El keniata Eliud Kipchoge no defraudó en Tokio 2020 y se quedó con el oro en la maratón masculina, revalidando el título conseguido en Río de Janeiro 2016. Lo hizo con un tiempo de 2h08m38s tras correr en solitario los últimos 12 kilómetros de la prueba.

Lo acompañaron en el podio dos atletas nacidos en Somalía pero que representan a naciones europeas: el neerlandés Abdi Nageeye (2h09m58s) y el belga Bashir Abdi (2h10m00s). Muy cerca, pero sin presea, quedó el keniata Lawrence Cherono (2h10m02s) y el español Ayad Lamdassem (2h10m16s) en un cierre muy peleado por la plata y el bronce.

Kipchoge, primer hombre que bajó de las dos horas (1h59n40s; una marca no homologada porque la carrera no se ajustaba al reglamento), es el tercero que revalida el título olímpico de maratón, un logro que sólo el emblemático etíope de pies descalzos Abebe Bikila (Roma '60 y Tokio '64) y el alemán oriental Waldemar Cierpinski (Montreal '76 y Moscú '80) habían conseguido hasta la fecha.

Récord argentino

Entre los 106 atletas de 45 países que compitieron en Sapporo (elegida por sobre Tokio por la temperatura -26º- y por la imposibilidad de correr por las calles de la capital), también hicieron una gran tarea los dos representantes argentinos, ambos de Chubut, Eulalio Muñoz y Joaquín Arbe.

"Coco" Muñoz llegó en la posición número 31 con un tiempo de 2h16m35s, rompiendo nada menos que el récord argentino olímpico, hasta este sábado perteneciente a Miguel Bárzola (2h17m54s en Londres 2012). Joaquín Arbe, por su parte, finalizó 53ro con 2h21m15s.

En un circuito que se destacó por la presencia de público a los costados, toda una noticia en estos Juegos pandémicos, sólo 76 de los competidores pudieron finalizar la prueba.

El recuerdo del '64

Los más memoriosos aún guardan en la memoria lo sucedido en la maratón de los Juegos de Tokio '64, donde Abebe Bikila revalidó, ahora sí con zapatillas, su título de Roma. El drama se desarrolló a sus espaldas.

El público local rugió cuando Kokichi Tsuburaya entró segundo en el estadio, pero unos segundos después lo hizo el británico Basil Heatley, que adelantó al japonés a 200 metros de la meta.

Kokichi se retiró apesadumbrado aunque convertido en ídolo para un país que adora la maratón. Desde entonces fue sometido a un rígido plan de preparación, separado de su familia, encaminado a ganar la siguiente maratón olímpico, en México '68.

El 6 de enero de aquel año, nueve meses antes de los Juegos, Tsuburaya apareció muerto, desangrado sobre su cama. Se había seccionado la carótida. En una mano tenía la medalla que había logrado en Tokio y al lado una nota: "No puedo correr más".

57 años después

No hubo tragedia en Sapporo, 57 años después, más allá de calambres y desfallecimientos. Stephen Kiprotich, campeón en Londres 2012, y algunos otros africanos se retiraron pronto, tal vez reservándose para maratones mejor remuneradas en los próximos meses.

Kipchoge controló la carrera al frente del grupo, que cubrió los diez primeros kilómetros en 30m53s. Junto a él, el colombiano Jeison Suárez, los españoles Dani Mateo y Ayad Lamdassem y el estadounidense Galen Rupp, subcampeón olímpico de los 10.000 en Londres 2012 y bronce en la maratón de Río.

En el kilómetro 26 Kipchoge sacudió por primera vez la cosa, marcando, junto a sus compañeros Lawrence Cherono y Amos Kipruto, un ritmo sólo accesible a una quincena, en la que seguía Lamdassem.

La persistencia de Kipchoge fue dejando afuera a más gente, y en el kilómetro 30, finalmente, ya lo seguía sólo un quinteto integrado por los otros dos keniatas, Lamdassem, el belga Nashir Abdi y el neerlandés Abdi Nageeye, todos nacidos en Africa.

El oro tenía dueño mucho antes de que la carrera terminase. El suspenso pasaba por las otras dos medallas. Con 8 kilómetros por delante quedaba un cuarteto (Cherono, Abdi, Nageeye, Lamdassem) en busca de los otros dos metales, que sólo se decidieron con la meta a la vista.

Lamdassem fue el primero de los cuatro en ceder, Cherono lo hizo después, y los dos paisanos de Mogadiscio, Somalía, se repartieron las preseas. Nageeye, con la plata asegurada a 100 metros de la meta, animó a Bashir con gestos para que dejara atrás a Cherono, y el belga lo consiguió.