Este sábado estaremos hablando sobre el eterno retorno de lo mismo en el marco de una actividad convocada por el Centro de Estudios El analista en la polis, que dirige Rosanna Candelero acompañada por Claudia González, Virginia Kasten y Andrea Gómez. Aquí anticipamos este tema que hemos dado en llamar el pensamiento del eterno retorno de lo mismo. No contempla combinaciones novedosas sino la repetición en el mismo orden de los mismos acontecimientos. Lo sucedido, lo que sucede y sucederá. En su retorno cíclico e inquietante lo mismo se realiza en su objetivo: la destrucción simbólica del otro hasta su aniquilación. Resulta fundamental analizar las razones de ese retorno en nuestra época. En el siglo XX la muerte se convierte en algo innombrable. La necesidad milenaria del duelo sufre un embate brutal.

En el caso de un trauma colectivo extremo como el de la Shoah, distintas circunstancias impidieron la acción de la justicia, borrando la memoria colectiva durante un largo período, imponiendo el silencio frente a la culpa devastadora por los asesinatos de millones de personas. Se trató del rechazo del trauma que actualmente retorna en expresiones de extrema violencia.

Nuestro país ha sido ejemplar en juzgar las atrocidades cometidas por la última dictadura. Recientemente en Rosario el Tribunal Oral Federal 2, emitió una condena por delitos de lesa humanidad. El juzgamiento y el castigo a los culpables constituyen una condición necesaria para la realización del duelo.

¿Pero qué es lo que permite que una sociedad protagonice actos aberrantes que ofenden a la condición humana? El malestar que impone al hablante el estar atravesado por la cultura puede tener distintos modos de ser tramitado. Cuando la castración no es canalizada de un modo que enlace Pulsión de Vida y Pulsión de Muerte, el narcisismo herido requerirá de un culpable para explicar su limitación. Cuando los condicionamientos e inadecuaciones estructurales no son reconocidos y aceptados como tales, se recurrirá a la construcción de un enemigo que será demonizado.

Conocemos los modos que históricamente se han utilizado para esta demonización. Con solo echar una mirada a los 11 principios de la propaganda nazi acuñados por Goebbels, veremos que ya entonces se sabía que una masa podía ser movilizada y manipulada valiéndose de un profundo conocimiento de las pasiones humanas.

Los psicoanalistas deberíamos ser los más indicados para decir algo acerca de este arrasamiento subjetivo, aun cuando sabemos que la publicidad y la propaganda han sido territorios cedidos con desdén a la psicología, la que –para nuestra sorpresa- se ha servido muy convenientemente de los saberes producidos por el psicoanálisis.

 

La disertación será el sábado a las 10:30 sobre el tema de esta nota. Por zoom. Informes e inscripción [email protected]