Gloria a Dios en las alturas
Recogieron las basuras
De mi calle, ayer a oscuras
Y hoy sembrada de bombillas

(Fiesta, de Joan Manuel Serrat)

A partir de hoy solamente quedarán cinco días para que los miles de candidatos desparramados por la provincia desplieguen el arte de la persuasión para tratar de conquistar un voto que les permita alcanzar una banca. 

De esta manera, el que habla deberá tener la poética a flor de piel; el que canta, afinar más que nunca; el que no sabe bien que va a hacer si es que lo eligen, tendrá que disimular para que no se den cuenta; y el que reparte cosas, hacer que parezca que las pagó de su bolsillo y no que vienen de algún organismo o gobierno provincial o nacional.

Tampoco es taaan difícil cumplir con esas premisas, simplemente hay que aguantar hasta el viernes a las 8 cuando arranca la veda, aunque es verdad que el cansancio que genera andar de una punta a la otra de la ciudad o del departamento va haciendo mella y los filtros se van aflojando, y a los candidatos que arrancaron como el doctor Jekyll, cada vez se les nota más el míster Hyde que tienen adentro.

Por lo pronto los vecinos saben que en esta semana, y más que nunca, serán objeto de seducción. Inclusive ese foco que se quemó hace un año y medio, capaz se encienda una de estas noches; ese pozo en la calle de entrada del barrio que parecía camino a convertirse en patrimonio eterno de la humanidad aparezca sorpresivamente tapado con pavimento, bituminoso o por lo menos dos paladas de tierra y deje de azotar trenes delanteros, aunque sea por un par de meses; y ese merendero que día a día junta las monedas para comprar arroz para un guiso, este mes, pueda acumular algo como para tirar hasta el verano. Cuando hay voluntad la magia sucede, y cuando se pide un voto también...

Igualmente encontrar alguien que en una elección legislativa de término medio vaya a votar “seducido” por un candidato, es tan raro como dar con alguien que va contento al dentista, en ambos casos la regla es que se va porque no queda otra.

Y ante la falta de pasión que despierta votar a un diputado o un senador (ni hablar de un convencional constituyente) es cuando entra en escena un término que es un hit los domingos de elecciones: La movilización.

Movilizar para una estructura política es justamente eso: estructura. O sea poner casas electorales en los barrios para que la gente tenga donde juntarse, y en la puerta de cada casa uno o dos remises que llevan y traen los votantes a las escuelas. 

A eso hay que sumarle las legiones de dirigentes "embebidos de conciencia cívica" que se encargan de recordar a los vecinos, a veces no tan amablemente, que votar no solo es su deber, sino también su derecho y por eso casi que lo llevan de la mano al cuarto oscuro, no sin antes "aconsejarlo" de por quien hacerlo.

Y completa este cuadro de movilización las bandas de amigos come asados (por llamarlos de una manera simpática, aunque también se autodenominan "la vagancia") que generalmente el mismo día de la elección deciden votar por el candidato que contribuya con ese asado que fortalece los vínculos de amistad.

En síntesis, movilizar no es para cortados, ya que el sostenimiento de una casa electoral, la nafta de los remises, los viáticos del dirigente cívico y los kilos de costillas y chorizos demandan de una moneda que generalmente pueden disponer unos pocos, que generalmente son los oficialistas y un par de opositores.

En elecciones pandémicas, en la que la exigencia de ir a votar no es tan estricta como en años anteriores, sumada a la histórica apatía que de por sí tienen las legislativas, que se refleja en la baja del porcentaje de votantes, propicia que el candidato que logre acarrear a sus fans, casi con seguridad podrá alcanzar su objetivo de sentarse en una banca. Por eso es que la movilización jugará el domingo un papel clave.

Bajo presupuesto

Y colgaron de un cordel
De esquina a esquina un cartel
Y guirnaldas de papel
Lilas, rojas y amarillas

(Fiesta, de Joan Manuel Serrat)

“Es una campaña pobre”, sentencian los gurúes que tienen sobre el lomo varias batallas, y que no están haciendo una valoración intelectual de los candidatos, sino que refieren pura y exclusivamente a los recursos económicos puestos sobre la mesa.

Algunos señalan que es por la pandemia, que ya de por sí redujo la cantidad y variedad de actividades permitidas a los partidos. Para otros quizás sean las encuestas que hasta el momento coinciden en que las dos escuderías del saencismo (Gana Salta y Unidos por Salta) van rumbo a disputar el 1-2 del podio, lo que evitó en el oficialismo esa incertidumbre o adrenalina que lleva a que aparezcan fondos extras para asegurar el triunfo. Pero lo cierto es que probablemente esta campaña haya sido la más corta y fría en mucho tiempo.

