderecha Acción Popular, con 69 votos. Ganó con apoyo de la derecha y un sector de la extrema derecha, como el fujimorismo. El otro candidato, el almirante en retiro Jorge Montoya, del partido fascista Renovación Popular (RP), quien ha venido llamado a un golpe para impedir que Castillo asuma la presidencia, alcanzó solo 10 votos, todos de su propio partido. Hubo 50 votos en blanco, del oficialismo y sus aliados que fueron impedidos de participar. Un congresista no asistió. El fujimorismo, muy cercano a los fascistas de RP y que ha tenido en el golpista Montoya un estrecho aliado para buscar deslegitimar el triunfo de Castillo con falsas denuncias de fraude electoral, le quitó el apoyo al almirante para dárselo a Alva, que había sumado apoyo de otros grupos, para evitar que los votos blancos de la coalición oficialista superen los obtenidos por la legisladora.

Bancadas hostiles 

Esta votación marca la cancha, que queda inclinada a la derecha, en el Parlamento con el que deberá lidiar el gobierno de Castillo. Difícil escenario el que le espera al próximo presidente, que tendrá problemas para hacer aprobar sus propuestas de cambio en un Congreso opositor, con bancadas abiertamente hostiles y golpistas. El Parlamento tiene la facultad de destituir al jefe de Estado con la ambigua figura de la “incapacidad moral permanente”, que por su amplitud puede ser invocada con cualquier excusa si se tienen los votos suficientes. El Congreso saliente lo hizo para sacar del poder al expresidente Martín Vizcarra en 2019. La derecha no tiene los 87 votos que se necesitan para aprobar la destitución del presidente, pero la votación de este lunes revela que está cerca, y podría sumar más apoyo si se abre un escenario de crisis, que es a lo que la derecha apuesta.

En su primer discurso como presidenta del Congreso, Alva invocó a la unidad y al fortalecimiento de la democracia, dijo que estaba dispuesta a trabajar con el gobierno y evitar un conflicto de poderes, pero la forma como fue elegida, quitándole a su principal contrincante el derecho a postular, y sus aliados extremistas, dicen lo contrario.

Mientras la derecha tomaba el control del Congreso, Castillo mantenía reuniones con sus colaboradores para definir su gabinete ministerial, que a dos días que asuma la presidencia todavía no se conoce. Una situación que alimenta la incertidumbre. 

Evo Morales, presente

El expresidente boliviano, Evo Morales, fue la primera personalidad internacional en llegar para la ceremonia de juramentación de Castillo. Lo hizo este lunes, cruzando por tierra la frontera altiplánica entre Bolivia y Perú. En el paso fronterizo declaró que el gobierno de Castillo, a quien llama “hermano”, se suma “a la lucha por la liberación democrática de los pueblos de América Latina”. El presidente de Argentina, Alberto Fernández, es una de las autoridades y personalidades internacionales que este miércoles estará en la juramentación como presidente del profesor y dirigente sindical Pedro Castillo.