La modalidad elegida para homenajear a Manuel Puig en el ciclo organizado por Caras y Caretas y Editorial Octubre parecía hecha a medida para la ocasión porque puso en primer plano la polifonía de voces. Luego de la bienvenida virtual a cargo de María Seoane, la periodista Silvina Friera fue la encargada de coordinar el encuentro que se llevó a cabo este jueves en la librería Caras y Caretas con los protocolos vigentes y contó con la participación presencial de Luis Gusmán (escritor y psicoanalista), Graciela Goldchluk (docente, investigadora y directora del archivo Puig) y Fernando Noy (poeta, performer, actor). En el auditorio también estaba Carlos Puig, hermano del homenajeado.

A modo de apertura, Gusmán leyó un breve texto escrito especialmente para el encuentro que tituló “El escritor escondido”: “Manuel era un niño que paraba la oreja, era como un grabador. Ya en Villegas, cuando estaba lejos de Río de Janeiro y no caía la noche tropical sino el atardecer de la pampa, los relatos, los temas y seguramente la cadencia deberían ser distintos, pero a este niño nunca se le escapaba una palabra (…) Manuel me contaba que escribir era como un striptease: el secreto era que las prendas fueran cayendo página tras una página sin develar el misterio”. Ese gusto por los chismes y el “cuchicheo sospechoso” que los adultos se negaban a revelar a los más chicos se convertiría años después en uno de los principales pilares de su obra.

Friera habló de la importancia radical que las voces femeninas tuvieron en la producción de Puig a la hora de desafiar la narración paternalista y autoritaria que imperaba en aquella época. Noy señaló que “aunque sus pares lo miraban un poco de reojo, él ejerció una libertad absoluta dentro del lenguaje, algo que también germinaba en una gran poeta argentina como Alejandra Pizarnik”. Introdujo, además, las nociones de “anti-estilo” y “modo Puig” retomando a Goldchluk, quien destacó: “Su trabajo no se trató tanto de poner voces sino de sustraer la propia. En los ‘70 había una misión de varios escritores que era ser la voz de los que no tienen voz. Eso es horrible. En lugar de inventar voces, él las hizo emerger. La literatura de Puig es una literatura que no grita”.

Otro de los tópicos que se abordaron en la charla fueron el rol de lo político y la osadía del escritor a la hora de elaborar sus ficciones en tiempos de censura y represión. “Cuando escribíamos, recurríamos a algo que no se entendiera porque teníamos miedo”, apuntó Gusmán, y recordó que su novela El frasquito fue prohibida el día de su cumpleaños. Goldchluk dice que Puig “no buscaba transgredir sino que hacía de cuenta que las leyes no existían” y Noy agrega: “En esa audacia metafórica estaba la revolución. Él no era un conformista y quería demostrarlo, no sólo para su ficción sino también para sus pares y para todo lo que vendría después. Por eso hoy lo vemos como un precursor”.

A lo largo del encuentro -realizado en coincidencia con la publicación del último número de la revista Caras y Caretas, dedicado íntegramente al escritor- se proyectaron fragmentos de las películas Boquitas pintadas (Leopoldo Torre Nilsson), Pubis angelical (Raúl de la Torre), El beso de la mujer araña (Héctor Babenco) y el documental de Carlos Castro Regreso a Coronel Vallejos, que explora la relación entre Puig y su pueblo natal, General Villegas. Además, Friera mostró ante el auditorio y las cámaras dos joyitas que Gusmán encontró en sus cajones: una carta que Puig le escribió desde México en 1975 y que comienza con la leyenda “querida mujer”, y una primera edición de La traición de Rita Hayworth dedicada, con los bordes de la primera página repletos de estrellas y nombres de divas argentinas: “A todas ellas les pido que le den un beso a Luis, que las quiere tanto y que les ha escrito El frasquito. Como respetuoso afecto, a él me adhiero”, dice la dedicatoria.

La incorporación de lo autobiográfico y lo popular en sus novelas fueron otros de los temas abordados en un encuentro que también contó con la participación de la escenógrafa Renata Schusseim, el productor Dany Mañas, el periodista Carlos Ulanovsky y el investigador José Amícola, quienes recordaron algunas anécdotas con el homenajeado a través de un video. El cierre estuvo a cargo del hermano, Carlos Puig, quien agradeció el encuentro y el trabajo del último número de Caras y Caretas, y expresó: “Me parece maravilloso el cariño que hay en esta mesa. Él fue un gran cuida conmigo, así lo recuerdo. Guía en los momentos justos, proveedor. De alguna manera, siempre me estuvo protegiendo”.