Entonces ante la falta de clima electoral siempre están los carteles en las calles que nos recuerdan que existe un proceso en marcha. Mala época para ser paranoico, ya que es imposible andar por la vida sin sentir que decenas de sonrientes candidatos desde algún poste o pared nos miran felices y alegres, como si supieran algo que uno no llega a percibir qué es.

Algunos carteles inclusive parecen estar inspirados en el Retrato de Dorian Grey, pero a diferencia de lo que pasaba en la novela de Oscar Wilde, aquí los protagonistas se mantienen eternamente jóvenes en los carteles (hasta algunos atrevidos usan la misma foto cada dos años), y es su aspecto en la vida real el retrato que envejece.

Mezcladito

Hoy el noble y el villano
El prohombre y el gusano
Bailan y se dan la mano
Sin importarles la facha

(Fiesta, de Joan Manuel Serrat)

Más allá de las combinaciones que facilita el voto electrónico para confeccionar una boleta a lo Frankestein cuando se vota por Categoría, a veces los propios frentes ya propician estas extrañas mezclas, sin mucha lógica, y que están más en el orden del amontonamiento de candidatos que de la pluralidad de opciones.

Es tal la dispersión ideológica que existe de los candidatos, que si por ejemplo uno está buscando saencismo, tiene de movida dos frentes repletos de candidatos: los que se autodenominan el equipo de Sáenz (Gana Salta) , y los que sin tanto fanatismo también reivindican la política de Sáenz (Unidos por Salta). Pero a estos hay que sumarle Salta Independiente de Bernardo Biella, que si bien no es saencista puro, tampoco es que el doctor se tapa la nariz cuando pasa por el Grand Bourg.

Ahora si se quiere peronismo, ahí se anotan por lo menos cinco frentes, aunque siempre con la sospecha de que se cumple la máxima dicha por el propio Perón de que peronistas son todos.

Si la opción es darle el voto al romerismo también hay varios frentes que marcan tilde, aunque considerando a los romeristas NyC (nacidos y criados) que hoy eventualmente puedan renegar de dicha condición, tal como puede pasar con Sonia Escudero o Javier David.

Con el kirchnerismo también sucede algo parecido que con el peronismo, porque además de los clásicos frentes identificados con Alberto y Cristina, dentro de los dos espacios saencistas también hay candidatos que la elección pasada pedían el voto en nombre del actual presidente o de la vice.

Los radicales tampoco se quedan atrás y se anotan con candidatos en cuatro frentes: UCR; Juntos por el Cambio, Salta Independiente y Gana Salta (ahí está Matías Posadas, surgido de la cantera de la boina blanca, aunque ya nadie se acuerde).

La Izquierda mete dos frentes, pero hay que reconocer que sostienen la pureza, y la discusión pasa para ver cual está más a la izquierda que el otro.

Y por último los típicos candidatos anti política que viven de la política desde hace años, que se pueden detectar en no menos de cuatro frentes.

Así que si uno anda con tiempo e imaginativo en el cuarto oscuro, puede armar por ejemplo una lista con candidatos en todas las categorías que sean romeristas pero de distintos frentes, lo mismo con el kirchnerismo, ni hablar si se lo propone con el peronismo, y hasta con el radicalismo se puede hacer ese ejercicio.

Se finito

Y con la resaca a cuestas
Vuelve el pobre a su pobreza
Vuelve el rico a su riqueza
Y el señor cura a sus misas

(Fiesta, de Joan Manuel Serrat)

Y ya en la medianoche del domingo, con los festejos de los ganadores apagándose y los lamentos de los derrotados en la misma sintonía, los barrios volverán a quedar vacíos de candidatos proponiendo soluciones a problemas ancestrales (pavimento, cloacas, trabajo, reactivación PYMES, fomento al deporte, apoyo a microemprendendores, etc, etc) con una facilidad que ni a los protagonistas de la serie de TV Los Simuladores se les hubiese ocurrido.

Eso a pesar de que en sus roles de legisladores, la mayoría de las atribuciones para solucionar los problemas que prometen, no están a su alcance, porque generalmente corresponde a la intendenta, al gobernador, o inclusive al presidente.

Y mientras se analizan vencedores y vencidos, y se especula cómo quedará ordenada la Legislatura y el Concejo Deliberante, la maquinaria electoral volverá a embalarse, esperando que dentro de dos años, ya sin pandemia mediante, pueda funcionar en su plenitud. 

"Vamos bajando la cuesta, que arriba en mí calle se acabó la fiesta" (Joan Manuel Serrat).